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En el caso de los redactores de la revista barcelonesa, el Sindicato de Periodistas de Cataluña (SPC) afirma que los agresores derribaron y propinaron patadas y golpes en la cabeza a los periodistas, que pudieron marcharse por su propio pie, aunque magullados.
La agresión se produjo después de que los radicales les recriminasen una información sobre el trato racista que el grupo conocido como 'Brigadas Blanquiazules' dan al portero del Espanyol, el camerunés Carlos Kameni.
Así mismo el SPC no ha tardado en rechazar y condenar las agresiones al director y el redactor jefe de la revista catalana, Josep Sánchez y Jordi Sibina. La Policía efectúo dos detenciones respecto a estos hechos, la de Fernando S.M.T, y David R.R.
No es la primera vez que el SPC denuncia agresiones a periodistas por grupos ultras y, por eso, ha pedido que "las autoridades tomen las medidas necesarias para que estos hechos no se vuelvan a repetir".
Una semana después, en el encuentro entre Málaga y Betis, un cámara de Canal Sur, que prefiere permanecer en el anonimato, recibía un botellazo en la cabeza desde la grada. En este incidente nada tuvieron que ver los ultras malacitanos del Frente Bokeron que después si escupieron e increparon a varios redactores y reporteros gráficos que cubrían el evento en el que los verdiblancos se apuntaron la victoria a domicilio.
Pero no sólo en Cataluña y Andalucía se han producido estas agresiones que, a pesar de su carácter esporádico, ya toman un cariz más que preocupante.
El suceso de mayor relevancia mediática en este sentido tuvo lugar el pasado 1 de mayo de 2002 en el estadio Santiago Bernabéu antes de la disputa del Real Madrid-Barcelona correspondiente a las semifinales de la Champions League. En los prolegómenos del encuentro la banda terrorista ETA hacía estallar un coche bomba en la el Paseo de la Castellana, a pocos metros del coliseo madridista.
Después la policía detuvo a cuatro personas, Álvaro C.R., Alberto A.C., Luis N.G. y José Carlos S.C., vinculadas con la peña ‘Ultrassur’ del Real Madrid, por presuntas agresiones a periodistas como el fotógrafo de El Periódico de Cataluña, Antonio Jiménez, o algunos reporteros gráficos de CNN+.
Los informadores se vieron envueltos en los enfrentamientos entre las Unidades de Intervención Policial y los seguidores radicales madridistas. Según varios testigos, la actitud de los agentes fue de pasividad en un primer momento y no se produjo una reacción más efectiva hasta que fue atacado un coche policial y los incidentes alcanzaron un nivel más que peligroso para el gran número de aficionados que acudían al estadio.
Movimiento contra la Intolerancia denunció en su día que estas agresiones suponían una continuidad a graves incidentes, también en los aledaños del Santiago Bernabéu, que se saldaron con palizas a periodistas de investigación. La denuncia no prosperó.
En Oviedo, en octubre del pasado año, el periodista Marco Rodríguez denunció una agresión por parte de lo que parecían hinchas oviedistas. Los medios de comunicación y la Policía centraron sus miradas en los grupos ultras. Rápidamente la peña Symmachiarii se postuló como único grupo ultra de la capital asturiana y, tras condenar los hechos, rechazó cualquier implicación en el altercado.
Entre cinco o seis personas abordaron a Rodríguez, jefe de deportes de TeleOviedo, y al redactor de la cadena, Fernando Ramos, tras increparles por estar en desacuerdo con el tratamiento informativo que el medio para el que trabajaban dispensaba al Real Oviedo les propinaron una paliza.
Hubo dos detenidos relacionados con estos incidentes, Abel H. G. e Iván H. G. Más tarde la Policía pudo constatar que los agresores no eran socios del Real Oviedo ni tampoco miembros de la Peña Symmachiarii.
Una de los primeros incidentes que en este sentido recogieron los medios de comunicación fue la agresión al redactor del diario Marca, ahora en COPE, Javier Matallanas, y a José Antonio García, fotógrafo del periódico que trabaja en la actualidad para El Mundo Deportivo, en abril de 2001.
El altercado se produjo cuando presuntos miembros del Frente Atlético increparon al jugador del conjunto rojiblanco, Kilo Narváez. Los periodistas cubrían esta información cuando los aficionados cambiaron de objetivo y centraron sus iras en los dos informadores. Matallanas intentó mediar con las palabras “dejadnos trabajar” cuando recibió un puñetazo en el rostro y cayó al suelo. Hubo un implicado en este hecho, conocido como “El Búfalo”, que llegó a ir a juicio y pagó 30.000 pesetas de multa por el incidente.
No todas las agresiones, ya sean físicas o verbales, en los campos de fútbol entran en la agenda de los medios. Ni siquiera las que se producen contra profesionales de la comunicación toman la importancia suficiente para adquirir un hueco en el espectro informativo. Pero como todas las formas de violencia gratuita es preocupante y se debe atajar a tiempo.
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