Desde 1982 han fallecido 12 hinchas por la violencia entre los aficionados. Romero Taboada es la segunda víctima del Frente Atlético tras Aitor Zabaleta, asesinado en 1998
EL PAÍS.- 30 de noviembre 2014. Ser vasco, de izquierdas o derechas, español o francés, es igual. Los motivos de la sinrazón son muy dispares: unos colores, una ideología o ser mera víctima del azar. Da lo mismo. Tras el asesinato ayer de Francisco Javier Romero Taboada antes del Atlético de Madrid-Deportivo, desde 1982 han perdido la vida 12 aficionados como consecuencia de la violencia derivada del fútbol español, cuyas gradas e insignias son aún caldo de cultivo para la barbarie.
1982: José Gómez Rodríguez. Vicecónsul de Suecia en Benidorm, falleció el 31 de octubre como consecuencia de una refriega producida en un partido de aficionados que tuvo lugar en la localidad de Pallejà (Barcelona). Una discusión con el portero rival provocó que un grupo de jugadores se abalanzasen sobre él.
1984: Manuel Luque Castillejo. Casado y padre de dos hijos, policía nacional, murió a los 29 años después de mediar en una pelea que se desencadenó en el campo de deportes San Joaquín, en el barrio del Naranjo de Córdoba, durante un encuentro alevín que se disputó el 6 de mayo.
1985: Luis Montero Domínguez. Trabajador en los astilleros de Cádiz, de 56 años, fue alcanzado por una bengala marinera que salió despedida desde la grada de Preferencia en un duelo de Segunda contra el Castellón en el estadio Carranza, el 21 de abril. Fue la primera víctima en España por un artefacto pirotécnico.
1990: Florentino Dueñas. Árbitro de regional, perdió la vida el 18 de agosto por los disparos efectuados por un policía jubilado durante un partido de Preferente entre el Motril B y Calahonda. Tenía 32 años.
1991. Frédéric Rouquier. Hincha francés del Espanyol, muere debido a los navajazos propinados por un grupo de skinheads de los Boixos Nois, ultras del Barcelona, tras un Espanyol-Sporting. Formaba parte de las Brigadas Blanquiazules. Otro integrante de este grupo radical, José María Arboleas Martínez, fue herido de gravedad en la misma agresión, el 14 de enero.
1991. Eufrasio Alcázar. Hincha del Atlético, de 23 años. Fue rodeado por cuatro seguidores del Real Madrid en una boca de metro cercana al Bernabéu, al grito de “¡maldito indio!”. Sufrió una herida de arma blanca en un costado de 15 centímetros de profundidad.
1992. Guillermo Alfonso Lázaro. Con 13 años, es el muerto más joven de la lista negra. Había ido por primera vez a Sarrià, junto a sus padres y su hermano, para presenciar un Espanyol-Cádiz. Un cohete lanzado desde el lado opuesto del recinto se incrustó en su pecho y le produjo heridas irreversibles.
1994. Emiliano López Prada. De 19 años, estudiaba segundo de Derecho y era socio del Deportivo. Celebrar un gol del Atlético frente al Barça en un bar de A Coruña le costó la vida el 12 de marzo. Uno de los clientes se acercó a él y le asestó dos puñaladas mortales antes de huir.
1998. Aitor Zabaleta. Su delito, ser de la Real Sociedad. Fue apuñalado a los 28 años cerca del Calderón, mientras marchaba con sus amigos para presenciar un duelo contra el Atlético, el 9 de diciembre. Su asesino, el neonazi Ricardo Guerra, pertenecía al subgrupo Bastión, la facción más violenta del Frente Atlético. Hoy día aún se profieren cánticos desde el fondo sur del estadio del Manzanares para celebrar su muerte.
2003. Manuel Ríos Suárez. De 31 años y seguidor del Deportivo. Falleció el 8 de octubre por los golpes recibidos al término de un encuentro de la Copa del Rey entre su equipo y el Compostela, en Santiago, cuando trataba de proteger a un joven que llevaba la camiseta del conjunto local de los hinchas radicales deportivistas. Sufrió desgarros irreversibles en el hígado.
2012. Íñigo Cabacas. El 9 de abril, tras un enfrentamiento entre el Athletic y el Schalke de la Liga Europa, en Bilbao, fue alcanzado por una pelota de goma lanzada por la policía, que intervenía en las cercanías del antiguo San Mamés por unos disturbios entre aficionados de ambos equipos. Permaneció tres días en coma y murió a los 28 años. El juez imputó a cinco ertzainas, pero la investigación no se ha cerrada.