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INTEGRISMO TERRORISTA CONTRA LA LIBERTAD

    La mayor tragedia criminal de la historia del terrorismo se vivía precisamente en la conmemoración por Naciones Unidas del Día Internacional de la Paz, el 11 de Septiembre. ¿Quién sabe si fue paradoja o provocación obscena del terrorismo más brutal?. En cualquier caso el dolor irreparable de las familias de miles de personas asesinadas o heridas y la conmoción, estupor, miedo o desconcierto de millones de seres humanos en todo el mundo revelan las dimensiones incalculables de una acción terrorífica de guerra contra EE.UU. y también contra toda la familia humana victimizada por el horror.

El escalofrío que recorrió el cuerpo de los ciudadanos al constatar la vulnerabilidad y el alcance de la acción del terrorismo extremo se incrementa al comprobar la naturaleza fanática del suicida estimulada con la creencia de que el asesinato más abyecto es la base para su fe. Aún más, la invisibilidad de los asesinos, el anonimato criminal, la no reivindicación de la cúpula terrorista dirigente que se sumerge e impide su visualización, traslada a la ciudadanía la sensación de impotencia e incapacidad de unos sistemas de seguridad que fracasan al impedir la agresión contra víctimas indefensas y contra un orden civilizatorio democrático.

Pero hemos de salir de la conmoción y analizar cuales son los factores que posibilitan la generación del odio, como impedir el alimento que hace posible la existencia del terrorismo, y además cuales son sus causas profundas, su lógica y las nuevas bases sobre las que interviene el terrorismo de hoy. Quizás después de un análisis riguroso, lleguemos a la conclusión que tras detener a los culpables y hacer justicia en nombre de las víctimas y de los ciudadanos, también resulte necesario trabajar por globalizar la democracia y la libertad, por acabar con la miseria, los desastres y las guerras, y compartir una Etica Cívica Universal respetada por toda religión, ideología ó convicción, donde el “no matarás” y los derechos humanos sean un imperativo moral y legal que sustancie toda convivencia.
Ahora bien, resulta urgente y necesario acabar definitivamente con cualquier legitimación ó justificación intelectual ó política del terrorismo. En modo alguno la práctica terrorista puede dejar de considerarse inserta en el ámbito de los crímenes contra la humanidad y singularmente como acciones de carácter genocida, como ha sido el reciente ataque a los EE.UU., o son en España los crímenes de ETA pese a que haya quien quiera diferenciarlos. No hay nada que entender y mucho menos que justificar en estas acciones extremas de violencia cuyo resultado bárbaramente inhumano podemos comprobar. El silencio puede convertir en cómplice a quien lo practique y situar la responsabilidad del crimen en circunstancias fuera de quien ejecuta el terror supondría la asunción de la infamia.
En este sentido, plantear el dilema Paz ó Guerra como alternativas posicionales de respuesta al bárbaro atentado de las Torres Gemelas, no puede ser menos que calificado de inmoral. Es obvio que éticamente no es posible defender la guerra, pero hablar de una paz que descanse en la impunidad del crimen y en la injusticia para con las víctimas equivale en la práctica a legitimar el discurso de “paz” que practican los sanguinarios de ETA. Y mas grave resulta aún si se quiere sacar rentabilidad política de un uso demagógico del discurso “pacifista”, una bandera mancillada con su utilización por numerosos grupos, ahora “pacifistas”, que nunca manifestaron su actividad por la paz y la libertad en la lucha contra el terrorismo en España.
Es verdad que no se puede estar de acuerdo moralmente con los bombardeos y sus efectos colaterales que se cobran diariamente víctimas civiles, pero tampoco se puede guardar silencio con el Ántrax terrorista que asesina cuanto puede y victimiza a millones de ciudadanos, ni con las matanzas de cristianos en Pakistan, ni con las ejecuciones sumarias..ni con la violación de dignidad y derechos de la mitad de la población afghana, las mujeres, prisioneras del integrismo de por vida,..ni con tantas cosas que este mundo necesita arreglar. Pero su arreglo nunca vendrá de la mano del terrorismo, del crimen contra la humanidad, ni de la mano del fanatismo que lo sustenta, sea de matriz integrista como la red AL Qaeda, sea de matriz neonazi como apuntan las investigaciones del FBI acerca de la actividad simbiótica en EE.UU. de grupos antisemitas y racistas con el integrismo, ó sea de cualquier matriz totalitaria que niega la condición de ciudadanía y los valores democráticos a la pluralidad de personas que viven en este mundo. Se equivoca malintencionadamente quien de nuevo apuesta por la equidistancia entre las instituciones democráticas occidentales y los regímenes integristas como el Taliban que amparan y cobijan la actividad terrorista.
No es posible transigir en este punto; la libertad condición necesaria para que sea realizable la dignidad humana, no puede ser quebrada por la intolerancia y sus manifestaciones. Quien predica “tolerancia” con la agresión está haciendo un uso perverso del lenguaje al denigrar un valor, la Tolerancia, que implica un profundo respeto a la dignidad y a las diversas identidades de las personas. Precisamente lo que resulta profundamente necesario es ser intransigentes con los intolerantes, no transigir con quienes en sus conductas, actitudes ó manifestaciones violan la dignidad, la libertad y los derechos fundamentales de las personas, lo que nos debe de llevar, irrenunciablemente, a estar firmemente al lado de las víctimas del terrorismo exigiendo Justicia, y a reclamar las transformaciones necesarias a nivel mundial para que esta siempre sea posible, sin olvidar que deberán estar presididas por el principio universal de defensa de la vida humana y la lucha impenitente por erradicar la pobreza y dar vigencia plena a los universales Derechos Humanos.
El terrorismo, el racismo, el antisemitismo, la xenofobia, el integrismo, la violencia, el sexismo, la homofobia, el fanatismo...son las diversas caras del mismo, maligno y único poliedro, la Intolerancia. Mientras tanto y en la esperanza de que la reacción del género humano frente a la intolerancia criminal sea pronta, racional y ajustada a derecho, solo nos cabe compartir el dolor con las víctimas y sus familias desde un activo compromiso de solidaridad.

Esteban Ibarra
Presidente del Movimiento contra la Intolerancia