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Un año de lucha contra el ciberodio

    

 27 septiembre, 2015.  La Fiscalía de Madrid cuenta con una sección dedicada a delitos en la Red contra los vulnerables.


QUICO ALSEDO / PABLO HERRÁIZ. EL MUNDO.- Se llama sección de Ciberodio, ha cumplido un año y con ella la Fiscalía de Madrid pretende «enfrentar prácticas delictivas que se desarrollan sobre todo en las redes sociales y en el medio informático, vinculadas a los llamados delitos de odio, de los que se han dado casos importantesdurante estos últimos años y que creemos que merecen una atención especial», señala su impulsor, el fiscal jefe provincial, José Javier Polo.


Polo, anteriormente fiscal jefe de Toledo (Cabellero Klink, el nuevo fiscal superior de Madrid, también llega de Castilla La Mancha), halló cierta oposición en parte del cuerpo de fiscales a su nueva reestructuración, y finalmente hubo de variar «un poco» el sistema para poder llevarlo a cabo. Sea como fuere, los delitos de discriminación y ciberodio parecen haber sido beneficiados por el nuevo organigrama, como admite incluso Esteban Ibarra, presidente del Movimiento Contra La Intolerancia, una de las organizaciones sociales más significativas de España en la lucha contra esta clase de ilícitos penales.


«Es cierto que en gente como Polo hemos encontrado una sensibilidad importante hacia este tipo de temas», señala Ibarra, quien incardina la creación de la sección madrileña de Ciberodio «en el empujón que se le han dado a estos temas desde la propia Fiscalía de Sala del Tribunal Supremo, donde Elvira Tejada impulsó la asignación a estos delitos a un cuerpo especial de hasta 52 fiscales desde aproximadamente enero de 2014», explica.


La sección madrileña de Ciberodio, integrada en este momento por un fiscal delegado y tres fiscales a pie de cancha, se ha ocupado, en un año, tanto de casos tan sonados como la muerte del hincha del Deportivo de La Coruña Francisco Javier Romero Taboada Jimmy, como de «muchos delitos informaticos por acoso a menores y por acoso en general, y también de daños informáticos por accesos indebidos o hackeos», informan fuentes de la propia Fiscalía.


Esta sección está dividida en tres especialidades: la de delitos tecnológicos, los delitos de odio y un novedoso departamento de delitos cometidos a través de la Red contra los consumidores (perpetrados por empresas). Estos tres apartados son los que Polo ha englobado bajo la denominación «sección de Ciberodio».


El propio Polo, como fiscal provincial, llevó personalmente el caso Ultras-Tala, durante su ejecutoria en Toledo. Sucedió en 2009. La Fiscalía dirigida por Polo decidió emplearse con la máxima contundencia con un grupo de ultras del Talavera Club de Fútbol, entonces en Tercera División. Los Ultras-Tala, de Talavera de la Reina (Toledo), utilizaban, como el resto de grupos ultra, el pretexto del deporte para perpetrar sus delitos, entre los cuales se contaban lesiones, daños, amenazas, coacciones e injurias.


La Fiscalía de Toledo investigó los hechos durante meses y terminó presentando una denuncia contra este grupo ultra y ordenando la detención de sus nueve principales miembros. Dichos ultras fueron condenados finalmente por varios delitos de asociación ilícita y de promover la discriminación, el odio o la violencia contra otras personas por cuestiones de raza, orientación sexual, religión o ideología. Justo los hechos que se persiguen ahora también en Madrid.


Ya anteriormente, Eduardo Esteban, antecesor de Polo en el cargo, había dedicado un especial empeño a estas causas que Esteban Ibarra, del Movimiento Contra La Intolerancia, pone en contexto: «Sólo se denuncian uno de cada cuatro delitos de homofobia, pero del resto de delitos de odio el ratio es aún mucho menor: sólo uno de cada 10 casos llegan a la Justicia en xenofobia, racismo antinegro, ataques a las personas sin hogar…».


«Luego», prosigue, «hay un capítulo que es el ciberodio, en el cual nosotros hicimos una investigación y salían más de 1.500 sites de ciberodio sólo en España. Por no hablar de las redes sociales: en Twitter ahora el odio es enorme», explica Ibarra.