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Dia Mundial contra el SIDA.Por la Dignidad, Solidaridad y Compromiso a los Derechos Fundamentales de las personas con VIH/sida
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Los avances en los tratamientos son un hito en la sociedad occidental; prueba de ello es una mayor longevidad y calidad de vida y retraso en el desarrollo de la enfermedad donde existe una asistencia y acceso sanitario adecuado. Paradójicamente, la falta de acceso a estos mismos tratamientos aumenta la diferencia existente entre las sociedades del primer y tercer mundo. El sida afecta la esperanza de vida de países del África subsahariana, donde cerca de 20% de la población está infectada. 7 de cada 10 fallecimientos por sida se producen en esta área donde sólo reciben tratamiento una de cada 5 personas que lo necesitan.
Si bien es cierto que ha disminuido la mortalidad gracias a los tratamientos, en nuestro país se calcula que se producen 3.500 nuevas infecciones al año mientras aumenta el número de infecciones de transmisión sexual, un indicador preocupante sobre la práctica de sexo más seguro. Anualmente fallecen unas 1.500 personas con VIH, siendo el fallo hepático la principal causa. Esto es debido a la alta tasa de infección del virus de la hepatitis C en este colectivo y a la peor evolución de las hepatitis.
A la actual situación se suman recientes estudios que muestran con estupor que el rechazo y la discriminación continúan. Si hay un aspecto a destacar de esta enfermedad es el prejuicio y estigma que conlleva, derivando en una discriminación sistemática entre hombres y mujeres, niños y niñas.
Esto origina ocultación, la cual revierte negativamente en el estado de salud de las personas. El prejuicio y el miedo pueden influir de manera determinante en el retraso del diagnóstico y propicia la propagación de la infección. La lección no es nueva, tiene siglos, pero parece que no aprendemos de nuestro pasado. En general, la experiencia de las personas que se han hecho visibles ha sido positiva, fomentando con ello el cambio social requerido digno de mucha valentía.
Lamentablemente, ser portador o portadora del VIH continúa siendo un serio problema para acceder al trabajo, a la libre circulación, a una vivienda digna, e incluso, a recursos públicos, situación que se agrava cuando se trata de personas con mayor vulnerabilidad, bien sea por razón de etnia, procedencia, sexo o forma de vida. La población migrante, homosexual, transexual, la privada de libertad o que ejerce la prostitución; usuarios y usuarias de drogas, personas bajo el umbral de la pobreza todavía viven situaciones de estas características.
Las situaciones de discriminación se agravan aún más en el caso de las mujeres; ser mujer portadora del VIH puede llegar a suscitar auténticas situaciones de estigmatización, exclusión y discriminación específicas.
La contribución económica de las Administraciones Públicas en materia de VIH/sida se ha visto incrementada notablemente en los últimos años, lo cual ha permitido dar continuidad o emprender acciones precisas; sin embargo se hace necesario crear o revisar los mecanismos oportunos para que las políticas en este sentido se dirijan de manera más específica y eficaz a la normalización de la enfermedad ante la sociedad, por un trato sin diferencias de las personas con VIH, contribuyendo de manera determinante al cambio social deseado y necesario en términos de justicia social.
Esta situación nos exige lanzar un mensaje a la sociedad y a sus responsables políticos, en el que reivindicamos:
1. La Educación para la Salud y Afectivo-sexual como prioridad para la Prevención en el ámbito escolar. La educación es una de las herramientas básicas para el cambio así como una oportunidad para deconstruir prejuicios.
2. El derecho a una asistencia sanitaria sin diferencias, y que para ello la Ley de Cohesión del Sistema Sanitario sea efectiva, adaptada a las necesidades de cada hombre y mujer, independientemente del lugar donde resida, haciendo hincapié en las especificidades de las mujeres y su derecho a recibir atención especializada en igualdad de condiciones; velando para que la población VIH o coinfectada con el virus de la hepatitis y con necesidad de trasplantes de órganos sólidos puedan acceder a ello como cualquier ciudadano o ciudadana, cumpliéndose los protocolos establecidos; apoyando la reproducción asistida y el derecho a la maternidad y paternidad de las personas con VIH; procurando y articulando los mecanismos necesarios para que la cirugía reparadora en casos de lipodistrofia o lipoatrofia llegue a los afectados y afectadas con equidad.
3. La igualad de condiciones para las personas con VIH privadas de libertad a la hora de recibir asistencia específica: no gozar del libre movimiento no puede ir en detrimento de la igualdad de acceso al Sistema Sanitario, así como debe respetarse su derecho a recibir las prestaciones por Pensión No Contributiva o las Rentas Mínimas de Inserción si su situación social o de salud así lo requiere.
4. El acceso al trabajo de las personas con VIH y a una capacitación digna, acorde a sus necesidades e intereses, sin ser estigmatizadas y discriminadas por su condición. Para ello solicitamos cambiar la calificación de la infección por VIH, considerada “infecto contagiosa”, por “infecto transmisible”. El uso que le damos a las palabras y al lenguaje no es banal y la utilización de palabras como “infecto contagiosa” todavía implica la negación del acceso a recursos socio- asistenciales, vulnerando de forma flagrante y reiterada derechos fundamentales.
5. La revisión y mejora de las políticas dirigidas a la población migrante, colectivo al cual se considera de difícil acceso, en materia de prevención y asistencia de VIH, intentando conocer más sus necesidades y prioridades, haciéndoles partícipes desde un principio de las acciones de las cuales son protagonistas.
6. El impulso de campañas publicitarias de sensibilización y prevención, contundentes y periódicas como en otros problemas de salud que afectan masivamente a la sociedad, contando con las entidades que trabajamos en este ámbito. Creemos que sería una acción más que importante para tratar de erradicar el rechazo social detectado.
7. En un día como hoy no olvidamos los lugares menos favorecidos y, por tanto, los más afectados, donde la pandemia hace estragos y el acceso a los servicios sanitarios y a los tratamientos sigue siendo, en algunos casos, una quimera. Apoyamos la labor de las Administraciones Públicas a favor de estos países e instamos a que no caigan en el olvido.
8. Señalamos la importancia de fomentar el diagnóstico precoz de la infección por VIH, como medio para facilitar el acceso a los tratamientos y herramienta que permita desarrollar estrategias de prevención individuales eficaces. De igual forma, destacamos la importancia de posibilitar el acceso al diagnóstico precoz del virus del papiloma humano, tanto para hombres como para mujeres.
9. Reclamamos a todos los partidos políticos, responsables de la Administración Pública Estatal, Autonómicas y Locales, que unan sus esfuerzos por encima de las diferencias ideológicas, que contemplen dentro de sus planes de trabajo estrategias concretas para trabajar en pro de la erradicación del estigma y la discriminación, y por el trato adecuado de las personas con VIH/sida, en ámbitos como el sanitario o laboral, donde se refleja más este tipo de actitud.
Terminamos este manifiesto reivindicando el liderazgo del movimiento asociativo en la prevención y en la defensa de los derechos fundamentales de las personas con VIH, como establece ONUSIDA en la campaña de 2007. Las entidades que trabajamos en el ámbito del VIH/sida estamos dispuestas a dar continuidad a nuestra labor por conseguir cambios que favorezcan a las personas con VIH, proclamando más Dignidad, más Solidaridad y más Compromiso.
“Una de las grandes enseñanzas que hemos adquirido de la epidemia de VIH es que no podemos esperar que las personas, aunque conozcan los modos de transmisión del VIH, cambien su comportamiento más íntimo para protegerse a sí mismas y proteger a los demás del VIH; de la misma forma que tampoco podemos esperar que las personas que viven con el VIH sean tratadas con dignidad, compasión o respeto. Ahora sabemos que, más bien a la inversa, lo que debemos hacer es capacitar y apoyar a las personas para que, en el contexto de la epidemia, puedan protegerse a sí mismas y proteger a los demás ya sea de la infección por el virus o del estigma y la discriminación asociados al mismo, y de las graves consecuencias de padecer una enfermedad relacionada con el SIDA” Dr. Peter Piot, Director Ejecutivo de ONUSIDA, Julio de 2006.
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