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En Alemania los insultos racistas constituyen incluso un delito penal tipificado como instigación al odio racial, por lo que problemas de ese tipo dentro del fútbol podrían terminar siendo asunto de los tribunales ordinarios.
No obstante, más importante sería la sanción social, ya que figuras públicas que incurren en comportamientos racistas suelen ser absolutamente estigmatizados en el país.
En Italia, y en su reglamento futbolístico, no existen sanciones específicas por racismo, pues es el juez deportivo de la Liga Profesional quien dictamina la multa económica con que sancionar a los clubes por los insultos racistas, a tenor de lo acontecido.
En el derbi romano Roma-Lazio de 2001, los hinchas extremistas del Lazio exhibieron una pancarta que rezaba: "equipo de negros, fondo de judíos". En 1998, otra escandalizó al país entero: "Auschwitz vuestra patria, los hornos vuestras casas".
Otro caso muy comentado fue el del presidente del Verona, Giambattista Pastorello, que llegó a admitir que no podía fichar al camerunés Patrick MBoma porque su afición no lo aceptaría.
En un encuentro liguero Verona-Parma (0-2), una parte de la afición local silbó repetidamente cada vez que el francés visitante Liliam Thuram tocaba el balón.
Los insultos supusieron para el Verona, por parte del Comité de Disciplina, una multa de 40 millones de liras (unos 20.000 dólares).
En Inglaterra, en el reglamento de la federación de fútbol inglesa (FA) hay una variante en la regla e-22 en la que se estipula que los clubes deben asumir su responsabilidad a la hora de evitar cualquier tipo de comportamientos racistas u ofensivos en los partidos de fútbol.
Esta organización cuenta con una Comisión Independiente que juzga cada caso de esta naturaleza de forma individual y, aunque no hay una sanción específica que castigue estos comportamientos, según explicó a EFE un portavoz de la FA, a cualquier aficionado que dedique insultos o cánticos racistas a un jugador se le prohibirá asistir a los estadios, sanción que podría ir acompañada de multas económicas.
Uno de los casos más recientes ocurrió durante un encuentro de la Copa de la Liga inglesa disputado entre el Liverpool de Rafael Benítez y el Millwall el pasado 26 de octubre. Un aficionado de este equipo, que perdió por 3-0, insultó al defensa francés de los "Reds" Djbril Traore y el Millwall se convirtió en el primer club inglés que se enfrentaba a una acusación de la FA por un caso de abuso racista por parte de un seguidor.
En este encuentro, se expulsó del estadio a cuatro personas, se destrozaron varias butacas de las gradas y un aficionado minusválido resultó herido.
El fútbol francés ha vivido en los últimos meses una serie de capítulos racistas que han manchado la imagen de un deporte que, durante años, fue considerado en el país como un factor de integración de los inmigrantes.
La selección francesa que se proclamó campeona del mundo en 1998 con un equipo plagado de futbolistas inmigrantes, encabezada por Zinedine Zidane, francés de padres argelinos, fue presentada como un éxito de una Francia que contaba con todas las personas que vivían en su territorio, sin atender a su raza.
El entusiasmo popular que despertó aquel combinado y la mayoría de sus figuras tapó la boca a los representantes de la ultraderecha que habían criticado con fuerza la ausencia de jugadores blancos en el equipo.
Aquel fantasma ha resucitado de nuevo y el ministro del Interior, Dominique de Villepin, anunció una serie de medidas para luchar contra el racismo, como la multiplicación de cámaras de seguridad y de efectivos policiales.
El último capítulo tuvo lugar el pasado fin de semana, cuando el entrenador del Bastia, Francois Ciccolini, llamó "albanés de mierda" al jugador del PSG Loik Cana. El insulto, unido a los mediocres resultados del equipo, han colocado al técnico al borde de la destitución.
En Portugal "la tradición de futbolistas de ex colonias africanas hizo familiar la presencia de estos jugadores desde hace mucho tiempo", dijo a EFE el asesor de prensa de la Liga Portuguesa de Fútbol Profesional (LPFP), Vítor Moutinho.
Los cánticos racistas de los aficionados del Boavista en septiembre de 2001 en partido de Copa de la UEFA frente al Liverpool supusieron una multa para el club de la ciudad de Oporto de 22.000 francos (2.000 euros).
En España, la Federación Española de Fútbol sancionó al Deportivo de La Coruña, hace escasos días, con 600 euros de multa por gritos racistas contra Roberto Carlos en el partido que enfrentó a Depor y Real Madrid.
Además, entrenadores, jugadores, clubes, árbitros, Federación y Consejo Superior de Deportes, han mantenido reuniones al respecto y se han comprometido a redactar y firmar un acuerdo marco "contra el racismo y la xenofobia", que será firmado en breve, en el que se pondrán las medidas necesarias para acabar con "tan deleznable asunto". EFE
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