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Esta semana recibíamos la noticia del fallecimiento de Galina, a sus 36 años, una activista pro Derechos Humanos, altamente comprometida con la denuncia del racismo y la intolerancia en su ciudad, Moscú, donde trabajaba como Sub Directora de la ONG SOVA Center. Una larga enfermedad se la llevó después de años de lucha, pero sin duda dejará un recuerdo imborrable entre quienes la conocimos y tuvimos la suerte de compartir con ella la lucha por la dignidad y los derechos humanos de toda persona con independencia de su procedencia, orientación sexual, nacionalidad, etc.
Ser activista contra los crímenes de odio no es fácil. Requiere un compromiso de hierro, una fortaleza anímica a prueba de las más horribles desgracias que pueda sufrir una persona; y además, conlleva asumir un riesgo personal bastante alto, sobre todo en Rusia, donde Galina desarrollaba su militancia y compromiso. SOVA Center ha sufrido el hostigamiento incesante de grupos de odio y la presión hostil de las autoridades que aún hoy desconfían de la sociedad civil independiente.
Algunos de sus activistas se han visto forzados a refugiarse en los Estados Unidos, después de recibir amenazas directas tanto personales, como contra sus familiares. Lo que adquiere una dimensión apabullante, si tenemos en cuenta que se trata de un país, donde los activistas de derechos humanos pueden morir asesinados. Recordamos los nombres de Serguei Markelov, abogado, o la joven periodista Anastasia Baburova, que se suman a los asesinatos de las también periodistas Anna Politoskaia, y Natalia Estemirova, esta última militante de la ONG Memorial.
Por eso la muerte de nuestra compañera representa un doble drama: el personal que sufren su familia y amigos por la pérdida del ser querido, y el del vacío que dejará su ausencia, porque en los tiempos que corren no es fácil encontrar gente con la fuerza, la visión, los valores, la energía y la determinación de luchar contra la intolerancia.
En breve, su organización editará el último informe redactado por Galina, sobre racismo y xenofobia en Rusia, sin duda, reflejará la tendencia al alza en declaraciones populistas, proliferación de grupos de odio, agresiones y asesinatos. Solo cabe esperar que cause la conmoción necesaria para que las autoridades actúen y apuntalen esa frágil democracia. Con seguridad, centenares de activistas seguirán trabajando a diario para erradicar de Europa sus peores fantasmas de odio y totalitarismo, con la tristeza por la pérdida de una de nosotros, pero con la seguridad de que nuestro trabajo es imprescindible, y que nuestra causa es la mejor.
NO TE OLVIDAMOS
Movimiento contra la Intolerancia.
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