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"Para nuestra vergüenza, hemos de reconocer que esta barbarie se ha repetido desde 1945", dijo ayer el secretario general de la ONU, Kofi Annan, y citó las tragedias de Camboya, Ruanda, Sudán y la antigua Yugoslavia.
Por primera vez en su historia, la Asamblea General de la ONU conmemoró ayer un acontecimiento histórico, la liberación de los campos de concentración nazi, con una sesión extraordinaria a la que asistieron delegados de gobiernos y supervivientes de la tragedia.
Sesenta años después de que las fuerzas aliadas entraran en los campos de exterminio, las Naciones Unidas -que precisamente nacieron de las cenizas de la Segunda Guerra Mundial- rindieron tributo a los millones de personas que fueron asesinadas por el nazismo.
Annan recordó que el pueblo judío no fue el único perseguido por las políticas de exterminación del nazismo, pues también pereció la cuarta parte del millón de gitanos que poblaba Europa en esa época.
Y junto con ellos también fueron "asesinados a sangre fría" polacos y otros eslavos, prisioneros de guerra soviéticos, así como discapacitados mentales y físicos, disidentes políticos, artistas y homosexuales, recordó Annan.
"No podemos permitirnos el lujo de que estos hechos endiablados se repitan", dijo Annan, quien hizo un llamamiento a la comunidad internacional para que se mantenga "alerta" ante este tipo de barbarie.
"Debemos permanecer vigilantes contra todas las ideologías basadas en el odio y la exclusión, allí donde aparezcan", añadió.
La sesión contó con la especial intervención de Ellie Wiesel, premio Nobel de la Paz y superviviente de los campos de concentración, quien hizo un llamamiento similar a la comunidad internacional.
"Si el mundo nos hubiera escuchado antes, podríamos haber impedido Ruanda, Camboya, Bosnia y Darfur (Sudán). Aunque es tarde para los muertos, debemos hacerlo por nuestros hijos", dijo.
Para evitar nuevos genocidios, la comunidad internacional debe, ante todo, luchar contra la indiferencia, así como contra los conatos de odio étnico, racismo y culto a la muerte.
Probablemente, la indiferencia fue el factor fundamental que permitió que ocurriera el Holocausto, algo todavía incomprensible en el corazón de Europa, según dijeron varios de los asistentes, entre ellos el ministro de Exteriores francés, Michel Barnier.
Para el presidente de la Asamblea General, Jean Ping, el Holocausto fue una "página sombría de la historia", de la que, "lamentablemente, no supimos aprender todo lo que debimos", a tenor de las violaciones de los Derechos Humanos que se han reproducido desde entonces en los cinco continentes.
"Tenemos que gritar bien alto 'nunca más'", dijo Ping, frase que fue repetida luego por todas las personalidades que tomaron la palabra en la Asamblea General.
Entre ellos, Silvan Shalom, el ministro de Exteriores de Israel, un país que, según recordó, nació gracias al "impulso" otorgado por los horrores del nazismo.
El ministro advirtió a la comunidad internacional de que en los últimos años se ha producido un renacimiento del antisemitismo, así como de los que niegan el Holocausto nazi.
"Más terrible que destruir a todo un pueblo, es destruirlo y después negarlo", dijo Shalom, quien pidió el apoyo internacional para frenar este tipo de pensamiento.
El ministro de Asuntos Exteriores de Luxemburgo, Jean Asselborn, en nombre de la Unión Europea, reconoció que la xenofobia sigue encontrando en la actualidad "tristes propagadores", lo que podría provocar que "el infierno del Holocausto vuelva a producirse".
Para combatirlo, propuso como eje principal educar a las generaciones jóvenes, lo que supone la mejor vía para evitar el odio y la discriminación.
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