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La contrarreacción posmachista, tiene un plan

    «Las declaraciones del juez Serrano son una pieza más en el engranaje de la contrarreacción posmachista. Es un movimiento que nació en los 80 y ahora está muy organizado. Se manipulan los datos de las denuncias falsas, se ataca la concesión de las custodias, se golpea la igualación activa -lo que se conoce como discriminación positiva-, se santifica el síndrome de alienación parental y se ridiculiza el lenguaje no sexista». A quienes llevan muchos años rascando en el tuétano de la violencia de género, la polémica creada por Francisco Serrano no les deja boquiabiertos. Por ejemplo, a Miguel Lorente.

El delegado del Gobierno contra la Violencia de Género ha sido forense antes que político: «La contrarreacción critica a los que cuestionan la posición tradicional, los que planteamos una forma distinta de ser hombre y de ser mujer. Y esa crítica es perversa, porque sabe que genera dudas en una sociedad que aún vive de la desigualdad aprendida». Es un movimiento posmachista, «porque en el fondo cree que los hombres tienen un sitio y las mujeres otro. Esta corriente niega la desigualdad histórica de la mujer. Parte de cero y eso le hace pensar que la lucha por la igualdad ataca a los hombres».

Cuando el juez Francisco Serrano habló en EL MUNDO de denuncias falsas se sumó a otras voces que han dicho lo mismo en los últimos años. Pero sus datos revolucionaron diciembre. «Lo malo es que son datos manipulados desde muchos ángulos. Ha calculado asuntos incoados, no sentencias. En incoados, un caso de maltrato puede registrarse por la denuncia policial de la mujer, la judicial, la del centro médico o incluso la de un testigo. Así, un caso son cuatro. Si, después, ese caso se sobresee, Serrano lo considera denuncia falsa y lo contabiliza como cuatro. Por tanto, se le dispara la cifra».

Además, el delegado del Gobierno contra la Violencia de Género desmiente que sobreseimiento sea sinónimo automático de denuncia falsa. «Tras denunciar, muchas mujeres no declaran contra su marido por miedo, dudas o presión del entorno. Es algo que sabe cualquier experto. El juez valora, justamente, la presunción de inocencia y archiva. Pero Serrano convierte esta conducta en denuncia falsa y dice que la mujer ha denunciado al marido porque le ha sido infiel y ella se ha calentado».

Lorente habla de las dificultades para probar las agresiones cuando aparece el síndrome del paso a la acción retardada. «La agresión deja a la mujer bloqueada. Se han descrito casos de mujeres que se han quedado horas tumbadas en el suelo. Tardan en reaccionar y a veces denuncian días después, cuando los signos de las lesiones son menos objetivos».

Otro factor que complica la condena judicial a un maltratador es la «dificultad de la fijación de los recuerdos». «Bajo un estrés basado en tensión emocional, la mujer no sabe qué contestar ante el juez. La mujer confunde algunos recuerdos y el hombre se acuerda de todo. Ante eso, el juez cree que la mujer miente y el agresor dice la verdad».

A Lorente le preocupa que los discursos que presentan a la mujer como algo malvado y dispuesto a perjudicar al hombre «envalentonan al maltratador, le cargan de razones y legitiman su postura». «Y en la mujer generan miedo a denunciar».

Las estadísticas del CGPJ hablan del 0,19% de denuncias falsas. Las aseguradoras dicen que una de cada tres denuncias (35%) por robo en domicilio es falsa y la sanidad sostiene que el 95% de las quejas sobre mala praxis médica es archivado.

Lorente: «Si las denuncias falsas fueran un chollo, no se explicaría que las denuncias en general hayan disminuido en el último trimestre de 2008 y el primero de 2009. Se producen unos 400.000 casos de violencia de género al año, de los cuales se denuncian 100.000. Hay 300.000 casos que no se denuncian. Si las denuncias falsas fueran negocio, como sostiene la contrarreacción, habría muchísimas más».

El Mundo. 26.12.09