Harzer Straße es parte del barrio berlinés Neukölln, cedida para la residencia de cerca de seiscientas familias gitanas, generalmente inmigrantes procedentes de la localidad rumana de Fântânele. En la zona, como suele ser, se habla la lengua rumana y se cantan canciones típicas. Llevan el estilo de vida que marcan las costumbres gitanas: celebran las bodas al aire libre, tiene muchos hijos y nunca se descansa. ¿Por qué han abandonado Rumanía? Según Benjamin Marx, una visita a Fântânele lo aclara todo:
A primera vista, Fântânele parece un pueblo bastante decente con casas acabadas, o todavía en construcción, situado en un lugar precioso. Se diría que es un sitio idílico para alquilar en verano una casa un par de semanas y olvidarse del bullicio del mundo. Sin embargo, no se puede vivir allí. No hay trabajo y el colegio que hay no puede atender a los niños de todas las edades. La otra escuela se encuentra a unos treinta kilómetros. Es decir, la infraestructura falta casi por completo. Existe también el problema de la discriminación de gitanos en Rumania el cual es bastante grave. Así que optan por escapar a Berlín, por ejemplo, a Harzer Straße, creyendo que es una especie de paraíso gitano, pero tampoco es así. La integración es difícil en todas partes. Algunos intentan volver a Fântânele, porque incluso residiendo en Alemania mantienen un vínculo muy estrecho con su pueblo, pasan allí las vacaciones y envían dinero a los familiares.
El experto explica a qué dificultades de integración se suelen enfrentar en Harzer Straße:
–Es difícil imaginarse unas condiciones en las que familias gitanas puedan ser vecinos de alguien. Tienen por costumbre formar agrupaciones y comunidades, haciendo todo tipo de negocios, prometiendo a los “suyos” vivienda para poder estar en Alemania a cambio de dinero. Al mismo tiempo, están obligados a pagar literalmente a cada paso. De modo que hay una circulación de dinero independiente, a la par que deudas con el Estado alemán.
La organización que representa Benjamin Marx participa en la construcción y búsqueda de viviendas para las familias gitanas; las autoridades del barrio apoyan la realización del proyecto. En concreto, facilitan a los gitanos la posibilidad de estudiar y de trabajar. La mayoría de los hombres residentes en Harzer Straße tienen formación en la esfera de la construcción y las mujeres, pese a la aparente falta de contacto con el mundo exterior, aprenden alemán gracias a unos cursos municipales. Los trabajadores sociales intentan facilitar su integración social. Sin embargo, las perspectivas no son en absoluto “prometedoras”.
En opinión del experto, la Unión Europea cometió un grave error aceptando a Rumanía y Bulgaria. Todo ocurrió demasiado pronto como para que la integración de los inmigrantes se llevara a cabo con éxito. Los países en cuestión están todavía en vías de desarrollo. Y, si la UE ha decidido dar este paso, debería haber previsto la creación de herramientas e instituciones necesarias en el marco de la Europa comunitaria. Dado que nada se ha hecho, ni siquiera zonas como Harzer Straße pueden ofrecer una solución al problema. Sin embargo, al menos da un ejemplo de experiencia positiva en donde se observa que las autoridades son perfectamente capaces de mostrar una mayor atención a iniciativas de este tipo y los inmigrantes de cuidar las viviendas que se les conceden y de afianzar su situación en la sociedad que los rodea. No importa el tiempo y los esfuerzos que se requieran.
23.04.2013