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La crisis y la reciente llegada a la capital de nuevas formaciones políticas y asociaciones estudiantiles de extrema derecha han traído consigo un «repunte» más que significativo de la militancia en las organizaciones de ideología neonazi, según recoge un informe elaborado por la Brigada de Información de la Policía Nacional, cuyos agentes controlan en la actualidad a más de un centenar de jóvenes 'skinhead' de carácter violento que militan en, al menos, tres grandes organizaciones inscritas oficialmente como asociaciones culturales. «Hubo una época en la que estos grupos fueron muy activos, pero en los últimos años hubo un cierto estancamiento motivado por el ingreso en prisión de algunos de sus cabecillas, aunque en los últimos meses sí hemos detectado un repunte de la actividad a raíz de la llegada de distintas formaciones de carácter nacional», resume una de las integrantes de este grupo policial, cuyo trabajo en la sombra salió ayer a la luz gracias a un congreso sobre 'Grupos ideológicos juveniles violentos' destinado a policías y guardias civiles. Pero al margen de estas organizaciones oficiales, cuyas sedes ya han sido escenario de múltiples protestas por parte de los grupos de ideología contraria, el principal problema detectado por los agentes radica en el carácter más clandestino e individual de los miembros de las organizaciones locales, formadas en su mayoría por jóvenes de 24 años de media, pero que suelen ser captados cuando aún son menores a través de líderes ideológicos que se valen de «su carácter habitualmente manipulable» con grandes discursos sesgados de tintes xenófobos. Enfrentamientos ideológicos La actividad de algunos de estos seguidores de la doctrina marcada en su día por el régimen nazi, cuyos símbolos (esvásticas, runas, cruces celtas...) lucen muchos de estos jóvenes vallisoletanos tatuados en sus cuerpos, se ha traducido en un incremento más o menos preocupante de los enfrentamientos con simpatizantes de la extrema izquierda. Eso además de un crecimiento de las protestas visibles en la calle (estudiantiles y contra la inmigración) y de actos más cerrados como charlas, sobre cuestiones como los derechos ante una detención, y conciertos de grupos que exhiben sin pudor letras de claro corte neonazi. «Estos jóvenes suelen tener un marcado carácter agresivo como forma de canalizar sus frustraciones y llegan hasta el punto de pegarse entre ellos cuando no encuentran un blanco de extrema izquierda», resume la inspectora que ayer abrió estas jornadas, que hoy continúan con un informe sobre grupos de extrema izquierda, organizadas por el Sindicato Unificado de Policía (SUP) y que acoge el salón de actos de Comisiones Obreras. La actuación policial y judicial contra este tipo de grupos considerados violentos, al margen de la comisión de posibles delitos –agresiones...–, se limita inicialmente a la identificación de sus integrantes a la espera de que surja algún indicio de ilegalidad en sus actividades –posesión de armas, incitación al racismo...–. «Es importante la prevención y detectar el problema a tiempo, sobre todo, cuando los más jóvenes comienzan a pertenecer a estos grupos, ya que a medida que crecen son más difíciles de controlar», considera la experta antes de recordar cómo han visto transformaciones radicales «en menores de edad en apenas un año de militancia en estos grupos». Pero la irrupción de las redes sociales, al margen de la presencia física de nuevas organizaciones en la capital, hace que muchos jóvenes «se sientan atraídos por los mensajes lanzados a través de cuentas abiertas o de foros cerrados creados por 'skinhead' vallisoletanos». A través de ellos, los recién llegados son «llamados a la acción para que traduzcan sus mensajes virtuales en acciones reales contra los inmigrantes o los 'rojos'».
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