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LA XENOFOBIA LESIONA LA CONVIVENCIA CIUDADANA

    Transitamos en Europa por unos tiempos en los que crece la xenofobia, siempre alimentada por una multitud de factores que en parte tienen su origen en el actual proceso y modelo de globalización planetaria. El fenómeno migratorio, indiscutiblemente ligado a situaciones de miseria, pobreza o guerra, junto al deseo y esperanza de vivir un proyecto personal, familiar y social de mayor dignidad, calidad de vida y futuro, no parece que vaya a revertir si no hay un cambio de modelo de desarrollo en los países de origen y esencialmente, un reparto justo y distributivo del poder y la riqueza en el mundo.

España, octava potencia del mundo, se ha constituido en un país receptor de inmigrantes y sin ellos, es inevitable e imposible el sostenimiento de su desarrollo productivo y su progreso social. No obstante al igual que otras sociedades europeas, lejos de reconocer la realidad y el potencial aportado por los inmigrantes, crecen los prejuicios xenófobos y las actitudes de intolerancia en el seno de la ciudadanía, desarrollándose múltiples situaciones de desigualdad de oportunidades y de trato, de discriminación en ámbitos tan diversos como el laboral, la vivienda, la escuela, la seguridad ciudadana, el ocio, la cultura o el deporte, sin olvidar ámbitos que corresponden al Estado donde también se dan tratos discriminatorios, incluso por funcionarios públicos. Además la agitación antiimigrante en Internet crece de forma preocupante y los grupos ultras ó los fanáticos racistas hacen de ella su principal eje de actuación vertiendo contenidos delictivos con flagrante impunidad, en la conciencia de que la xenofobia lesiona gravemente la convivencia democrática, incluso puede llegar a hacerla imposible.

La hostilidad frente a los inmigrantes está alimentada de falsas ideas que dificultan y que pueden hacer imposible la integración social, la cohesión y convivencia, quebrando a una sociedad democrática y a sus instituciones cuyo fundamento descansa en preservar la igual dignidad de las personas, el respeto y aprecio a su diversidad y la aplicación universal de los Derechos Humanos. La responsabilidad de los discursos políticos y del tratamiento de los medios de comunicación, cuando se aborda poco correctamente y de forma espectacular o populista, es de primera magnitud en la proliferación social de prejuicios y tópicos sobre la inmigración y la diversidad religiosa o cultural, a lo que hay que añadir otros factores coadyuvantes que alimentan la visión negativa sobre inmigrantes, minorías étnicas y sociales.

Las encuestas y los hechos muestran la existencia del problema xenófobo, también las dificultades integradoras y los retos no alcanzados para progresar en armonía. Sin embargo, frente a la realidad inquietante, la respuesta institucional y social es insuficiente. La legislación antidiscriminatoria y sus órganos, significativamente hay que señalar las Directivas Europeas de Igualdad de Trato, no se llevan plenamente a la práctica convirtiéndose en papel mojado para las personas y colectivos vulnerables que hay que proteger. El sistema educativo tampoco está resultando eficaz en la formación de valores que constituyan auténticos antivirus frente al avance de prejuicios y tópicos racistas, xenófobos, antisemitas, islamófobos, homófobos y otras manifestaciones de intolerancia.

Con mayor preocupación hay que señalar la ausencia de avance en la lucha legal y judicial contra los delitos de odio y de intolerancia criminal. Nuestro país, a través de sus representantes institucionales, no llegó a reconocer ni un solo delito racista durante el año 2006 ante agencias e instituciones europeas. Contrariamente a los datos que se recogen en nuestros Informes Raxen, que sí reconocen el problema, parece que este tipo de infracciones penales en España están ausentes, no existen, contradictoriamente con la realidad que desvela insuficiencias, desde la inadecuación de los atestados policiales en materia de racismo y xenofobia, la ausencia de una FISCALIA ESPECIAL con una capacidad interpretativa que los fiscales ordinarios carecen sobre el problema y la inexistencia de una Legislación Integral, políticas específicas y planes concretos de intervención al respecto.

El retraso en abordar eficazmente la lucha contra la xenofobia empieza a tener unas consecuencias importantes, peligrosas a la luz de lo que sucede en otros países europeos que cuentan con instrumentos y medidas más avanzadas, y que pueden conllevar graves riesgos para la convivencia ciudadana, especialmente con los retos que se plantearan ante posibles dificultades de la economía española o simplemente tras la emergencia de segunda y tercera generación migratoria, por señalar algún factor generador de tensiones o conflictos de intereses.


Esteban Ibarra
Presidente
Movimiento contra la Intolerancia