EL PAÍS.- El Grupo de Investigación Interdisciplinario en Inmigración (Gritim) de la Universidad Pompeu Fabra (UPF) ha diseñado un método para identificar y medir la xenofobia en los discursos políticos. La fórmula ha sido puesta a prueba en Cataluña y concluye que la comunidad no muestra tendencias xenófobas desde un punto de vista general. No obstante, entre los mensajes discriminatorios que se encontraron, la mayoría provenía de los partidos de derecha. Otra deducción significativa es que las agrupaciones moderan la carga xenófoba cuando están en el Gobierno, a diferencia de cuando forman parte de la oposición.
“Cataluña no es xenófoba, pero existen diferencias entre la izquierda y la derecha, donde se encuentra más presente. Esto demuestra que es un problema ideológico”, afirma Ricard Zapata-Barrero, director del Gritim y del Master in Immigration Management (Máster en Gestión de la Inmigración) de la UPF. “Los partidos utilizan el discurso de la inmigración de manera discriminatoria para ganar votos cuando están en la oposición. Una vez en el Gobierno, ya no hablan de ella de la misma forma”, asegura.
El Gritim ha analizado 103 fuentes de información procedentes de programas electorales, debates en el Parlament y entrevistas en medios de comunicación realizadas entre 2007 y 2012 pertenecientes a seis formaciones políticas: CiU, ERC, ICV, PP, PSC y PxC.
Para que un discurso sea considerado xenófobo, ha de reunir los primeros tres indicadores de los 15 que contempla el método del Gritim. El primero es que se dirija de forma explícita solo a los ciudadanos con derecho a voto, por lo que la mayor parte de los extranjeros quedaría excluida. Además, tiene que dar una imagen de la inmigración en términos de polarización y conflicto. Por último, debe emplear términos negativos o exageraciones a la hora de representar a este este colectivo .
“Estos tres primeros son básicos para determinar que el mensaje es xenófobo. El resto nos sirve para ver cómo está articulado”, explica Zapata-Barrero.
Plataforma per Catalunya fue la única que cumplió los 15 criterios. Junto al PPC, quedaron como las agrupaciones más xenófobas. Solo los socialistas e ICV no llegaron a reunir los tres primeros, por lo que su dialéctica no sería discriminatoria. “Esto no significa que Iniciativa y el PSC sean buenos. No basta con tener un discurso neutral, sino que hay que ser antixenófobo”, asegura Zapata-Barrero.
El estudio muestra que la religión ha sido la más atacada por los políticos. “Los que no son cristianos han sido los más afectados. Según nuestra hipótesis, esto se debe a que cuanta más distancia hay en materia religiosa, más grande es la distancia cultural”, explica el director del Gritim. “Hemos medido tanto los rechazos como las preferencias. Los marroquíes han sido muy mencionados de forma negativa. En cambio, los latinoamericanos son vistos con preferencia”, añade.
La finalidad de este método, financiado por la Fundación Open Society, es que sirva a los partidos políticos de “efecto espejo sobre ellos mismos”, según Zapata-Barrero, que considera que otras agrupaciones también pueden utilizarlo como una herramienta para formular argumentos contra aquellas que sobrepasen los límites.
“A veces se piensa que no importa lo que digan, siempre que no lo hagan. Pero las palabras sí son relevantes porque legitiman políticas y también acciones ante la sociedad”, defiende el director del Gritim. Advierte que a algunas formaciones que no se ven a sí mismas como discriminadoras les costará aceptar que lo son en cierta medida, pero que “a la hora de hablar de inmigración, hay sutileza e inconsciencia en algunos partidos tradicionales”.
El Gritim espera que el método sea utilizado por las agrupaciones para autorregularse, “ya que la ley no permite poner límites a la retórica xenófoba a menos que apele a la violencia física”, explica Zapata-Barrero. “Pero puede funcionar como un radar de carretera en el sentido de que si te excedes, te hacemos una fotografía”.