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Las consecuencias de la entrada de Rumania y Bulgaria en la UE no se han hecho esperar. Eurodiputados de seis países de la Unión pretenden formar un grupo político de extrema derecha en el Parlamento Europeo, aspiración ahora posible gracias al desembarco en la Eurocámara de extremistas rumanos y búlgaros. Los ultraderechistas europeos mantendrán hoy en Bruselas una reunión para acordar formalmente la creación de "identidad, soberanía y tradición", según explicaron fuentes de la futura formación política.
El probable acuerdo de los ultraderechistas desembocaría en la constitución del grupo político durante la sesión parlamentaria del próximo 15 de enero en Estrasburgo. Algunos de los futuros miembros de la formación -como Jean-Marie Le Pen, del francés Frente Nacional, o la italiana Alessandra Mussolini, nieta del líder fascista- son ya eurodiputados en activo, desperdigados en un cajón de sastre conocido como "el grupo de los no inscritos".
Pero formar un grupo político con fines comunes permitiría a la extrema derecha adquirir nuevos derechos políticos, como la presentación de enmiendas o el derecho de palabra, además de acceder a una nada desdeñable fuente de financiación.
Las reglas de la Eurocámara exigen, para la formación de un nuevo grupo, un mínimo de 20 eurodiputados procedentes de al menos cinco países. Sólo la llegada de nuevos eurodiputados, producto de la ampliación a Rumania y Bulgaria, ha permitido a los extremistas alcanzar el mínimo requerido, según los promotores de la iniciativa, que sólo esperan que hoy no se produzcan tensiones internas que den al traste con el proyecto de las ultraderechas europeas.
El partido del rumano Corneliu Vadim Tudor aportará cinco miembros, clave para la constitución del grupo político en el Parlamento, según confirma en una conversación telefónica desde Bucarest. Líder del ultraderechista partido de la Gran Rumania, Tudor se considera "un patriota", que bebe de las ideas de Charles de Gaulle y que presume de ser "un gran amigo de Le Pen", con quien lleva trabajando en la constitución de un grupo en la Eurocámara desde 1997.
"Entiendo el pánico que suscita en Europa la creación de este partido, pero debo recordarles que a nosotros nos ha votado la gente, y que de eso se trata la democracia", dice Tudor, quien considera la iniciativa parlamentaria en ciernes "el mejor proyecto para la Europa de 2007".
Hace una década que la ultraderecha europea trata de defender sus intereses políticos con la constitución de un grupo en el Parlamento, después de que dejaran de existir como tal a mediados de los noventa. La última intentona se produjo en 2004 con la entrada de los países del Este.
El no a la entrada de Turquía en la UE y su oposición sin fisuras al Tratado Constitucional europeo son la bandera que agitan los miembros de la posible formación. "No queremos una Europa en la que esté Turquía y nos oponemos frontalmente a la Constitución Europea; es una estafa para la democracia ignorar los noes de Francia y Holanda", explicó ayer a este periódico Frank Vanhecke, eurodiputado y vicepresidente del todopoderoso partido ultraderechista belga, Vlaams Belang, que aportará tres miembros a "identidad, soberanía y tradición".
También defenderán la abolición en Europa de leyes que "restringen la libertad de expresión", como las que castigan las manifestaciones racistas o la negación del Holocausto. Vanhecke confirma que ya hay 20 miembros de la Eurocámara dispuestos a formar un grupo de extrema derecha.
Lo mismo asegura Andreas Mölzer, eurodiputado ultraderechista austriaco, que precisa que la veintena de adeptos procede de seis países europeos y calcula que el grupo quedará formalmente constituido durante la sesión parlamentaria del próximo 15 de enero. Mölzer apunta al francés Bruno Gollnisch, del Frente Nacional, como posible presidente del grupo.
El resto de los partidos políticos de la Eurocámara contienen el aliento ante el desembarco de los ultraderechistas, aunque, según explican fuentes del Parlamento Europeo, no falta tampoco quien sostiene que la formación de un grupo político les hará más visibles a ojos de los ciudadanos, que serán también más conscientes de la ola extremista que recorre Europa.
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