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DIA INTERNACIONAL CONTRA EL RACISMO

    Hace 47 años, el 21 de marzo de 1960, la policía abrió fuego en el distrito de Sharpeville (Sudáfrica) y mató a 69 personas que se estaban manifestando pacíficamente contra las inhumanas leyes del apartheid. Posteriormente la Asamblea General de las Naciones Unidas, proclamó ese día, en memoria de las víctimas del 21 de marzo, Día Internacional de la Eliminación de la Discriminación Racial. La Asamblea instó a la Comunidad Internacional no solo a rememorar esa tragedia, sino también a colaborar para luchar contra el racismo y la discriminación donde quiera que se den.

Y fue precisamente la Convención Internacional para Eliminar todas las formas de Discriminación Racial la primera convención de Derechos Humanos aprobada, la mas antigua, el 21 de diciembre de 1966, y la mas ampliamente ratificada, firmada por 170 Estados. Sin embargo el problema está extendido por todo el mundo y ningún país puede decir que esta libre de racismo, xenofobia, antisemitismo y otras manifestaciones relacionadas de intolerancia.

Nuestro país también alberga prejuicios y conductas discriminatorias, racistas y xenófobas, siendo los inmigrantes junto a los gitanos los colectivos mas vulnerados, a los que hay que añadir otros sucesos de intolerancia sufridos por personas sin hogar, homosexuales, musulmanes y judíos. En no pocas ocasiones hemos podido constatar desgraciadamente Delitos de Odio, agresiones, acosos y amenazas, discriminación y marginación, pintadas en mezquitas y sinagogas, así como hostigamiento a las ONG que trabajan en defensa de estos colectivos. Mención especial exigen la violencia y los comportamientos racistas en los campos de fútbol protagonizados por grupos ultras, así como el peligroso crecimiento de insidiosas, vergonzosas y delictivas páginas Web que alientan la xenofobia y la intolerancia criminal, y los denominados conciertos racistas y la música del odio, dirigidos a contaminar a nuestros jóvenes.

La respuesta institucional y de la sociedad civil, especialmente en los últimos tiempos, ha sido de encarar el problema y tomar la iniciativa en defensa de la dignidad, los derechos humanos, la igualdad, tolerancia y la convivencia democrática. Actualmente se debate en las Cortes un proyecto de ley para combatir el racismo, la violencia y la intolerancia, especialmente en el fútbol. También se promueven programas y actuaciones de diverso origen institucional contra esta lacra, y la labor de la sociedad civil es mayor y mas coordinada a niveles internacionales. Sin embargo hay que señalar que se echa en falta una acción institucional mas decidida en la sanción de estas conductas y de un mayor apoyo a las víctimas del odio xenófobo y racista.

El racismo, la xenofobia y las otras caras del poliedro maligno de la intolerancia, no son opciones ideológicas legítimas, ni tampoco reciben el mas mínimo amparo de nuestro ordenamiento jurídico que se inspira en la Declaración Universal de los Derechos Humanos y en los valores democráticos. Ni encuentran resquicio en nuestra educación y cultura. Es mas, todos somos conscientes de que estas manifestaciones son un cáncer destructor, un cáncer que en el pasado siglo ha protagonizado grandes crímenes contra la humanidad, entre ellos la tragedia del Holocausto.

En España nuestras ciudades crecen en la convivencia integradora de cientos de miles de inmigrantes junto a otras minorías étnicas, religiosas y sociales; nuestros barrios, desde la libertad, se hacen día a día mas interculturales y nuestra ciudadanía defiende la igual dignidad y valor de todas las personas, afirmando la Tolerancia, una virtud cívica que significa respeto, aceptación y aprecio de la rica diversidad, de las culturas de nuestro mundo, de nuestras formas de expresión como seres humanos, tal y como define la UNESCO; una virtud que hace posible la paz, sustentada en el escrupuloso respeto de los derechos humanos, y que hace posible la armonía en la diferencia.

De nuevo este 21 de marzo es una oportunidad para confirmar el compromiso cívico frente a esta lacra. Ante el racismo ni se puede guardar silencio, ni ha lugar la indolencia o la banalización del mal. Al racismo se le combate desde la implicación de todos, para evitar, como dijo Martín Luther King, “arrepentirnos no tanto de las acciones de la gente perversa, sino de los pasmosos silencios de la gente buena”. Hoy, renovamos este compromiso y hacemos nuestra la invitación de Naciones Unidas a trabajar no solo este día, sino los 365 días del año, por erradicar el racismo cotidiano, no ser parte del problema y ser parte de la solución.


Esteban Ibarra
Presidente del Movimiento contra la Intolerancia