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La España en guerra ante la Kristallnacht por Alejandro Baer.
Kristallnacht, Noche de los Cristales, es el término con el que ha pasado a la historia el pogromo antisemita organizado por el régimen nazi en la noche del 9 al 10 de noviembre de 1938. La destrucción de cientos de sinagogas, saqueos, asesinatos y decenas de miles de arrestos y traslados a campos de concentración conforman el fatal balance de las acciones que tuvieron lugar en Alemania y Austria hace 70 años, y que dan comienzo al periodo hoy definido como el Holocausto.
En noviembre de 1938 España atraviesa la última etapa de la Guerra Civil, que se va definiendo de manera ya prácticamente irreversible a favor del bando nacional. El hambre, la destrucción y las noticias del frente que protagonizaban la vida en las dos Españas pueden hacer suponer que los infortunios que sufrieron los judíos alemanes por esas fechas no tendrían apenas repercusión en los medios españoles. Pero no es el caso. Los diarios se hicieron eco de los sucesos de Alemania, desde el atentado contra el diplomático alemán Von Rath en París por un joven judío polaco -que ofreció la excusa al régimen de Hitler para iniciar el pogromo-, hasta las reacciones internacionales a las acciones y medidas antisemitas. La percepción y representación de estos hechos en España se inscribe en un contexto político y cultural condicionado, por un lado, por la imagen estereotipada del judío -que emerge con nitidez durante la República en el ideario conservador y católico- y, por otro, por los acontecimientos de la guerra de España y, en especial, el vínculo entre los fascismos italiano y alemán con Franco.
La prensa de la zona nacional dio las noticias justificando las acciones antijudías, reproduciendo la versión antisemita de la propaganda alemana y ofreciendo también su propia interpretación, a partir del ancestral antijudaísmo de raíz católica. El atentado contra Von Rath del 7 de noviembre es presentado como fruto de una conspiración internacional judía contra Alemania: "Se trata de un crimen evidentemente político, fraguado por las organizaciones judías" titulaba, por ejemplo, La Gaceta del Norte el 9 de noviembre. El diario El Pensamiento Navarro titulaba en primera página el 11 de noviembre: "Los judíos envenenan las relaciones entre los pueblos", y describían los ataques como "acciones espontáneas contra los judíos". Respecto a las disposiciones que dicta el Gobierno alemán separando a los judíos de la economía nacional, el diario gallego El Progreso reproducía directamente las fuentes alemanas: "El judaísmo ha logrado acabar con la paciencia del pueblo alemán, siendo ya hora de que se den cuenta de cómo sabe reaccionar contra tales ataques". Ideal, de Granada, titula en portada el 13 de noviembre: "Alemania adopta medidas enérgicas contra los hebreos. Es un aviso claro para el judaísmo internacional, para que no vuelva a atentar contra un alemán". En esta misma línea también el diario Amanecer, de Zaragoza, señalaba el 11 de noviembre que "nadie debería sorprenderse por las medidas adoptadas por Alemania para defenderse", y se refería a las acciones anti-judías como "merecido castigo" para aquellos que "habían lanzado una ignominiosa campaña contra Alemania". Las noticias son también encuadradas mediante los mitos antisemitas que florecieron durante la República y la Guerra Civil. "Ese es el gran enemigo de la España de Franco: el judaísmo internacional que desde hace muchos años ha visto en nuestra patria presa segura de la política de turbulencias y castradoras concesiones que inauguró el 14 de abril" (Ideal, Granada, 25 de noviembre de 1938). En conjunto y con ocasión de los acontecimientos de noviembre de 1938, las diferencias entre los periódicos son más de matiz que de fondo, y se caracterizan por un discurso marcadamente antisemita.
La prensa republicana, por el contrario, reaccionó condenando con firmeza las acciones nazis y expresando solidaridad, e incluso identificación con los perseguidos. La Vanguardia titula el 11 de noviembre a cuatro columnas "En Alemania se ha desatado la fobia antisemita", y señala a continuación que "las turbas han incendiado todas las sinagogas de Berlín y saqueado las tiendas y domicilios particulares de los israelitas, cometiendo actos de verdadero vandalismo". El día 13 de noviembre los diarios de Madrid y Barcelona informan con detalle sobre lo sucedido. "Aumenta la indignación en todo el mundo por los actos de violencia de Alemania", titula La Vanguardia. Con el encabezamiento "El pogrom nazi", el Abc de Madrid, entonces en manos republicanas, dará comienzo a una serie de informaciones sobre las acciones de la noche del 9 al 10 de noviembre, la reacción internacional que provocaron, así como sobre los decretos que continuaron a los atentados y que fomentaron la creciente arianización y separación de los judíos de la vida económica de Alemania. Igualmente, el Abc publica noticias que desmienten el carácter espontáneo del pogromo, menciona "brutales métodos hitlerianos" e "inconcebibles decretos antisemitas de Goebbels". Aparecen también por vez primera los nombres de los campos de concentración nazis de Mauthausen y Buchenwald. El diario, editado en Alicante, Fragua Social, órgano de la CNT, se refiere al atentado contra Von Rath como "un acto de justicia realizado por un israelita" (9 de noviembre de 1938), y en los días siguientes publica titulares como "Se ha desatado en toda Alemania una furiosa ola de barbarie antisemita. Incendios, saqueos y otros excesos" o "Todas las conquistas del derecho y de la civilización han quedado sepultadas bajo el régimen despótico de la barbarie nazi". Igualmente se interpretan las acciones nazis en el contexto internacional, el de las concesiones al totalitarismo nazi, que afectaban también a la República española: "Sin la claudicación de Múnich, la bestia nazi no se hubiera atrevido a los actos de barbarie que comete contra los judíos" (Fragua Social, 12 de noviembre).
Finalmente, merece ser destacada la nota de condena a las acciones nazis que hace pública el Gobierno republicano tras una reunión del Consejo de Ministros en Barcelona el 16 de noviembre de 1938. La comunicación, reproducida de forma íntegra por los diarios republicanos un día más tarde, subrayaba que "los responsables de estos crímenes son los mismos promotores de la propaganda calumniosa que a partir de julio de 1936 se ha venido haciendo contra España y su gobierno", y que España, "dolorida ante el agravio de la dignidad humana que significa la afrenta de los nefandos pogromos de la Alemania nazi" prestaría, una vez terminada la guerra y dentro de los límites de sus posibilidades, "cobijo a cuantos perseguidos por su origen, ideas políticas o religiosas", quisieran venir a España. En contraste, esta misma noticia es recogida por el Abc nacional, el de Sevilla, en una columna titulada "Ecos y fichas de la criminalidad roja" el 18 de noviembre de 1938. En ella se expresa que, "además de acoger en su suelo a toda la hez de las brigadas internacionales", el gobierno de la República "dará la máxima facilidad a todos los judíos que quieran trasladarse a la España roja (...) Con esta ley se prepara la invasión de España roja por el judaísmo internacional".
Barcelona caería en manos de Franco apenas dos meses más tarde, y a finales de marzo de 1939 las tropas nacionales entraban en Madrid, donde el Generalísimo daría el 1 de abril su conocido último parte oficial de la guerra.
Se suele decir respecto a la relación entre historia y sociología que la primera sin la segunda está ciega y que la segunda sin la primera está vacía. Esto es lo que nos suele recordar Reyes Mate cuando insiste, con Walter Benjamin, que el presente puede ser iluminado en un instante a través de la fuerza fugaz de un pasado olvidado. Al volver la mirada a la representación de la Noche de los Cristales en los medios de la época descubrimos que estos hechos también nos conciernen en España. Por un lado, republicanos españoles y judíos europeos -muy especialmente aquellos que se alistaron en la Brigadas Internacionales- reconocieron entonces que sus destinos estaban entrelazados. Por otro, los enraizados prejuicios y estereotipos antisemitas, con que se prodigaron en noviembre de 1938 quienes finalmente vencieron la Guerra Civil, han perdurado durante décadas. Sus resabios y ramificaciones forman parte de nuestro presente.
Alejandro Baer es profesor de antropología social en la Universidad Complutense de Madrid, autor de Holocausto. Recuerdo y representación (Editorial Losada, 2006).
El País.es 11.11.09
LA NOCHE EN LA QUE COMENZO EL HOLOCAUSTO
Guillem Sans Mora.Corresponsal en Berlin. Publico.es
Hace 70 años, la noche de los cristales rotos acabó con la vida de al menos 400 judíos y marcó un punto de inflexión en la política antisemita del Tercer Reich
Hay que remontarse a la Edad Media para encontrar en la historia alemana un pogromo comparable al ocurrido hace 70 años en la denominada noche de los cristales rotos, del 9 al 10 de noviembre de 1938. Esa noche, la turba nazi quemó unas 1.500 sinagogas en todo el país mientras los bomberos se quedaban mirando para intervenir sólo en caso de que las llamas se propagaran por donde no debían. También destrozaron tiendas judías y demolieron edificios enteros. Y los últimos cálculos hablan de 400 personas sacadas por la fuerza de sus viviendas, apaleadas y asesinadas.
Días antes de los hechos, un judío polaco de 17 años asesinó en París al diplomático alemán Ernst Vom Rath en venganza por la deportación de sus padres. Su muerte sirvió como excusa para que el gobierno lanzase una revuelta contra los ciudadanos judíos en todo el país. El ataque se orquestó mediante la organización paramilitar de las SS y, además de las sinagogas, también se quemaron varios cementerios, más de 7.000 tiendas y 29 almacenes. Finalmente, más de 30.000 judíos fueron detenidos e internados en campos de concentración.
Persecución implacable
El pogromo fue especialmente destructivo en Berlín y Viena, donde vivían las dos comunidades judías más grandes del Reich. La mayor parte de las 94 sinagogas de Viena fueron dañadas y sus visitantes sometidos a toda clase de humillaciones. Los nazis alegaron que los mismos judíos tenían la culpa por el pogromo e impusieron a la comunidad judía una multa de mil millo-nes de reichsmarks, además de una nueva ola de legislación que atacaba los derechos de esta comunidad. Tras el suceso, las escuelas judías fueron cerradas y los niños judíos que asistían a las escuelas alemanas fueron expulsados.
En definitiva, la noche de los cristales rotos impulsó la persecución de los judíos. Por entonces, el jerarca nazi Heinrich Himmler ya estaba preparando los nuevos campos de concentración que acogerían a 30.000 nuevos opositores políticos. Himmler comenzó a dirigir las SS cuando todavía era un pequeño departamento de vigilantes de salas dentro de la SA, la organización paramilitar del NSDAP, el Partido Nazi alemán. Sin embargo, al final de la guerra, Himmler acabó convirtiéndose en la segunda figura más poderosa del Tercer Reich. Fue el superior absoluto de tres millones de policías y comandante de 600.000 soldados de la Waffen-SS y de otros dos millones de reemplazos del ejército, además de jefe de un centenar de empresas.
Un jerarca cruel y sanguinario
Si Himmler un bávaro que cambió el catolicismo por los potajes esotéricos en los años veinte llegó a lo más alto de la jerarquía nazi fue porque se responsabilizó de organizar los campos de concentración, adelantándose a otras instituciones que también participaron en el Holocausto. Himmler dejó dicho que todo lo que hizo fue aplicar "la voluntad declarada del Führer", y en sus planes de un Reich expandido al este hasta los Urales y libre de judíos y eslavos, se hacía necesaria la muerte de 30 millones de personas.
El historiador alemán Peter Longerich, del Royal Holloway College de la Universidad de Londres, acaba de publicar la primera biografía de Himmler que utiliza todo el abundante material privado que se conserva del personaje. Himmler llevó un diario desde su infancia, y hay también una lista de lecturas entre los años 1919 y 1934, correspondencia con amigos, parientes y esposa, parte de su agenda y otros documentos. El crítico Volker Ullrich opina en el diario suizo Tages-Anzeiger que la obra está a la altura de la biografía de Hitler que publicó Ian Kershaw.
Himmler también es el padre de las orgías de violencia de las SS en el este de Europa que tanto interesaron al autor Johathan Littell para escribir su novela Las benévolas. La máxima de seguir matando a toda costa por duro que sea la formuló así Himmler en su famoso discurso en Poznan/Posen (actual Polonia) el 4 de octubre de 1943: "La mayoría de vosotros sabrá qué son cien cadáveres juntos, o quinientos allí, o mil más allá. Haber pasado por esto sin perder la decencia, exceptuando casos de debilidad humana, eso nos ha hecho fuertes". Longerich explica que el "autocrontrol" y la frialdad fueron dos rasgos decisivos de la personalidad de Himmler que supo transmitir a su masa de carniceros subordinados.
En sus últimos días en el búnker de Berlín, Hitler destituyó a su número dos de todos sus cargos porque, en un arrebato de ingenuidad, había intentado negociar una paz separada con los aliados occidentales. Acabada la guerra, Himmler intentó escapar de Alemania, pero fue apresado por tropas británicas al norte del país. Se suicidó mordiendo una pastilla de cianuro de potasio que escondía entre los dientes.
El Público.es 11.11.09
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