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De pronto, sintió un tremendo golpe en la cabeza. Tardó unos segundos en darse cuenta de que le habían roto una botella en la coronilla. Cayó al suelo desorientado y en medio de una lluvia de patadas.
-¡Maricón! ¿Qué haces por aquí? ¿Eh? ¡Mariquita de mierda!.
Son los recuerdos de la pesadilla que vivió la madrugada del sábado en el barrio de Chueca R. U., un hombre que prefiere mantener su anonimato por razones profesionales. Es médico de profesión y ejerce en Madrid, donde vive desde septiembre: "Homologué mi título y me viene para acá a trabajar porque mi familia materna es española y estudié aquí el bachillerato". Tiene 28 años y doble nacionalidad: española y colombiana.
"Cuando me vi en el suelo sangrando y recibiendo esas patadas no entendía nada. No les había visto venir. Me habían atacado por detrás. Crucé la calle de Hortaleza pidiendo auxilio a las personas que había enfrente y resultó que eran del mismo grupo de las que me estaban agrediendo y me patearon entre todos. Eran como seis hombres y mujeres jóvenes de entre 20 y 24 años, y no parecían cabezas rapadas".
Había ido a celebrar el día del Orgullo Gay con sus amigos. Y la fiesta tuvo como culminación la brutal paliza y el posterior peregrinaje hasta el hospital. Según los colectivos de Gays y Lesbianas, que desconocían estos hechos, no se han recibido más denuncias de agresiones relacionadas con la celebración del parade. Pero sí aseguran que las agresiones homófobas "van en aumento en los últimos tiempos".
Según una fuente de la comisaría de Centro, "no se ha detectado un incremento de las agresiones en los días de la celebración del Orgullo, aunque sí en los robos de carteras".
"Me sentí completamente desvalido. Eran más de las cinco de la mañana, pero había gente en la calle. Nadie me ayudó. Intenté subirme a un camión de limpieza y no pude. Fue horrible. Me dejaron en paz cuando, dando tumbos, llegué hasta la Gran Vía y creo que ya les dio miedo seguir pegándome porque se sentían las sirenas de la policía", cuenta.
Buscando a un familiar que se hospedaba en un hotel de la calle de San Bernardo, R. U. llegó ensangrentado hasta la calle de Leganitos y se topó con la comisaría de Centro. Desorientado, pidió auxilio y los propios agentes llamaron al Samur para que vinieran a atenderle.
"Hombre de 28 años que refiere haber sufrido una agresión, presenta diversas contusiones y ligeros rasponazos", comienza el parte del servicio de emergencias de Madrid. "Se le realiza una cura aséptica y se aplica frío local. Se le realiza toma de valores dando parámetros dentro de la normalidad (este paciente se encuentra muy nervioso). No quiere traslado. Nos dice que ha ingerido gran cantidad de alcohol. En caso de malestar o empeoramiento deberá acudir de inmediato a un centro hospitalario. Nos indica que por sus medios se trasladará para conseguir un parte de lesiones", concluye el documento del Samur.
R. U. presentó una denuncia en la policía por los hechos y porque, según él, "el Samur expidió un informe con pruebas que no le fueron realizadas, a pesar de que les dijo que era médico", reza la denuncia. Sin embargo, en ella omitió su homosexualidad y su convencimiento de que se trató de un ataque homófobo: "Estaba indignado por el trato recibido de la Administración, creo que lo comenté aunque es parte de mi intimidad".
Según R.U., el informe del servicio de emergencias está falseado: "Insistí en que me trasladaran a un hospital porque estaba muy aturdido, con vértigos, apenas podía abrir los ojos y seguía sangrando. Soy médico y conozco el protocolo ante un politraumatismo: tumbar en camilla, inmovilizar cuello y tomar constantes vitales. Además, les dije que había bebido sólo algo de cerveza", relata.
La versión de la Concejalía de Seguridad y Movilidad al respecto, tras consultar a los responsables de ese servicio, dista bastante de la de la víctima: "Efectivamente esa persona fue atendida por una unidad del Samur que le hizo un reconocimiento de acuerdo con el procedimiento: le exploró y le curó las heridas. Y le ofreció el desplazamiento al hospital y él se negó. Y el parte está firmado".
R. U. asegura que firmó el parte en un estado lamentable: "Desorientado, con vértigos"; y que ni leyó lo que escribieron. "Decían que tenían muchas llamadas", afirma.
Fuentes del Samur, un servicio que en un día así puede atender 600 avisos y que ha sido valorado por los pacientes con un 8,9 sobre 10 en la última encuesta de satisfacción, aseguran que se sigue un protocolo "a rajatabla" y recuerdan que se trata de "un servicio de atención de emergencia que intenta detectar si hay riesgo vital. No hacemos las pruebas que hace un hospital".
"Politraumatismo, herida inciso-contusa de 0,7 cm en la región parietal, contusión en el hombro derecho", recoge el informe de urgencias del hospital Clínico San Carlos, al que se dirigió R. U. aquella mañana. Y con ese parte puso la denuncia en la comisaría de Chamberí, porque el Samur no realiza parte de lesiones.
R. U., que nunca ha sido agredido en Bogotá según relata, se lamentaba: "Vienes creyendo que te vas del país más inseguro del mundo y llegas a Madrid y te relajas. Yo, que iba siempre con los ojos en el cogote, y mira. Estoy decepcionado y asustado al pensar lo que podía haber pasado".
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