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En su informe sobre 'Las Migraciones en el Mundo en 2005', presentado hoy en Ginebra, esta organización sostiene, en cambio, que con la corriente prevista de inmigrantes la población española descenderá menos del 10 por ciento durante los próximos cincuenta años, hasta rondar los 37 millones de habitantes.
De acuerdo con los datos de la OIM, el crecimiento neto de la población española durante 2003 fue del 1,55 por ciento, mientras que la media de la Unión Europea fue del 0,41 por ciento.
Así, de los 456 millones de habitantes que había en la Europa de los Veinticinco a principios de 2004, el 9,2 por ciento reside en España.
Según el informe, la llegada de inmigrantes a España entre 1991 y 1996 fue de unas 35.000 personas al año y, desde entonces, el crecimiento ha sido 'espectacular'.
Durante los dos años siguientes, el número de llegadas se cifra en 64.000 y 123.000, respectivamente, mientras que en el 2000 y el 2001 alcanzaron las 360.000.
Así, mientras que en 1980 la población extranjera que vivía en España suponía cerca del 0,5 por ciento del total, en 1990 superaba el 1,1 por ciento y en 2001 el 2,7 por ciento.
Como en gran parte de Europa, la mayoría de los residentes extranjeros en España procede de países del Magreb, de forma que en 1998 había censados 118.345 inmigrantes de esa zona y en 2002 la cifra ya ascendía a 174.209, según los datos más recientes del informe.
'En 2003, el flujo neto de inmigrantes llegados a España parecía ser el mayor de Europa, en términos absolutos, con unos 2,66 millones, si se incluyen los que se encontraban en situación irregular' (un 35 por ciento más que en 2002), apunta el informe.
De los extranjeros que había en España en 2003, una gran parte eran ciudadanos alemanes y británicos ya jubilados, mientras que los inmigrantes llegados de fuera de la Unión Europea eran principalmente ecuatorianos, marroquíes, colombianos, rumanos y argentinos.
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