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5.000 personas se manifiestan en Zaragoza contra la violencia racista

    El pasado sábado, un joven donostiarra quedó al borde de la muerte tras la agresión que le propinaron un grupo de neonazis en Zaragoza, en el sector del Actur. Le golpearon brutalmente en la cabeza con la tapa de una alcantarilla. Estuvo en la UCI, pero salió de ella y evoluciona favorablemente en una habitaciónd e planta del Hospital Miguel Servet de la capital aragonesa. Otro joven de color, inmigrante portugués, también fue atacado por otro grupo de neonazis en Zaragoza, en el barrio de Delicias. Los hechos han sido el detonante de una movilización social para pedir la reacción de las instituciones y, sobre todo, un mayor control policial contra estos jóvenes radicales, algunos de ellos, por cierto, menores de edad. La noticia de estas dos agresiones han hecho aflorar testimonios de otros jóvenes o de familiares que aseguran haber sido víctimas de coacciones o de agresiones.

Las asociaciones de vecinos de Delicias se concentraron ayer en repulsa de estos comportamientos violentos y para reclamar mayor rigor por parte de las fuerzas de seguridad. El delegado del Gobierno en Aragón, Javier Fernández, se reunió con representantes vecinales de Delicias y del Actur el jueves, y el Ayuntamiento de Zaragoza aprobó el pasado viernes un comunicado de repulsa ante estas situaciones que han generado alarma ciudadana.

Javier Fernández afirma a ABC que la situación es grave, pero que, si se quiere abordar en su justa medida, no se puede hablar de grupos neonazis organizados. Pero matiza: «el hecho de que yo hable de que no son grupos estructurados no es para quitarle importancia, posiblemente al revés; el que cuatro desgraciados salgan y agredan a cualquiera es peligrosísimo, pero no se trata de grupos organizados, con un jefe, células y una estructura definida», afirma el delegado del Gobierno.

El grupo «18 de Noviembre»

Dice que así lo indican los datos de que disponen las fuerzas de seguridad: «la policía tiene datos fehacientes de que hay gente, gentuza, que tiene esa ideología, que son violentos, pero que no actúan coordinadamente». Eso sí, si los hubiera no sonaría a nuevo. A principios del año 2004, la policía desarticuló en la capital aragonesa al grupo denominado «18 de Noviembre». Lo formaban una veintena de jóvenes ultras, incluso tenían un local en la calle Madre Sacramento que fue cerrado por orden gubernativa, y los cabecillas terminaron juzgados y condenados, tras imputarles «agresiones sistemáticas y una actuación que seguía procedimientos casi militares», recuerda Javier Fernández.

El delegado del Gobierno insiste en que no quiere restar gravedad a los hechos que han ocurrido, pero apunta igualmente otro dato: «Zaragoza es la quinta capital española en número de habitantes, pero ocupa el puesto 22 en índice de delincuencia». Y subraya que, para luchar eficazmente contra estos individuos radicales, es imprescindible que los ciudadanos denuncien, «porque si algo ha quedado claro con lo ocurrido en las dos agresiones hace una semana es que la policía actuó con eficacia y se detuvo a sus autores».

Desde las asociaciones vecinales, las impresiones son diferentes. Algunos miembros de estos colectivos ciudadanos han afirmado en los últimos días que el control policial podría ser más riguroso. Otros, como el secretario de la Asociación de Vecinos Actur Rey Fernando, Ismael García, insiste en que «el riesgo está claro que existe; dicen que no hay grupos organizados, pero es evidente que hay gente que se reúne en determinados puntos de la ciudad y a partir de ahí actúan» con comportamientos violentos. Ismael García afirma que, entre los vecinos, queda la sensación de que no se trata de incidentes aislados, «y nos parece suficientemente grave que en un fin de semana se haya sabido de la existencia de al menos dos ataques».

LOS CABEZAS RAPADAS SE CUELAN EN EL EJERCITO
(2.4.06 Heraldo de Aragón)

Dos de los ocho detenidos por las agresiones "skins" del Actur y Torrero son militares, y un tercero está preparando las pruebas para su acceso al Ejército.

Las Fuerzas Armadas se están convirtiendo en un reclamo para muchos cabezas rapadas, que aprovechan el adiestramiento militar para ponerlo en práctica después en la calle, cuando se ponen el verdadero uniforme de guerra. Las últimas detenciones practicadas en Zaragoza confirman la presencia de "skins" en el Ejército. Pero basta examinar los casos registrados en otras ciudades españolas, para comprobar que no se trata de un fenómeno circunscrito a la capital aragonesa.

Tres de los arrestados por las últimas agresiones de Torrero y el Actur habían jurado bandera o pretendían hacerlo. Juan Antonio I. R., detenido la madrugada del pasado domingo tras abrirle la cabeza a un joven donostiarra con una tapa de alcantarilla, es militar profesional del Regimiento de Pontoneros de Monzalbarba. De los detenidos por la agresión de Las Canteras, Miguel Ángel H. L. ha abandonado su destino y Jesús G. L. tiene intención de presentarse próximamente a las pruebas de acceso al Ejército.

Según explicaron esta semana fuentes de la Comandancia Militar de Zaragoza, sus unidades pueden abrirles expedientes para expulsarlos del Ejército. En cualquier caso, la decisión se adoptaría sólo cuando la condena fuera firme. Respecto al joven que quiere presentarse a las pruebas convocadas por Defensa, parece que al contar con antecedentes policiales no podrá hacerlo.

La entrada de jóvenes radicales de ultra derecha en las Fuerzas Armadas coincide con un momento de permisividad, en el que se han rebajado las condiciones para convertirse en soldado profesional. Y, desgraciadamente, se produce cuando el número de inmigrantes en los cuarteles está aumentado.
Defensa dice que no tiene quejas
"No tenemos conocimiento de que haya habido quejas sobre este asunto", aseguran fuentes del Ministerio de Defensa. Eso sí, explican que se tiene "un especial cuidado" para evitar ataques por cuestión de la raza, ya que "ahora hay bastantes soldados de otro origen".

Fuentes del Ministerio aseguran que "en los cuarteles se cumple la ley. Son recintos públicos y se cumplen exactamente las mismas normas que rigen para el resto de la ciudadanía". Además, indican que el trato es igual que a cualquier ciudadano. "Si hay una denuncia o cualquier actitud delictiva, se acude a los juzgados y son las Fuerzas de Seguridad del Estado las encargadas de actuar".
"Cada día son más en el cuartel, y nadie hace nada"
"En las últimas incorporaciones, ha llegado una veintena de `skins´, que campan a sus anchas por el cuartel. Hacen alarde de su ideología y provocan continuos enfrentamientos con el resto de soldados. Casi siempre, con los inmigrantes, a los que insultan y piden que regresen a su país". Con estas palabras, describe un soldado profesional del Regimiento de Pontoneros de Monzalbarba (Zaragoza), el "tenso" ambiente que se respira en la unidad.

El pasado miércoles, se topó en las páginas de HERALDO con la fotografía de Juan Antonio I. R., camino de la prisión de Zuera. Como compañero de cuartel del "skin", se alegró, pero no se sorprendió. "Hace días que sabíamos que podría liarla, y ha estado a punto de acabar con la vida de una persona", explica.

"Por llevar una patilla larga, te pueden meter varios días de arresto. Pero por lucir tatuajes con símbolos neonazis, no pasa nada", denuncia este soldado, que asegura que los propios mandos tienen miedo de estos grupos de radicales. "Les informamos de lo que pasa, pero nadie hace nada", lamenta.

La estructura jerarquizada del Ejército permite que las denuncias se queden "casi siempre" en el camino. "De esta manera -explica este soldado-, en los despachos ignoran la auténtica realidad de los cuarteles".

El carácter violento y xenófobo de estos soldados preocupa a muchos de sus compañeros, que temen tener que afrontar unas maniobras e incluso una misión internacional con este tipo de gente. "Si aquí no dejan de meterse con los inmigrantes, ¿qué harán cuando tengamos que salir a otros países? ¿Terminaremos lamentado casos como el de la cárcel de Abu-Grahib?", se pregunta.

Al parecer, los radicales han llevado su simbología incluso a los barracones. "Se ven cruces gamadas, y todo tipo de pintadas por las instalaciones", comenta este militar profesional. "Van a consentir que nos marchemos, y que sólo queden ellos", apostilla.

(HERALDO)
Cinco años de violencia "skin" dejan 30 agresiones y 50 arrestos en Zaragoza.

Movimiento contra la Intolerancia considera a la capital aragonesa un centro de referencia para los grupos neonazis.


Las tres agresiones de grupos neonazis registradas el pasado fin de semana en Zaragoza, en las que siete personas resultaron heridas y una estuvo a punto de perder la vida, han servido para confirmar una realidad preocupante. El movimiento "skin", con raíces desde hace más de una década a la capital aragonesa, rebrota cada día con más fuerza. Basta echar la vista atrás para comprobarlo. Según los estudios Raxen de Movimiento Contra la Intolerancia -única organización que lleva a cabo un exhaustivo seguimiento de los actos violentos que se registran en España-, durante los últimos cinco años , han sido detenidos más de 50 rapados en la ciudad. En el mismo periodo, ha habido una treintena de agresiones graves o muy graves, con más víctimas. Los expertos recuerdan además que la mayoría de los ataques no se denuncia, por lo que no ven descabellado que la cifra de agresiones llegue a 300 en Zaragoza.El hecho de que no existan estadísticas oficiales -o, al menos, nunca vean la luz- contribuye a minimizar el problema. Sin embargo, los llamados "crímenes de odio" aumentan. Y lo que es peor, parece que lo seguirán haciendo, alimentados por la progresiva entrada de inmigrantes. Interior ha llegado a hablar de 70 colectivos neonazis que actúan en España y aglutinan a unas 11.000 personas. Junto a Madrid, Barcelona, Valencia y Málaga, Zaragoza figura entre las principales "cunas" de los radicales de ideología de ultraderecha. Y no se trata de una afirmación caprichosa. A las agresiones y arrestos -demasiado habituales-, se suman homenajes, conciertos y concentraciones periódicas. Una realidad demasiado visible como para ignorarla. "Un grupo de amigos"El delegado del Gobierno, Javier Fernández, y el jefe Superior de Policía, Leoncio Lorente, comparecieron esta semana para lanzar un mensaje de "calma", tras la acumulación de ataques "skins" en tan escaso periodo de tiempo. Fernández descartó que los radicales cuenten con infraestructura en Zaragoza, y que ésta sea punto habitual de encuentro para rapados de otras ciudades. "Son sólo un grupo de amigos", dijo. Las declaraciones han sido contestadas desde múltiples sectores. Sobre todo, porque se producían al mismo tiempo que se exhibía el material "de guerra" intervenido en los pisos de los últimos detenidos. Literatura neonazi, material informático, propaganda, banderas, insignias… Demasiado instrumental para una simple cuadrilla de colegas. Así lo pensó IU en Aragón, que ha pedido la comparecencia del delegado ante la Comisión de Peticiones y Derechos Humanos de las Cortes."Zaragoza es una de las ciudades españolas más importantes para el movimiento neonazi", asegura el presidente de Movimiento contra la Intolerancia, Esteban Ibarra. "No entendemos como el delegado del gobierno en Aragón puede estar tan mal informado -añade-. Minimizar el problema es un grave error y genera indefensión". "La capital aragonesa es un punto de referencia para estos grupos, que se desplazan de forma periódica desde ciudades como Barcelona, Lérida o Madrid".Reclutando a menoresIbarra hace además una advertencia. "Los rapados están reclutando gente joven para lanzar a los menores a una violencia incontenible". Y los hechos lo confirman. De los ocho detenidos por las agresiones de Torrero y el Actur, dos eran menores de edad y otros dos tenían 18 años (uno celebró su cumpleaños atacando a dos jóvenes negros).Las últimas intervenciones policiales a gran escala contra los colectivos radicales de ultra derecha dejan patente el lugar hegemónico que dentro del entramado neonazi ocupa la capital aragonesa. La operación "Espada", coordinada por la Guardia Civil en 2005, permitió detener a 21 cabezas rapadas en España. Cinco de ellos eran de Zaragoza y fueron acusados de apología del genocidio y tráfico de armas. Los cinco formaban parte de la organización "Sangre y Honor", la más importante a nivel internacional, junto con "Hammer skin".No era la primera vez que se desmontaba aquí una estructura organizada de "skins". El grupo "Kripo" (policía criminal de la Alemania nazi, sección de la Gestapo) uso una página web para ofrecerse a atacar a personas. En ese portal, se atribuían actos violentos perpetrados en la ciudad entre septiembre y octubre de 2001. La Policía detuvo a cinco de ellos. La Asociación Cultural "18 de noviembre" fue durante los últimos años la tapadera de los rapados. Los numerosos episodios de violencia y denuncias vecinales llevaron a la Delegación del Gobierno a clausurar el local que usaban en la calle de Madre Sacramento, en junio de 2004. Los rapados quedaban entonces "aparentemente" sin estructura.