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Los grupos ultras se multiplican en EEUU.
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La ultraderecha estadounidense resurge de manera alarmante un año y dos meses después de la llegada de Barack Obama a la Casa Blanca. El último informe del Southern Poverty Law Centre (SPLC), el grupo de derechos civiles más importante de EEUU, afirma que los grupos de extremistas "patrióticos" ha aumentado en un 244% con respecto a 2008.
Según el SPLC el número de estos grupos alcanza niveles históricos, incluso pese a que la segunda formación neonazi del país se disolvió en 2009. De los datos se desprende que los grupos anti inmigración han crecido un 80% y que los denominados grupos patrióticos han vuelto a niveles de los años 90.
La explicación está, según la organización, en las teorías conspiratorias que propagan algunos medios ultraconservadores como Fox News y el sentimiento de rabia contra el Gobierno por la crisis económica.
El informe hace hincapié en que todos estos nuevos extremistas mantienen lazos muy estrechos con las bases políticas más conservadoras. Aquí entran en juego organizaciones como el Tea Party, que fue noticia recientemente por la devoción que han depositado en la ex gobernadora de Alaska, Sarah Palin.
La persona que una vez fue candidata a la vicepresidencia del Gobierno, ha repetido en infinidad de ocasiones cosas como que Obama es "amigo de los terroristas". El documento evita calificar al Tea Party como extremista, pero alerta de que "se alimentan a base de una ideología radical, teorías conspiratorias y racismo".
Ruptura del entramado conservador
La victoria de Barack Obama supuso la derrota no sólo del Partido Republicano y de la era Bush, sino de toda la maquinaria conservadora que existe detrás de él. Lobbies, Think Tanks, empresas, universidades, escritores, políticos y medios que habían conseguido construir un lenguaje único para producir una corriente de pensamiento ultraconservador que perdurara durante generaciones.
Todos se vieron hundidos por la llegada a la Casa Blanca del primer presidente negro de EEUU. Pero su estructura financiera e ideológica es tan fuerte que en tan solo un año y tres meses han conseguido recuperarse.
Son muchos los pensadores que han achacado a la izquierda estadounidense una debilidad intelectual endémica. Carecen de fondos, organización y una línea clara.
Gracias a ello, los conservadores han florecido consiguiendo dar la vuelta a cualquier tipo de razonamiento político progresista con el más simple de los argumentos: la diferencia entre el bien y el mal. Esta diferenciación, por ejemplo, era una constante en los discursos de Bush.
A Obama se le ha atacado desde estos sectores incluso antes de que fuera elegido candidato por el Partido Demócrata para las elecciones de 2008. Se le acusó de ser un elitista, mientras Joe McCain gastaba zapatos de Ferragamo valorados en 520 dólares.
Se extendió la idea de que era musulmán. Se llegó incluso a decir que era el mismísimo anticristo. Y en mayor o menor medida se ha tratado de difundir la idea de que Obama es racista con los blancos.
Una vez en la Casa Blanca, cada gesto que ha hecho ha sido interpretado como una medida encuadrada dentro de una estrategia global para acabar con el país. Glenn Beck, presentador de la cadena Fox News, propiedad del magnate de la comunicación Rupert Murdoch, es uno de los principales exponentes de esta corriente.
Beck ha hablado en su programa, The One Thing, de la supuesta voluntad de Obama de acabar con la supremacía de EEUU a nivel mundial y someter al país a un gobierno global, encabezado por él mismo. Ha llamado en numerosas ocasiones a los ciudadanos a organizarse contra el presidente y acudir a los Tea Parties.
Ha comparado la reforma sanitaria propuesta por la nueva administración con el 11-S. Dijo que Obama "odia a los blancos" para justificar el ataque de dos estudiantes negros a otro blanco en un autobús en Illinois. Y llegó a asegurar que el presidente estaba montando campos de concentración a lo largo y ancho del país. Nunca pudo demostrarlo.
Hay una cosa que Beck consigue manejar a la perfección concatenando vídeos, declaraciones y recurriendo a los padres fundadores. Hacer creer que el supuesto progresismo de la administración Obama es, simplemente, comunismo. Comunismo a la antigua. El de los rusos, los espías y los misiles de Cuba.
Vuelta a los años oscuros
La línea editorial de Fox News va acorde con la de su dueño. El propio Murdoch dijo en una entrevista en Australia que Beck tiene razón al llamar racista a Obama. La Casa Blanca respondió declarando la guerra a la cadena. Pero esto ha servido para hacer de presentadores como Beck víctimas de una supuesta persecución por decir nada más que la verdad.
El ex presidente Jimmy Carter dijo en septiembre del año pasado que el presidente de EEUU estaba sufriendo una campaña racista en su contra. Antes de las elecciones, varios supremacistas blancos fueron detenidos porque planeaban atacar al presidente.
Un informe de 2008 concluía que, pese a que había una tendencia creciente a la organización de nuevos grupos de odio, no era algo importante. En 2009 esos grupos se multiplicaron pasando de ser 149 a 512 según el SPLC. Un viejo problema con el que seguro que Obama no contaba. Que la sociedad estadounidense volviera a refugiarse en la oscura caverna de los 80 y principios de los 90.
Público. es 05/03/2010
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