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Julio A. Parrado, corresponsal del diario El Mundo, murió la noche del lunes por un ataque de misiles al sur de Bagdad. Horas más tarde, el martes por la mañana, el ataque de un tanque estadounidense sobre el hotel Palestine de Bagdad, donde se hospedan numerosos periodistas, acabó con la vida de Protsyuk, cámara de la agencia Reuters, y del cámara de Telecinco José Couso. A estos periodistas fallecidos se suma también el corresponsal de Al Yazira, Tarek Ayub.
Entidades como Reporteros Sin Fronteras y Periodistas contra la Guerra han expresado ya su solidaridad con las familias y los medios de comunicación de estas víctimas de la guerra y han invitado a “clamar contra esta masacre”. En el caso de Julio A. Parrado, que en el momento de su muerte acompañaba al ejército estadounidense, el presidente de Reporteros Sin Fronteras, Fernando Castelló, ha condenado “el nuevo método norteamericano de insertar a periodistas entre las tropas armadas”, ya que los reporteros “pueden ser tomados como blanco por el enemigo”. "En este momento, sólo podemos sospechar y acusar al ejército norteamericano de haber usado a los periodistas como blancos, deliberadamente y sin advertencias", señala en comunicado Reporteros Sin Fronteras, que calcula que sólo en el conflicto en Irak se encuentran desplazados en la zona “alrededor de 2.600” profesionales de la información.
En lo que va de año han muerto también cerca de otra decena de periodistas en todo el mundo y, de seguir así, pronto se alcanzará los 20 periodistas fallecidos el año pasado mientras ejercían su labor. Los datos son del Comité para Proteger a los Periodistas, que afirma en su informe anual que en 2002 20 periodistas fueron “asesinados” y 136 fueron encarcelados. Según este organismo, durante el pasado año el número de profesionales fallecidos descendió, al tiempo que aumento de manera “alarmante” la cifra de detenidos. El país que presentó mayor número de periodistas encarcelados fue China.
En esta línea, desde el Comité para Proteger a los Periodistas afirman que la mayor parte de los comunicadores fallecidos no murieron mientras informaban en una zona en guerra, sino por “represalias directas” a causa de sus informaciones, en países como Colombia, Filipinas, Rusia y Pakistán.
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