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Su violencia
La invocación de la imagen de los vikingos autoindentificándose
como "guerreros raciales", la glorificación de Hitler, las
ideas neofascistas y la participación en un grupo, son la
base de atracción joven que alimenta una cadena cuyos eslabones
son la sensación de poder, pertenencia y destino, proporcionándoles
un seductor sentido de la fuerza, algo que concretan en una
práctica cotidiana, difusa pero orientada, de acciones violentas.
La identidad skin, al igual que la del antiguo nazi de las
secciones de asalto hitlerianas, se construye a partir de
la violencia con el otro, el enemigo imaginario.
El movimiento skin-nazi, configurado en múltiples grupúsculos,
proclama en todos los países la superioridad de la raza blanca,
consagra el antisemitismo, ataca el mestizaje y sobre todo,
cultiva la violencia. No podría entenderse a un skin-nazi
sin violencia, como así lo afirmaba uno de sus jefes: "Con
la violencia se convierte uno en persona ya través del miedo
de otros, uno confirma su existencia". Como buenos aprendices
hitlerianos son radicalmente conscientes del poder de la violencia.
Hitler insistía en el terror como el más eficaz de los instrumentos
políticos y en la importancia de la educación permanente en
la violencia y en la guerra relámpago como instrumentos preferidos.
Su orgullo por la utilización de botas como arma, del puñal
que rememora la daga nazi, sus gritos de poder blanco o seig
heil, y su estética de uniformidad (bomber, rapados...) acompañan
sus acciones cuando salen a buscar y atacar a Quienes odian.
Sus metas son claras: limpieza étnica y social, destrucción
de la "corrupta" democracia y poder blanco o nacional; unos
horizontes que aspiran alcanzar mediante la intimidación,
el vandalismo, las agresiones e incluso el asesinato, a través
de una violencia que justifican dado el objetivo "superior"
por el que luchan. En su alimento ideológico no falta la referencia
al "glorioso" pasado del nazismo alemán, también se consume
al KuKuxKlan, a las Milicias de Michigan, al Ejército Blanco
de Alabama o a los hijos de la Gestapo. Es una corriente organizada
a nivel internacional que crece y se nutre apoyándose en INTERNET,
los conciertos de música 0I!, los fondos ultras de los campos
de fútbol, los video-juegos y CD-ROM racistas, el esoterismo
nazi y la oferta paramilitar, entre otras vías de acceso a
la subcultura del odio.
El terror fascista en Europa que hacía su reaparición en a
estación de ferrocarril de Bolonia en verano de 1980 con 86
muertos y que meses después en el Festival de la Cerveza de
Munich causaba 12 muertos y en la Sinagoga de París provocaba
cuatro asesinatos, daba paso a un nuevo proceso que en los
años noventa tendrá como protagonistas a los grupos skin-nazis
que se desarrollan espectacularmente en Alemania tras la caída
del muro de Berlín y tras captar un cierto apoyo social. En
ninguna parte el movimiento skin ha logrado producir tantos
casos criminales; la Oficina Federal para la Defensa de la
Constitución reconocía en el año 93 más de 14.000 agresiones,
cifra que se reduce en los años posteriores a 4.000 y que,
según los analistas, la tardanza inicial del gobierno alemán
en reconocer y responder eficazmente a la amenaza skin contribuyó
decisivamente al crecimiento de este movimiento neonazi.
A diferencia de algunos países europeos, en EEUU, los grupos
skin- nazis carecen de apoyo público, aunque sus reservas
de jóvenes violentos les convierten en algo especialmente
atractivo para el KuKuxKlan y las sectas paramilitares dada
su determinación violenta, racista y antisemita, constituyéndose,
en consecuencia, en una base de reclutamiento para el terrorismo
organizado.
España: "Aquí no pasa nada, están todos controlados" (sic)
En España desde el año 1985 los brotes de violencia skin surgen
vinculados a los grupos ultras de los campos de fútbol. Oficialmente
investigados en 1987, más de cuatrocientos skins figuraban
en las Brigadas Blanquiazules del campo de Sarria, además
el protagonismo dirigente de los skin-nazis en los grupos
ultras del fútbol sería detectado por la Comisión Antiviolencia
que denunciaba este marco de acción y captación sistemático
producido a través de los encuentros de fútbol.
En muy poco tiempo las principales ciudades españolas vivirán
en los fines de semana sucesos similares, agresiones a inmigrantes,
negros, polacos,... ataques a homosexuales, punkies, mendigos,
discapacitados, gente que les mira..., sucesos protagonizados
por jóvenes de diferente extracción social, con un componente
importante de clases medias y con una edad que oscila entre
los 15 y 25 años, todos ellos con elementos simbólicos de
identidad neonazi. La naturaleza de las agresiones y el ambiente
de intimidación e intolerancia llaman la atención junto a
la rápida capacidad de expansión de una violencia no conocida
anteriormente en nuestro país.
Una estrategia muy meditada que, como informó la Liga Antidifamación
recientemente en Nueva York en la presentación de su informe
sobre la Internacional Skinhead, estos grupos comienzan sus
ataques por los sectores desfavorecidos y de exclusión social,
pero su objetivo final es acabar con la DEMOCRACIA y la convivencia
multiétnica.
El primer discurso oficial gubernativo se apoyó en el calificativo
de "violencia juvenil" o conflicto de "tribus urbanas", negando
la naturaleza neonazi de las agresiones, trasladando con la
categorización de la responsabilidad al colectivo juvenil
y sus corrientes culturales urbanas e imposibilitando una
clara conciencia del problema al trivializarlo minimizando
su gravedad. La consecuencia de todo ello es que la sociedad
no reacciona, las instituciones tampoco y la política de prevención-represión,
brilla por su ausencia.
Centenares de agresiones y varios asesinatos, algunos claramente
identificados como el de la inmigrante dominicana Lucrecia,
en Aravaca, el travesti Sonia en Barcelona o los jóvenes Ricardo
Rodríguez en Costa Polvoranca (Alcorcón), Guillén Agullo en
Valencia, David González y Aitor Zabaleta en Madrid, conmocionan
a la opinión pública ya las organizaciones sociales, provocando
una tímida reacción institucional de reconocimiento del problema,
que se despacha con un "los hechos son preocupantes pero no
alarmantes", un eslogan que repite una y otra vez el Ministerio
del Interior y que es complementado con la aseveración policial
de que los "skins están todos controlados".
La secuencia en todos los países es siempre la misma, se minimiza
y se practica la política del avestruz, se pide no crear alarma
recurriendo a silenciar el problema, incluso a costa de no
alertar a la sociedad, se califica de exageración a quien
lo plantea, se critica a los medios por sacar información
e incluso se sentencia que hablar de estos crímenes puede
ayudar a provocarlos. En España nadie prestó atención a estas
informaciones de alarma para tomar medidas preventivas y ahora,
tras centenares de agresiones y varios asesinatos, nuestro
país se encuentra al igual que el resto de Europa con un racismo
organizado y una violencia extremista consolidada, preparado
para efectuar saltos cualitativos. Mientras tanto el discurso
oficial sigue instalado en la táctica del avestruz y sólo
soma su cabeza para decir "es preocupante, pero no alarmante".
De nuevo en España se vive la misma secuencia que en otros
países, se minimiza, se trivializa, se pide no crear alarma,
aunque sea a costa de no alertar a la sociedad ya sus instituciones,
se comenta que se está exagerando el problema e incluso, que
hablar de crímenes puede ayudar a provocarlos. Pero lo verdaderamente
alarmante es la total ausencia de medidas que tienden a erradicar
esta lacra social.
La equivocación política es de envergadura; es indudable que
hay que evitar el amarillismo espectacular y la información
gratuita sobre estos grupos, pero también es una realidad,
como se afirma desde el análisis social, que el 50% de la
solución de un problema estriba en reconocer la existencia
y la naturaleza del mismo. Una equivocación grave, puesto
que el Servicio de Información de la Policía en el año 90,
dirigido por el comisario Alberto Elías, elaboraba un informe
donde concluía alertando sobre el peligro de estos jóvenes
ultras a corto ya medio plazo, ya que s su rechazo al sistema,
a su incontinencia verbal y física, unen intenciones de ataque
directo a inmigrantes, homosexuales y otros colectivos sociales.
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