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Primero lo malo: la antigua y bella ciudad de Bamberg fue sitio del congreso del Partido Nacional (NPD, por sus siglas en alemán), principal partido neonazi. Debido al fallo de un tribunal de Bavaria, fracasaron todos los esfuerzos por evitar la celebración de la reunión en la Sala de Convenciones de la ciudad, ya que el partido es legal.
Los 500 delegados, más o menos, que iban desde antiguos veteranos de la SS nazi hasta sicarios que golpean a extranjeros, destechados y incapacitados, fueron dominados por unos “nuevos neonazi” bien vestidos que ya tratan, con algo de éxito, de entrar al escenario político local y estatal y quizás hasta el Bundestag federal en 2009.
Están lanzando más y más actividades populares, entre ellas ferias municipales, mientras roban lemas progresistas sobre trabajos, pensiones, salarios y hasta el rechazo a las aventuras militares, pero siempre revelando su naturaleza verdadera con ataques contra los “no alemanes”.
Tres manifestaciones de protestas contra los neonazis atrajeron entre 3.000 a 4.000 personas, incluso hasta al alcalde y el obispo. El grupo más militante tuvo su enfrentamiento de costumbre con la policía, quienes, como es de costumbre, protegieron a los neonazi y les arrestaron a 20 militantes antinazi.
Balanceando a esto en Berlín fue un congreso de la Asociación de Víctimas del Régimen Nazi / Unión de Hombres y Mujeres Antifascistas (VVN-BDA, por sus siglas en alemán), conjunto de antiguos grupos de Alemania Oriental y Occidental. Se reunieron más o menos 200 delegados bajo el lema, “Unidos contra los ataques a los Derechos Humanos, contra el fascismo y contra la guerra”. Son cada vez menos los que quedan de la época de Hítler en el exilio, en los campos de concentración o en la lucha armada en España, en la clandestinidad o en los ejércitos aliados, así que una meta es reclutar a más integrantes jóvenes, como los que se manifestaban contra los neonazi en Bamberg.
Una campaña clave es la que trata de ilegalizar al NPD. Declara la petición que busca lograr esto que “El fascismo no es posición política, es un crimen”. Prohibir al partido no pondría fin a su creciente amenaza pero siquiera les prohibiría a los neonazi utilizar las grandes sumas de dinero gubernamental proporcionadas a todos los partidos políticos para sembrar propaganda del odio, y pondría fin a la protección legal que ya recibe el NDP para sus marchas semanales y manifestaciones por toda Alemania.
Otra meta del congreso VVN-BDA fue la de oponerse a los crecientes intentos por equivaler al régimen nazi con la República Democrática Alemana como “dos dictaduras”, degradando así en la mente de la gente el grado de tortura y el asesinato de millones de gente por parte de los nazis y a la vez silenciando al creciente descontento con el sistema capitalista prevaleciente.
Por fin, en la ciudad alemana oriental de Cottbus, el partido que se llama La Izquierda (Die Linke) celebró su primer congreso regular desde su fundación hace un año. Una amalgamación del ex Partido del Socialismo Democrático de Alemania (RDA) oriental (descendiente del viejo partido gobernante de la RDA) con una joven organización alemana occidental de sindicalistas militantes y socialdemócratas descontentos, ha logrado alterar el escenario político entero en Alemania hasta un grado sorprendente.
Anteriormente habían cuatro partidos principales, dos de ala derecha y dos algo a la izquierda del centro (Socialdemócratas y Verdes), que sin embargo habían abandonado casi todas sus posiciones anteriores sobre cuestiones sociales e internacionales. El surgimiento de La Izquierda, que ya ha logrado sobrepasar la barrera de los cinco por ciento y que ha ganado escaños en cuatro estados alemanes occidentales (en el oriente de Alemania y Berlín ya es el primer, segundo o a veces el tercer partido), ha cambiado toda la constelación política.
Con resultados electorales que van del seis al trece por ciento, ha logrado obligar a los viejos partidos cambiar sus programas si no quieren perder aun más votos y elecciones. De repente se acogieron los demás partidos a la llamada por un salario mínimo, hasta entonces tema prohibido. De repente descubrieron cuan injusto son los planes de pensiones para los cuales tenían la responsabilidad todos los viejos partidos, y que fueron atacados por La Izquierda. Una guardería de niños asequible, antes disponible a todas las familias de la RDA y ahora demanda enarbolada por La Izquierda, ya recibe el apoyo de hasta los socialdemócratas de Ángela Merkel, aunque las metas fueron puestas para muchos años en el futuro. Hasta en la política extranjera, exigió La Izquierda una retirada de todas las aventuras militares fuera de Alemania. Resultó inalcanzable eso, pero se ha mostrado Alemania mucho más cautelosa durante el año pasado.
La próxima gran prueba será la de las elecciones estatales de septiembre en Bavaria, el estado más derechista. Si logra La Izquierda sobrepasar allí la barrera del cinco por ciento y si ayuda a resquebrar el poder del tal llamado partido cristiano gobernante, toda la situación Alemana cambiará aun más, hasta antes de las elecciones nacionales de 2009.
Eso fue el mensaje positivo en el congreso de Cottbus. Para responder a acusaciones hechas por los medios informativos casi todos hostiles, de que lanzaba La Izquierda demandas “populistas” para mejoramientos sociales irrealizables en términos financieros, ofrecía el partido una larga lista de áreas en donde el creciente número de millonarios y multimillonarios pudieran ser obligados por fin a pagar impuestos.
Casi inevitablemente, un enfoque de los medios principales fue sobre la posibilidad de desacuerdos y divisiones. Innegablemente, dentro del partido se han desarrollado dos tendencias. Un grupo en gran parte a favor de Lafoutaine (irónicamente, ex dirigente socialdemócrata), subrayaba a la militancia: alto a la privatización de las utilidades públicas, apoyo a los acciones de los sindicatos, hasta la posibilidad de una huelga general, no retroceder de los principios básicos por llegar a compromisos con los viejos partidos. Encuentra apoyo esta política entre muchos en las secciones alemanas occidentales del partido, así como entre grupos más “izquierdistas” orientales, como los de la “Plataforma Comunista” dentro del partido.
El otro grupo principal apoya a las reformas y parece más dispuesto a formar coaliciones con los socialdemócratas, como el caso del gobierno actual de Berlín, o hasta a nivel nacional. Se mantiene que los socialdemócratas tendrían que cambiar su política hasta cierto grado, pero la cuestión sigue siendo, ¿hasta qué grado, y si esta tendencia busca demasiado participar en el gobierno (con todos sus beneficios) en vez de ser una oposición militante?
Gregor Gysi, figura destacada del partido y dirigente del importante grupo de izquierda en el Bundestag, añadió nuevas cuestiones recientemente cuando hizo una llamada por un claro rechazo al “antisionismo” y un claro apoyo a Israel. Fue más allá, reclamando que ya tienen poca relevancia cuestiones como las del imperialismo y el antiimperialismo hoy en día cuando ningún país busca colonias, e indicó su apoyo por alguna clase de consenso alemán sobre estas y semejantes cuestiones.
Un pequeño grupo joven, yendo aun más lejos, llamo por un fin (todo en una sola frase) al antisemitismo, antisionismo, antiamericanismo y “anticapitalismo regresivo”.
En el contexto histórico del pasado alemán, hay una necesidad incuestionable por un rechazo a toda tendencia antisemita (algo utilizado de creciente manera por los ultraderechistas, amparado por un amplio sentimiento de rechazo a la política israelita en Palestina). Pero calificar a toda crítica a la política militar y de ocupación como antisemitismo puede representar el otro extremo. La cuestión fue apenas mencionada en el congreso, pero contiene peligros reales a la futura unidad.
En realidad, había solamente dos horas para la discusión; mucho tiempo fue gastado en las elecciones de oficiales del partido. El alemán oriental Lotear Bisky (81,3 por ciento) y el alemán occidental Oskar Lafontaine (78,3 por ciento) fueron reeligidos como copresidentes, aunque con porcentajes menores a los del año pasado, reflexión en parte la falta de apoyo por parte de algunos dirigentes alemanes orientales a las posiciones militantes de Lafontaine. También fueron elegidos cuatro vicepresidentes, dos del este y dos del oeste, tres mujeres y un hombre. Esta relación fue reflejada en la nueva Comisión Ejecutiva, con 16 hombres y 19 mujeres. Los votos más altos fueron para Sahra Wagenknecht, líder brillante de la Plataforma Comunista (70,5 por ciento) y Bodo Ramelow (73,6 por ciento), líder del fuerte partido de Izquierda en Thuringia y uno de los “reformistas” más destacados. La membresía ha crecido desde la convención fundadora y ahora está a 73.455, que lo hace el cuarto partido más grande de Alemania.
People's Weekly World Newspaper, 06/06/08
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