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EL DESAFÍO SOCIAL DE LA INMIGRACIÓN

    Tarrasa, El Ejido, Ceuta…, Lorca, de nuevo les preciso insistir en que la inmigración es un asunto de Estado que compete a todos, Gobierno y oposición, sindicatos y organizaciones no gubernamentales, y en general, al conjunto de los ciudadanos.
Los episodios generados por sucesos son incontables, desvelando las múltiples dimensiones de un fenómenos que necesita visión amplia, flexible y de futuro. De nuevo hay que insistir en que no debe caracterizárselo como un problema y que la naturaleza del fenómeno migratorio se explica simplemente por la existencia de países donde hay escasez de recursos y presión demográfica, mientras otros países, sin crecimiento de población y con recursos económicos y tecnológicos, coexisten con los anteriores.
Son las viejas leyes de la miseria y la abundancia que año tras año desvelan Naciones Unidas con los datos escalofriantes reflejados por el PNUD, que concentran la riqueza y expanden la pobreza, quienes generan un flujo permanente de mano de obra, una huida a la esperanza, para millones de personas que buscan en los mercados de trabajo aunque sean ilegales, el puente de plata que les permita cruzar las fronteras del hambre y la desesperación.
Desde un enfoque económico el diagnóstico es simple; este flujo de mano de obra, con origen en las zonas de descapitalización, la inmigración se articula en el mercado laboral cubriendo aquellos puestos que no quieren ocupar los trabajadores autóctonos y que son de poca categoría social, o bien aquellos que están dispuestos a ocupar por un salario menor, o aquellos que por sus condiciones de dureza (construcción, temporeros, recolección…) no se cubren por los paisanos del lugar, o en la economía sumergida, generalmente la alternativa prevalente para irregulares. En consecuencia, así lo afirman todos los informes de los organismos internacionales, se observa la implantación de un doble mercado de trabajo, en el que los trabajadores extranjeros y autóctonos no son intercambiables y no entran en contradicción, salvo en contadas ocasiones.
Desde un enfoque humano, la inmigración es un drama que a veces acaba en una tragedia, ante el que caben responsabilidades morales al compartir un mundo donde la explotación humanan y del planeta, donde le proceso de acumulación de capital y de extensión de la pobreza condena a la inmigración a millones de seres, convirtiéndoles en una marea humana que tenemos la responsabilidad de humanizar no estaría mal empezar por reconocer que la emigración es un proceso traumático, no una invasión, donde el inmigrante deja a su familia, a su tierra e incluso a veces, su memoria; continuar por reconocernos todos como inmigrantes en nuestra historia de la humanidad, o a quien prefiera la española, donde los movimientos migratorios han sido una constante social, con especial significación en la revolución industrial, y que nadie debería mirar a ningún inmigrante como subalterno, pues en sus predecesores seguro hay antecedentes familiares migratorios; podríamos proseguir con una didáctica positiva sobre ocupación y función social, en vez de alimentar infundios del tipo "nos quitan los puestos de trabajo", explicando que los inmigrantes generan riqueza económica y cultural, contribuyendo al mantenimiento del Estado del Bienestar que todos disfrutamos; finalmente ante prejuicios como "no se quieren integrar", no estarías de sobra recordar que nadie se integra, si no le dejan, y para ello resulta imprescindible disfrutar de los derechos ciudadanos que todos amparan.

Lorca: Paradigma de la nueva situación

La tragedia de Lorca, como sucede con la tragedia del estrecho, al igual que sucesos explosivos como los de Tarrasa, Ceuta, El Ejido… tienen la capacidad, al impactar en la opinión pública, de desvelar y hacer emerger situaciones no ocultas pero no visibles, que revelan atrocidades sociales y muy graves déficit institucionales.
La tragedia del paso a nivel con barreras en Lorca nos ha obligado a asomarnos a una realidad que al verla sólo puede sonrojarnos al contemplar un inframundo donde la explotación humana, el hacinamiento en infraviviendas, en transporte, las condiciones de semiesclavitud, la explotación infantil… el trabajo a destajo más duro, las mafias intermedias, la supervivencia aquí y en su país de origen, de sus familias endeudadas…, contrastan con las fortunas amasadas por unos nuevos ricos sin escrúpulos que, como en El Ejido o Lorca, se aprovechan de la situación de los "sin papeles" para explotarles sin piedad alguna. Una tragedia que desvela los déficit institucionales, que señalan a autoridades municipales, autonómicas y centrales, inspección de trabajo y autoridades gubernativas en sus responsabilidades respectivas, al permitir que existan unas condiciones laborales ilegales e inmorales para miles de personas, que avergüenzan e impiden dignificar a un moderno Estado de derecho como el que existe en nuestro país.
Pero la tragedia de Lorca desvela mucho más, pone al descubierto la huida ecuatoriana de la miseria. En España viven hoy, entorno a 100.00 ecuatorianos, de los dos millones de personas que salieron de un país de 12 millones, empobrecidos por la crisis, donde se amontonan pueblos en los que sólo quedan en la espera y la esperanza, esposas, niños y ancianos. Cada día más de 500 ecuatorianos hacen cola frente a la embajada española en Quito y muchos llegan a pagar el sueldo de un mes por un puesto en la fila para conseguir el visado. El endeudamiento y las mafias hacen lo demás. Con dos mil dólares en el bolsillo, a devolver con intereses a los pocos días, entran en el Dorado español en busca de su difícil superevivencia. El dinero que todos ellos logran ahorrar aquí se ha convertido, tras el petróleo , en la principal fuente de ingresos de Ecuador, recordándonos el "milagro español" que descansó igualmente en los emigrantes y el turismo, nuestro "petróleo nacional".
Es una de las expresiones del poliedro Norte-Sur, una de las caras sangrantes que muestra el proceso desigual del desarrollo que explican el fenómeno, y no problema, de la emigración.
Humanizar la Inmigración
Entra en vigor, con fecha 23 de Enero, la nueva Ley de Extranjería. Sin duda notoriamente mejor que la Ley de 1985, pero que va a tener una prueba d fuego precisamente en el tratamiento que posibilite a los inmigrantes en situación ilegal.
¿Es posible la expulsión de 100.000 ó 150.000 inmigrantes irregulares que queden, tras la regulación? Ciertamente ningún Gobierno emprendería tamaña actuación. ¿Entonces? La inmigración irregular estará proporcionando mano de obra barata a determinados sectores económicos como puedan ser la agricultura, la hostelería o construcción, a costa de negar derechos fundamentales de las personas y mantener una amenaza de expulsión permante.
Por otra parte desde distintos ámbitos, especialmente la Comisión Europea, se recomindan políticas más abiertas hacia la inmigración para mantener la fuerza de trabajo actual crisis demográfica en los países de la Unión Europea ha disparado las alarmas. Europa tiene detenido su crecimiento vegetativo y según el último informe del EUROSTAT; el 70% del aumento de su población, que solo es de 1.150.00 habitantes en 2000, se debe a los inmigrantes. Además, la División de Población de la ONU, dio la voz de alarma advirtiendo de un terremoto social. El problema no es tanto ¿cuántos europeos habrá en 2050?, sino, ¿cuál será su capacidad de trabajo? En clara referencia al envejecimiento de su población… La ONU ha recomendado a Europa que fomente la inmigración a gran escala para resolver el problema de la discriminación y envejecimiento de la población.
En fin, la crisis abierta en Lorca es de dimensiones considerables a la luz de todos los datos, y la respuesta empresarial, sindical y de los propios inmigrantes, pidiendo la regulación de 20.000 ecuatorianos, lleva a la necesaria revisión legal para generar una vía de regularización de aquellas personas que en determinadas situaciones pudiera contemplarse, con la finalidad de alcanzar un bien superior que debiera inspirar a la propia legislación, asegurar sus derechos humanos y evitar la sobreexplotación laboral, combatir la discriminación racial, y en definitiva HUMANIZAR LA INMIGRACIÓN

Esteban Ibarra.
Presidente del Movimiento Contra la Intolerancia