El corazón de Bilbao, su arteria central, la Gran Vía, fue escenario ayer del multitudinario rechazo a ETA tras el asesinato del inspector de policía Eduardo Puelles. Pero la masiva presencia ciudadana, entre 40.000 y 50.000 personas (25.000 según la Policía Municipal y 80.000 según el Gobierno vasco), tuvo una lectura que iba más allá de la magnitud de la manifestación: el sentimiento de unidad fue absoluto, frente a la división que en otras ocasiones ha prevalecido sobre el dolor compartido.
El corazón de Bilbao, su arteria central, la Gran Vía, fue escenario ayer del multitudinario rechazo a ETA tras el asesinato del inspector de policía Eduardo Puelles. Pero la masiva presencia ciudadana, entre 40.000 y 50.000 personas (25.000 según la Policía Municipal y 80.000 según el Gobierno vasco), tuvo una lectura que iba más allá de la magnitud de la manifestación: el sentimiento de unidad fue absoluto, frente a la división que en otras ocasiones ha prevalecido sobre el dolor compartido. La unión de las fuerzas políticas, de las instituciones democráticas, prevaleció sobre las diferencias ideológicas o tácticas que en ocasiones han ensombrecido el objetivo común de la derrota del terrorismo.
Primero, 11 jóvenes de distintos partidos (muchos de ellos cargos públicos) sostuvieron la pancarta de cabecera en espera de las víctimas del terrorismo y de los representantes de los distintos cuerpos policiales que iban a liderar la manifestación. Detrás, las autoridades del Estado, encabezadas por la vicepresidenta del Gobierno, María Teresa Fernández de la Vega, el lehendakari, Patxi López, el presidente del Senado, Javier Rojo, el delegado del Gobierno en el País Vasco, Mikel Cabieces, la presidenta del Parlamento vasco, Arantza Quiroga y, en una esquina, el embajador francés, Bruno Delaye. Detrás, el Gobierno vasco; después, los partidos políticos, con la única excepción del entorno radical (al que no se le esperaba).
Patxi López, al término de la manifestación, por la tarde, ratificó con claridad su mensaje contra ETA y quienes les apoyan en un discurso sin rendijas y sin ambages. El lehendakari, tan emocionado como firme, aseguró: "Todas las víctimas de ETA somos nosotros, somos los que queremos la tolerancia y la convivencia". "Para los demócratas es más importante lo que nos une que lo que nos separa, y este país se construirá sobre la memoria de las víctimas y no la de sus verdugos", indicó en un discurso constantemente cortado por los aplausos de los manifestantes.
El lehendakari concluyó su mensaje de forma muy clara: "No vamos a ceder ni un solo milímetro a los propagadores de la violencia, a los silencios cómplices, a los que quieren acabar con nuestros más elementales derechos, a los liberticidas, a los que amparan el asesinato, a las almas cargadas de odio ni a los chivatos del fascismo". Anunció que "se acabó la impunidad, se acabó la arrogancia de quienes utilizan el argumento del amparo velado de la capucha". "Venimos dispuestos a abrir el tiempo en el que nadie tenga que ocultar que es ertzaina o policía a sus vecinos; en el que nadie tenga que callar sus opiniones por miedo; en el que nadie tenga que bajar la voz para decir lo que piensa, por temor a que le escuchen".
El nuevo espíritu de unidad se reflejó desde el inicio de la manifestación. Cuando las víctimas (siete familiares de asesinados por ETA), acompañadas por los representantes de los cuerpos policiales, sostuvieron la pancarta, comenzaron los aplausos. Cuando las autoridades, de distintas ideologías, se incorporaron a la manifestación, los aplausos se mantuvieron con la misma intensidad. Era el clima de unidad, quizás no recordado desde el pacto de Ajuria Enea, el momento culminante del acuerdo político en Euskadi.
El mensaje del lehendakari era el resumen de una sintonía general entre los representantes de los distintos partidos. El presidente del PP del País Vasco, Antonio Basagoiti, había afirmado por la mañana que el lehendakari, Patxi López, "ha estado a la altura" con un discurso "claro y contundente" para deslegitimar el terrorismo "desde el minuto uno". Basagoiti se alegró "de haber apoyado a un lehendakari y a un Gobierno vasco que saben liderar la reacción de la sociedad vasca cuando ETA da un zarpazo".
El presidente del PNV en Vizcaya, Andoni Ortuzar señalaba que "el tiempo de ETA, si alguna vez existió, ya se ha acabado". Javier Rojo, presidente del Senado, se felicitaba de que la manifestación hubiera sido "un éxito mayor del esperado". Y señaló: "Los demócratas hemos recuperado la calle masivamente, con unidad y con civismo. Patxi López ha mostrado su liderazgo con un discurso contundente contra ETA y de valores democráticos, como la defensa del pluralismo y de la tolerancia".
Para Rodolfo Ares, consejero de Interior, la manifestación fue "enorme y ha marcado un nuevo tiempo". "Ha mostrado que la sociedad vasca está harta de ETA, que quiere unidad y liderazgo político contra el terrorismo como los ha ejercido Patxi López. Paca, la viuda, ha dado muestras de gran entereza. He llegado a un pacto con ella. Ella se ha comprometido a mantenerse firme y yo a detener a los asesinos de su marido", subrayó.
El coordinador general de Izquierda Unida, Cayo Lara, también presente en Bilbao, pedía a ETA el abandono de las armas y le señalaba que matar y violar sistemáticamente los derechos humanos "no es de izquierdas. La izquierda no asesina", afirmó.
Dirigentes de otros partidos como Aralar y EA insistían en la condena a ETA.
La marea humana tuvo el final más humano posible con la intervención de la viuda de Eduardo Puelles. Paqui Hernández, flanqueada por sus hijos Rubén y Asier, tocó el corazón de los manifestantes con un discurso sereno, pero ardiente en el que se declaró orgullosa de su marido y de que "haya mucha gente como Eduardo y de que cada día haya más", para cerrar su emotiva intervención con un contundente "¡Viva el País Vasco!"
La manifestación fue transmitida en directo por ETB, tras la toma de posesión del nuevo equipo directivo. Sin embargo, algunas personas mostraron su indignación porque el lehendakari no fue enfocado durante los primeros 40 minutos y porque las cámaras no mostraron la magnitud de la marcha. Los responsables de la emisión se justificaron en privado aludiendo al escaso número de cámaras enviadas al acto.
Contundente llamada de Patxi López contra la violencia
- "No cederemos ni un milímetro a los liberticidas, a los que amparan el asesinato ni a los chivatos del fascismo".
- "Venimos dispuestos a abrir el tiempo en el que nadie tenga que ocultar que es ertzaina o policía a sus vecinos; en el que nadie tenga que callar sus opiniones por miedo; en el que nadie tenga que bajar la voz para decir lo que piensa, por temor a que le escuchen".
- "Se acabó la impunidad, se acabó la arrogancia de quienes utilizan el argumento del amparo velado de la capucha".
- "Este país se construirá sobre la memoria de las víctimas y no sobre la de sus verdugos".
- "Para los demócratas es más importante lo que nos une que lo que nos separa".
"Con mi marido no van a poder, porque como él hay muchos más"
(Viuda de Eduardo Puelles)
Paqui Hernández, la viuda del inspector de policía asesinado por ETA, Eduardo Puelles, protagonizó ayer el momento más emocionante de la jornada al reivindicar el trabajo de su marido y enviar con rotundidad a sus asesinos el mensaje de que no van a lograr los objetivos por los que matan. En las escalinatas del Ayuntamiento de Bilbao esperó a que llegara la cabecera de la manifestación de protesta por el atentado. Allí, se fundió en un abrazo con su hijo pequeño, de 16 años.
Paqui Hernández, la viuda del inspector de policía asesinado por ETA, Eduardo Puelles, protagonizó ayer el momento más emocionante de la jornada al reivindicar el trabajo de su marido y enviar con rotundidad a sus asesinos el mensaje de que no van a lograr los objetivos por los que matan. En las escalinatas del Ayuntamiento de Bilbao esperó a que llegara la cabecera de la manifestación de protesta por el atentado. Allí, se fundió en un abrazo con su hijo pequeño, de 16 años. Y en cuanto el lehendakari Patxi López terminó su discurso, se dirigió al micrófono, con un hijo a cada lado. El silencio se podía cortar con un cuchillo. Paqui Hernández lo rompió con su coraje:
"¡Soy la mujer de Eduardo y me siento muy orgullosa!", gritó a los manifestantes. "Y estos dos que tengo a mi lado son sus hijos. Lo único que han conseguido ha sido dejar dos huérfanos y una viuda. No van a conseguir nada más, porque, gracias a Dios, hay mucha gente como mi marido, ¡mucha!, y no van a poder con ellos. ¡Cada día van a salir más y más!"
Con voz emocionada pero clara, a veces con rabia, abrazada a la bandera de España que había cubierto el féretro de Eduardo Puelles, Paqui Hernández se dirigió a los asesinos: "A mí me han hecho daño, pero les va a costar mucho poder conmigo. A mí no me van a ver llorar. Lloraré en casa, pero aquí, no. No les voy a dar ese gusto", gritó entre los aplausos de los presentes, más conmovidos que ella misma.
"Cada uno tiene sus ideas, pero las defiende hablando y no matando. Esa gente no son políticos, no son presos políticos. Que no vengan sus familias pidiendo dinero para ir a verlos porque son presos políticos. ¡Son asesinos!", continuó. Hernández agradeció la presencia de los varios miles de personas que salieron a la calle bajo el lema Por la paz, libertad, ETA no y reivindicó el País Vasco como un lugar donde "se puede vivir muy bien, porque hay gente muy decente y muy honrada".
La viuda de la última víctima de ETA mantuvo la cabeza deliberadamente alta durante todo el día. No quería llorar. No quería dar ese gusto a los asesinos, y no lo hizo. Al mediodía, cerca de su casa y tras el acto de Arrigorriaga, serena pero contundente, Paqui Hernández había acusado a ETA de hacer negocio con la muerte ante las cámaras de Antena 3: "Esto es un negocio. Ellos viven de este negocio y con matar a mi marido no han conseguido absolutamente nada. No defienden la libertad de nadie, todo lo contrario, nos la están cortando. Sacan dinero de esto. Que lo entienda todo el mundo: están sacando dinero de esto, extorsionando a la gente. Y no saben vivir de otra manera. Es lo único que saben hacer: matar, matar, matar".
Horas antes de concluir la concentración celebrada en Arrigorriaga, Josu Puelles, agente de la décima promoción de la Ertzaintza, y con la misma energía, vindicó la labor profesional de su hermano: "Gracias a su labor, que antepuso muchas veces a su propia familia, detuvo a terroristas que nos intentan imponer con las armas sus ideas". Entero y firme, sosteniendo a su madre y a otro hermano, Josu hizo extensivo ese reconocimiento a "sus compañeros" y a todos y cada uno de los cuerpos policiales, que citó: la Policía Nacional, la Guardia Civil, la Ertzaintza y las policías locales, "que a veces menospreciamos".
"No somos conscientes de que tras la libertad de cada uno y las libertades colectivas hay un trabajo policial", señaló, para acabar con un emocionado homenaje al hermano asesinado. "No es una víctima del terrorismo, no es una víctima más. Es un héroe en la lucha por las libertades de este país", manifestó Josu Puelles, que insistió: "Para nosotros, mi hermano es un héroe y no una víctima, y como tal ha muerto. Es un gudari nagusia [gran soldado]", recalcó. De esta forma atribuyó a Eduardo, policía nacional vasco, la condición de los soldados del Gobierno vasco durante la Guerra Civil, denominación de la que se ha apropiado el abertzalismo radical para los militantes de ETA.