2-11-2013 / 9:00: h EFE
La población gitana de República Checa, Hungría y Eslovaquia está en el punto de mira de movimientos de ultraderecha que utilizan una agresiva retórica que algunas veces desemboca en abierta violencia contra esa discriminada minoría.
El activista, periodista y político ecologista romaní David Tiser es un conocido presentador de un programa de la televisión pública checa, aunque recuerda a Efe que le ha costado "sangre, sudor y lágrimas" ser reconocido por la sociedad.
El presentador confiesa que cuando era adolescente sufrió ataques de "cabezas rapadas" en su ciudad natal de Pilsen, y que era frecuente que por la calle le menospreciasen y le insultaran con apelativos como "cara negra".
Y lamenta que no haya una legislación en su país contra la discriminación "porque los políticos tienen miedo de que la ciudadanía no la acepte".
Esta amarga experiencia en el día a día no es algo aislado entre los 250.000 gitanos checos, una minoría en la que el paro, la baja formación y una menor esperanza de vida tienen una gran incidencia.
En República Checa se han contabilizado en lo que va de año decenas de manifestaciones organizadas por ultraderechistas en distintas ciudades y a las que han asistido, además de jóvenes neonazis, ciudadanos que antes no participaban en este tipo de protestas racistas.
Los servicios secretos checos han advertido en un reciente informe que la propagación entre la población del rechazo contra la minoría pueden dinamitar la coexistencia pacífica en el país.
Algunas de estas protestas han acabado con graves choques entre los antidisturbios y manifestantes radicales que pretendían entrar en barrios romaníes con palos y piedras y entonando cánticos como "los gitanos a la cámara de gas".
Las manifestaciones se han celebrado en algunas regiones en plena reconversión industrial, como la comarca minera de Ostrava, que tiene la tasa de desempleo más alta del país con casi un 12 %.
Las protestas, según Monika Simunkova, apoderada del Gobierno checo para los Derechos Humanos, está relacionada con la crisis económica y el aumento del desempleo.
"En general, aumenta la frustración, que puede volverse contra los demás. En este momento, los gitanos se han convertido en la diana", explica a Efe Simunkova.
Las autoridades checas se toman "muy en serio", asegura, las advertencias del servicio de inteligencia sobre el peligro de una extensión del sentimiento antigitano entre la población.
"La necesidad de apoyar a los gitanos excluidos es uno de los problemas más graves que afronta el país", concluye.
En Budapest el Centro Europeo para los Derechos de los Gitanos (ERRC) ha contabilizado 120 agresiones graves contra los gitanos en Hungría, República Checa, Eslovaquia y Bulgaria entre 2008 y 2012.
El presidente del centro, Gergely Dezideriu, explica a Efe que las manifestaciones checas son los últimos casos de intimidación al colectivo gitano en Europa del Este, mientras que de Hungría destacó la retórica racista de los más radicales.
El extremista Jobbik, la tercera fuerza política de Hungría, es conocido por sus arengas incendiarias contra esa minoría y uno de sus lemas es combatir lo que califican como "crimen gitano".
Su rama paramilitar, la denominada "Guardia Húngara", intimidó durante años a la minoría romaní -el 5 % de la población- con desfiles por sus barrios, hasta que fue ilegalizada en 2009.
Entre 2008 y 2009 murieron asesinados seis gitanos en diferentes atentados con cócteles molotov y armas de fuego, delitos por los han sido condenadas este verano tres personas a cadena perpetua, un fallo elogiado por organizaciones no gubernamentales (ONG) pro derechos humanos.
En Eslovaquia los ultranacionalistas del partido extraparlamentario SNS también lanzan críticas racistas contra esta minoría de 403.000 personas, el 7,5 % de la población, aunque más importante es que los gitanos se ven discriminados por parte de los propios organismos públicos.
El país ha suscitado las críticas de la Unión Europea (UE) por la construcción de muros para segregar barrios gitanos del resto de la población, alegando los municipios razones de seguridad y limpieza.
En todo el país existen 14 de estos muros, el último de ellos se erigió el pasado verano en Kosice, Capital Cultural Europea en 2013, lo que conllevó duras críticas de la Comisión Europea, aunque los reproches no pasaron a mayores.
Dezideriu destaca que en Eslovaquia "las autoridades locales desalojan la población gitana de ciertas localidades, muchas veces usando como argumento la ley de protección del medio ambiente".
La segregación también existe en el sistema educativo: Amnistía Internacional lleva años denunciando que se incluyen cada año a miles de niños gitanos en clases para discapacitados intelectuales sin razón alguna.
Peter Pollák, apoderado del Gobierno eslovaco para la comunidad gitana reconoce a Efe que "algunos niños acaban allí en base a diagnósticos erróneos" y que quedan muchas cosas por corregir.