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LOS GRUPOS URBANOIDENTITARIOS VIOLENTOS

    No resulta fácil aportar una visión holística o con “mirada de gran angular” sobre la realidad de los Grupos Urbano-Identitarios Violentos a los que nos vamos a referir y que por otra parte, ya el Ministerio del Interior ha reajustado en el  Plan de Actuación y Coordinación Policial contra Grupos Violentos de Carácter Juvenil, aprobado en mayo de 2022. Es evidente que su diversidad dificulta presentar conclusiones de índole general pero eso no quiere decir que los diferentes grupos no tengan elementos comunes que se deben de valorar  con arreglo a su praxis, dado que sus consecuencias e interacciones muestran muchas características semejantes.
No hablamos de violencia en grupo o de manadas, ni de pandilleros o matonismo urbano, ni de organizaciones creadas para la comisión de delitos comúnes, aunque los cometan, no es su fin, hablamos de Grupos Urbano-Identitarios Violentos, colectivos organizados que poseen una ideología o una visión identitaria, para los que la violencia es una opción asumida y en muchos casos prioritaria en su praxis de grupo. Todos pueden ser considerados  Grupos de Odio y en efecto, hay elementos  comunes, similares y diferenciales entre ellos, sean ultras del fútbol, ultraindependentistas , ultraizquierdistas o ultraderechistas, junto las bandas urbanas con referencia étnica. Incluso para estudiar las interacciones de su ecosistema. Todos a su manera serían Ultras porque van “mas alla”(ultra) de la legalidad democrática. Desde el rol que juega su naturaleza identitaria, como el caso de la ideología o cosmovisión, al simbolismo y mitos que resulta prevalente en todos, aunque luego cometan delitos comunes, hasta sus elementos seductores de captación,  trasvases intergrupos y construcción, así como su práctica y conductas violentas, y ello unido a la dinámica de odio hacia quienes señalan como enemigos, hacia quien desde su intolerancia rechazan y niegan, lo confirma.
La asunción colectiva e interiorización individual de la violencia como elemento instrumental para alcanzar sus objetivos, definidos a partir de estrategias y tácticas derivadas de su identitarismo, es un elemento crucial. Es cierto que desde una perspectiva bolista e integral la respuesta a este problema nos puede llevar a una multiplicidad y complejidad de factores que alimentan esa causalidad que su estudio desborda este texto. Cierto que muchos factores  interactúan y se retroalimentan, pero no debemos de perder el hilo de lo esencial y es que los grupos que la ejercen, junto a la intencionalidad de causar daño, siempre tienen su autojustificación (por qué), aunque sea una respuesta sin sentido, y un para qué (instrumental), evidenciando la relación con sus víctimas. 
La violencia por naturaleza es instrumental y es un acto de poder (salvo la enajenación mental); no existe la violencia “gratuita” que algunos políticos y periodistas se empeñan en divulgar. A través de la violencia el agresor o su grupo establece una relación de dominio con la víctima para humillarla, hacerle daño, robarla, extorsionarla, vengarse de una situación anterior, recordar quién manda, violar, oprimir, explotar, para disfrutar o divertirse a través de la propia acción violenta..., hasta un sin fin de situaciones que la vida misma ofrece. Si preguntamos a los agresores sobre su justificación, siempre tendrán una explicación –salvo enajenación mental–, aunque la justificación sea que no sabe porque perdió la cabeza. La violencia es una relación de fuerza dañina, cruel y maligna establecida con el otro/otros y  puede emerger de la mano de lo que Adorno denominaría una personalidad autoritaria, una personalidad que se comporta de manera intolerante ante situaciones que no controla o no acepta, que puede exacerbarse constituyendo un riesgo para personas y también para sociedades cuando quienes lo padecen se encuentran en posiciones de dominancia. 
1.- LOS GRUPOS URBANO-IDENTITARIOS VIOLENTOS
Los Grupos Urbanos Violentos  saltaron de nuevo a la actualidad tras el período COVID. La violencia ejercida por grupos organizados está presente. En verdad  nunca se fué, solo estuvo parcialmente confinada, como estuvimos todos, aunque siguió fortaleciéndose en la inmersión de las redes sociales e internet, hasta emerger recrudecida, saltando a los medios de comunicación como información, muchas veces espectacularizada, previa acción sangrienta o asesinato.  Estos son los hechos y este es un problema muy grave, al que solo se reacciona a posteriori. 
Vivimos tiempos inquietantes, crece la polarización y el fanatismo, emerge la violencia, preocupa  su desarrollo por machismo y misoginia, como por el  generado por grupos urbanos violentos, sean ultras del fútbol, extremistas  o las denominadas bandas de referencia o matriz latina, ósea como relación individual, familiar o social. La violencia es violencia. Preocupa y mucho. ¿Pero cómo  erradicarla?. Es difícil. Pero sin una sociedad impregnada de fuertes valores humanistas y democráticos, no hay nada que hacer. Algo que las instituciones, desde su INDOLENCIA, no contemplan en  su verdadera dimensión. Solo se acuerdan del problema cuando truena. Y precisamente el Estado de Derecho debe de aportar todo su esfuerzo en la prevención y protección ciudadana, así como en el amparo y apoyo a las víctimas. No cabe el silencio y su no contemplación. Son necesarios las Estrategias, los Planes de Intervención y los Programas específicos dirigidos a combatir y erradicar la violencia y sus grupos. Analicemos la violencia y observemos a los Grupos Urbano-Identitarios Violentos, sujeto activo en su uso contra quien declaran su enemigo, mediante su intolerancia al diferente.
 Discurso oficial y mediático. Objeciones sobre su denominación
En una primera aproximación, partimos del  Ministerio del Interior cuando informa que refuerza la lucha policial contra las bandas juveniles y establece una nueva clasificación (19.5.2022). Es una buena pauta identificativa, pero incorrecta, desde nuestra opinión, de incorrecta denominación “juvenil” pues acaba estigmatizando a los jóvenes y a sus grupos naturales.  La clasificación basada en la ideología, motivación y su vinculación, es una buena base pero se deben evitar las estigmatizaciones señaladas, como evitar por los medios la profusión de uso del término “latino “que también estigmatiza. Todo ello sin ocultar las matrices identitarias generadoras o que se asumen como referencia.  Cuestión diferente es que participen jóvenes en estos grupos, como ha sucedido históricamente en general con los grupos violentos, o que participen con influencias de origen diverso. Dice así el comunicado del Gobierno:
“El Ministerio ha puesto en marcha una actualización del Plan de Actuación y Coordinación Policial contra Grupos Violentos de Carácter Juvenil que establece una nueva clasificación de estas bandas.El Ministerio del Interior ha reforzado la lucha policial contra las bandas juveniles mediante la actualización del Plan de Actuación y Coordinación Policial contra Grupos Violentos de Carácter Juvenil. Esta nueva versión introduce una nueva clasificación de este tipo de organizaciones y otras iniciativas que permitan adaptar la prevención y la respuesta policial a la realidad actual de dichos grupos para reducir sus expresiones de violencia, el impacto social que provocan y mejorar la protección material de sus víctimas más vulnerables, en especial los menores.La actualización se ha realizado mediante la Instrucción 8/22 del secretario de Estado de Seguridad, Rafael Pérez, que renueva la vigencia de un plan aprobado en 2005 y renovado en 2014 que ha resultado útil para orientar la actuación de las Fuerzas de Seguridad frente a la criminalidad vinculada a este tipo de grupos y en apoyo y asistencia a sus víctimas.Durante la vigencia de este Plan de Actuación y Coordinación Policial contra Grupos Violentos de Carácter Juvenil, los expertos policiales han constado la evolución reciente de este fenómeno y la conveniencia de acometer su actualización para adaptarlo a la realidad actual.Los datos de criminalidad y de operatividad policial muestran una tendencia decreciente de la actividad criminal protagonizada por jóvenes y menores de edad vinculada a grupos de ideología radical, pero también que se han generado nuevas dinámicas que influyen en su comportamiento violento, como pudiera ser el odio y la discriminación hacia otros grupos minoritarios o vulnerables.
Nueva clasificaciónDados estos factores, y para mejorar el conocimiento policial de estos grupos, el plan fija una nueva clasificación más acorde con su actual entidad y relevancia delictual. Con carácter general, la instrucción define como grupos violentos de carácter juvenil aquellos integrados por menores de edad, o por menores y jóvenes entre 14 y 30 años como edades de referencia, que pueden presentar estructuras de cohesión y disciplina interna y cuyas actuaciones derivan en ocasiones en conductas de carácter violento que generan preocupación y alarma social.A partir de criterios de ideología, motivación y vinculación con ámbitos concretos, los grupos o bandas juveniles más relevantes localizados en España se pueden agrupar en los siguientes bloques:Grupos violentos de extrema derecha, aquellos de inspiración neonazi, fascista, antisemita, etc...Grupos violentos de extrema izquierda y anarquistas, incluidos los movimientos 'okupas' o antifascistas de carácter radical.Grupos violentos de referencia grupal latino, bandas creadas a semejanza o inspiración de las que operan en países iberoamericanos, importadas de aquellos países y que en la actualidad están formadas por miembros con independencia de su origen étnico o nacional.Grupos violentos en el deporte, en los que la violencia integra parte del estilo de vida de los seguidores más fanáticos de equipos deportivos, en especial la que tiene lugar con ocasión de partidos de fútbol.Grupos violentos movidos por el odio, que ejercen la violencia contra otras personas por motivos discriminatorios, porque las perciben como diferentes o vulnerables, por lo que sus acciones incluyen elementos compatibles con los delitos de odio o la agravante de discriminación, y siempre que no se hallen incursos en ninguno de los grupos anteriores.Otros: aquellos casos de concertación eventual, esporádica o espontánea de jóvenes para ejercer la violencia por alguna de las motivaciones contempladas en los apartados anteriores o que persiguen ejercer violencia física, psíquica o sexual o causar daños a bienes colectivos.
Además, el plan redefine una segunda clasificación de acuerdo con el grado de independencia o autonomía de estos grupos, que queda como sigue:"Grupos de referencia" son aquellas organizaciones, de implantación autonómica, nacional o internacional, dotadas de elementos ideológicos, modus operandi y signos distintivos propios, con capacidad para aglutinar, bajo su misma denominación, a una serie de "grupos subordinados" (capítulos, subgrupos, etc.) en ámbitos territoriales distintos."Grupos subordinados", unidades organizadas y con capacidad operativa propia que, aun actuando en su ámbito territorial con determinado grado de autonomía, mantienen una dependencia orgánica o simbólica con alguna "organización de referencia", de la que toman su denominación genérica y sus principales signos distintivos."Grupos independientes" son aquéllos que, sin perjuicio de sus eventuales conexiones con otras de ideología afín o características similares, actúan con suficiente autonomía y sin dependencia directa con un "grupo de referencia".
Operativo policialA partir de esta doble clasificación, la instrucción dictada por el secretario de Estado de Seguridad mantiene las directrices del plan orientadas al seguimiento de los grupos violentos de carácter juvenil y a conocer la evolución de la incidencia de sus acciones delictivas.Además, las direcciones generales de Policía Nacional y Guardia Civil actualizarán sus planes operativos específicos y reforzarán los instrumentos de coordinación entre las distintas unidades policiales encargadas del control y persecución de este tipo de delincuencia.El plan pone énfasis en facilitar la coordinación y el intercambio de la información obtenida entre los servicios policiales dedicados a la persecución de los grupos violentos juveniles y los especializados en otros planes preventivos de la Secretaría de Estado de Seguridad como el Plan Director para la Convivencia y Mejora de la Seguridad en los Centros Educativos y sus Entornos, el Plan contra los Delitos de Odio o el Plan Estratégico Nacional de Lucha Contra la Radicalización Violenta.La nueva reformulación del plan perfecciona además los mecanismos de colaboración entre las unidades policiales y las autoridades judiciales y fiscales para garantizar que las investigaciones lleven a la imposición de condenas acordes con la gravedad de los hechos investigados y que produzcan un efecto disuasorio sobre sus integrantes actuales y potenciales. En este sentido, el plan aboga por el perfeccionamiento de los procedimientos consensuados con el Ministerio Fiscal para la adopción de todas aquellas medidas que, sin perjudicar el interés superior del menor de edad y contribuyan a depurar su responsabilidad, consigan su desvinculación de las bandas violentas.Por otro lado, el plan desarrolla nuevas iniciativas en el ámbito de la prevención para actuar desde una perspectiva policial y multidisciplinar sobre los entornos sociales y educacionales de los jóvenes y menores de edad, para prevenir su identificación con dinámicas sociales destructivas que les conducen a integrarse en bandas o a promover o participar en acciones violentas concertadas contra otros.Por último, el plan ordena a las Fuerzas de Seguridad incrementar el seguimiento de las redes sociales más frecuentadas por menores y jóvenes, un ámbito de riesgo dada la intensa actividad en ellas de los grupos violentos de carácter juvenil para coordinar acciones de contenido violento; para difundir mensajes identitarios con apología delictiva de tendencia xenófoba, racista o antisemita, o para exaltar comportamientos violentos inspirados en el odio a las minorías o en la diferencia étnica o ideológica.
Objeciones terminológicasLos grupos políticos y los medios de comunicación siempre se han enredado terminológicamente en una discusión que en verdad tiene su trasfondo pues en la denominación subyace el carácter y tratamiento prevalente que se les quiere dar a estos Grupos. Y a veces dando más importancia a este debate nominalista que al objeto del problema. Desde la eclosión de estos grupos en los 90, aunque tienen sus raíces en épocas anteriores y en lugares y países muy diferentes que influyeron en España, como es el caso de los grupos neonazis en Alemania, los ultras del fútbol en Italia y Gran Bretaña, los de referencia latina en USA o los grupos antisistema izquierdistas de centroeuropeos.
Por los años 2000 se debatía con intensidad si eran tribus juveniles, tribus urbanas, o pandillas, diluyendo la naturaleza organizada de los grupos skinheads que generaron violencia y asesinatos. Posteriormente llegó el momento de las Bandas Latinas, cuando los Latin King y los Ñetas aparecieron, se entabló  una guerra sin cuartel entre ellos aunque con algún impacto directo en la ciudadanía, además de otros delitos de violaciones y robos con violencia. Y tampoco se llegaba a entender su alcance y naturaleza. Todos eran episodios de “violencia juvenil” para los gobiernos, más preocupados del azote del Terrorismo y de la violencia machista, que no acabaron de ver la transcendencia de su recién aprobada Ley de Responsabilidad Penal del Menor que a la postre sería usada por los jefes de muchos de estos grupos para evitar sanciones más duras en las violencias que ellos propiciaban.
Por aquellos tiempos alcanzamos un acuerdo con las instituciones en materia de Seguridad Ciudadana y sería denominarlos GRUPOS URBANO-IDENTITARIOS VIOLENTOS, retirando cualquier atisbo de estigmatización del ámbito “latino” y tampoco del “juvenil”. Pero era necesario reconocer la existencia de un muy grave problema, la violencia y el crimen de estos grupos. Así se asumía en las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad, en Delegaciones de Gobierno e incluso en el ámbito del Consejo General del Poder Judicial.
Se objetaron dos  apreciaciones. Una sin sentido, como fue que no tenía que significarse la dimensión “urbana”, en todo caso “callejero” a imagen y semejanza del término utilizado en el entorno de ETA cual era “terrorismo callejero”. Sin embargo el elemento transversal es que todos estos grupos actúan prevalentemente en espacios urbanos como hábitat que puede ser propio para su desarrollo o acción de violencia. La otra objeción, con cierto sentido, es que este término amplio podría albergar a grupos delincuenciales cuyo objeto era su formación para la comisión de un delito común.
La observación de la clasificación y agrupamiento  que propone el Ministerio del Interior, con el que básicamente estamos de acuerdo, aunque no con alguna expresión concreta y algún olvido (como los extremistas independentistas), es que todos los grupos son IDENTITARIOS, es decir que una vez definida la naturaleza identitaria del grupo (ideología-cosmovisión-elementos de afinidad cultural o doctrinaria u otros), sus miembros son conscientes de que son ellos mismos y distintos  a los demás, viviendo procesos que enfatizan aspectos simbólicos de grupo, endoafirmativos, que los vinculan fuertemente y que hay que compartir para pertenecer al mismo. Esto a priori no tiene porque ser negativo, como en otros grupos,  pero si su contenido es contrario a los valores democráticos de protección de la dignidad de las personas y los derechos humanos, entonces aparece el problema, y si el comportamiento de grupo se asemeja a una secta o a una mafia, el problema se agrava y si se practica la violencia, el problema se profundiza en la criminalidad.
El lenguaje mediático y el político para designar estos grupos no ha sido nada afortunado. Sea en el extremismo político, en la violencia de las grada o de aledaños en el fútbol, sean en los que se referencian en diversidad étnica o en los que cometen delitos de odio, las expresiones utilizadas han emborronado la clarificación de la naturaleza del problema. de lo que en puridad y como elemento compartido son los GRUPOS URBANO-IDENTITARIOS Y VIOLENTOS y estos por su naturaleza y acciones cometen o pueden cometer, según su especificidad y hechos,  DELITOS DE ODIO. Frente a ello solo cabe apostar por su erradicación, mediante a aplicación de la ley, la deconstrucción identitaria y la educación cívica y en valores democráticos de convivencia.
Esteban IbarraPresidente de Movimiento contra la IntoleranciaSº Gral. Del Consejo de Víctimas de Delitos de Odio y Discriminación