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INMIGRANTES, NO DELINCUENTES

    Uno de los discursos que mas daño esta haciendo a los inmigrantes, perjudicando su integración social y su relación armoniosa con la sociedad de acogida española, es el discurso de la delincuencia. Además diversos responsables políticos y algunos medios de comunicación al no efectuar en sus expresiones una clara y rotunda distinción entre delincuente extranjero e inmigrante, identificando erróneamente inmigración con delincuencia, provocan peligrosamente el desarrollo del prejuicio xenófobo que acaba convirtiéndose en pura gasolina que utilizan en sus incendios los grupos racistas.
Es verdad que la delincuencia ha subido un 10%. Aquí no está la discusión. Es más, quienes somos radicalmente defensores de los derechos de las víctimas opinamos que esta cifra está maquillada y que el crecimiento es aún mayor, como demuestran los datos de la Fiscalía General. En lo que discrepamos por injusto, faltar a la verdad y peligroso es en adjudicar buena parte del problema a la inmigración, concretamente a la irregular y al tan traído “efecto llamada”. Y es que negamos la mayor, los delincuentes extranjeros, sean individuales ó mafias, no son inmigrantes, tengan papeles ó no, no han venido a trabajar, como tampoco son turistas aunque muchos entren por esa vía, son simple y llanamente delincuentes, eso sí extranjeros que, como los nacionales, se aprovechan de los nichos de impunidad que proporciona nuestro país.
Este discurso, explotado por Lepen en Francia mediante la táctica de extender la responsabilidad de cualquier delito cometido por un extranjero al conjunto de los inmigrantes, expande la xenofobia. Y desde una mirada objetiva y éticamente correcta, jamás se debe aceptar la criminalización del colectivo de inmigrantes; ni siquiera de los que no tienen papeles, pues además de ser falso que las 600.000 personas que desde su situación irregular tramitan hoy su documentación sean una bolsa de delincuencia, lo que sucede señalando estos como “cabezas de turco” es que se ocultan las verdaderas causas del problema.
Sin embargo las causas de este crecimiento del problema, que no las raíces pues esto sería otro debate, no hay que buscarlas en el chivo expiatorio de la inmigración y sí en legislaciones incoherentes como la Ley del Menor u otras que facilitan la multirreincidencia o la benevolencia con el delito, en la ineficacia policial alimentada por un modelo, planes y falta de medios que muestran el rostro de un fracaso, en la incongruencia de muchos operadores jurídicos (fiscales y jueces) que no actúan con el debido rigor y en una política de seguridad ciudadana que se olvida de los ciudadanos y de su derecho fundamental a la seguridad y a la libertad.
Ni se pueden engordar las cifras catalogando como delito una simple infracción administrativa por no tener “papeles”, ni se puede silenciar que los delitos cometidos por delincuentes autóctonos hacia inmigrantes, especialmente en el ámbito laboral, han crecido casi un 400%, ni se puede obviar que el 60% de delitos tienen que ver con la drogadicción y que la delincuencia se dispara los fines de semana, precisamente cuando no hay policía. Las víctimas del delito, los inmigrantes y la ciudadanía democrática no nos merecemos esto. Por todos, un respeto.

Esteban Ibarra.
Presidente del Movimiento contra la Intolerancia