El modelo sería la la célula neonazi que asesinó a nueve inmigrantes por todo el país entre 2000 y 2007
EL TIEMPO.- Los servicios secretos alemanes alertaron hoy del denominado “nuevo terrorismo ultraderechista”, cuyo modelo es la célula neonazi que asesinó a nueve inmigrantes por todo el país entre 2000 y 2007 y que, al actuar a escala “subterránea”, dificulta su control y vigilancia.
“Son una minoría dentro de la por sí minoritaria ultraderecha. Pero no olvidemos el daño que puede generar un único individuo o un trío extremadamente radicalizado”, apuntó el presidente del departamento de Protección de la Constitución -o servicios secretos de Interior-, Hans-Georg Maassen.
La alusión al “trío” remite a Clandestinidad Nacionalsocialista (NSU), cuya única superviviente -Beate Zschäpe- está siendo juzgada en Múnich año y medio después de que se revelara la existencia de esa célula que, con una estructura mínima, provocó la más larga serie de asesinatos racistas de la Alemania moderna.
Entre la ultraderecha hay más rechazo que respaldo hacia la NSU, aseguró Maassen, pero ello no quita peligrosidad al reducto de quienes se han marcado “como modelo y manual a seguir” a ese grupo.
“La buena noticia es que son menos. La mala, que aumentó su potencial de violencia. Según nuestros datos, ahora mismo uno de cada dos ultraderechistas es violento o está dispuesto a la violencia”, resumió Maassen.
Su informe anual, que ha presentado este martes junto al ministro de Interior, Hans-Peter Friedrich, refleja un descenso continuado de ultraderechistas: de los 25.000 de 2010 se bajó a 22.400 en 2011 y a 22.150 el pasado año.
Están más diversificados que nunca, en la medida en que las principales formaciones de ese espectro -Partido Nacional Democrático (NPD) y Unión del Pueblo Alemán (DVU)- perdieron año a año militancia, hasta sumar ahora entre ambos a unas 11.000 personas.
En su lugar han proliferado las llamadas “camaraderías” o grupúsculos locales -unos 200 en todo el país- y ha aparecido un nuevo partido “Die Rechte” -“Los Derechistas”-, liderado por un neonazi recalcitrante, Christian Worch.
También se han diversificado los llamados “autónomos nacionalistas” -de acuerdo al modelo del llamado “Bloque Negro” de la izquierda radical-.
Esta evolución refleja lo que el jefe del espionaje en el populoso “Land” de Renania del Norte-Westfalia, Burkhard Freier, describió como “problemas adicionales” en la lucha contra la ultraderecha: su capacidad de adaptación y su existencia cada vez más subterránea.
Para Freier, como para Maassen, la creciente peligrosidad del nuevo terrorismo ultraderechista discurre en paralelo a la de los salafistas, con unos 4.500 miembros en Alemania dentro del total de 42.550 individuos catalogados de “islamistas potenciales” del país.
A lo largo de 2012, se registraron diversos enfrentamientos entre salafistas y ultraderechistas en todo el país, con especial intensidad en Renania del Norte-Westfalia, centro de operaciones de otro grupo residual ultraderechista, “Pro-NRW”
“Son grupos que se retroalimentan. Es difícil saber quién provoca a quién, porque tienen el objetivo común de ganar el máximo eco con acciones minoritarias”, resumió Maassen.
Para su colega renano, la diferencia sustancial para el seguimiento de unos y otros es que, mientras a los salafistas más peligrosos -130 en todo el país- se les tiene identificados y bajo vigilancia las 24 horas del día, los ultraderechistas tienen una capacidad de camuflaje en la sociedad muy superior.
El informe de Maassen era el primero elaborado desde que asumió el cargo, en 2012, tras la dimisión de su antecesor, Heinz Fromm.
El relevo se produjo en medio de la cadena de renuncias y ceses en las cúpulas policial y del espionaje por los flagrantes fallos revelados con el desmantelamiento de la NSU, la célula de estructura aparentemente mínima y autora de asesinatos en serie en distintos puntos del país y siempre con la misma pistola.