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POR UNA SOCIEDAD INTERCULTURAL

    Primero fue que el incremento de la delincuencia tenía una de sus causas en la inmigración irregular; después el pañuelo de la niñamarroquí de 13 años, Fátima, que ponía en grave peligro a nuestra civilización occidental; de ahí nos fuimos al debate del multiculturalismo que gangrena la sociedad, para finalmente, desvelar la amenaza de los imanes integristas islámicos y sus peligros. Estamos ante una secuencia de falsos debates y mientras tanto a nadie parece importar la grave situación que viven inmigrantes, seres humanos, en Canarias, o los problemas no resueltos de Almería o la ausencia de política de integración que afecta a toda España.
La violación de derechos de los inmigrantes en los centros de detención de Fuerteventura y Lanzarote llamó la atención a la organización internacional “Human Rights Watch” que ha denunciado las condiciones de vida de 300 personas encerradas en un habitáculo de 20 metros de ancho por 20 de fondo. El Defensor del Pueblo se ha sumado a la denuncia subrayando que esas personas solo disponen de cuatro retretes y dos duchas para todos, están hacinadas y sin ventilación, con agua fría y sin comida caliente, además de no poder recibir visitas, ni efectuar llamadas de teléfono. Mientras tanto el debate social y político de la inmigración en nuestro país se sitúa en el pañuelo y en el multiculturalismo preexistente.
No obstante, por no obviar los citados debates, quiero aportar un par de consideraciones. Respecto al pañuelo de Fátima sería conveniente reparar que el quebranto legal es de quien discrimina directa o indirectamente su acceso a la escuela, vulnerando la Directiva del Consejo Europeo, relativa al principio de igualdad de trato independientemente de su origen étnico e identidad religiosa, y reparar también que cualquier denegación de un servicio público por razones discriminatorias es considerado una infracción penal tipificada en el 511 de nuestro Código Penal. Así pues la decisión de la Consejería de Educación es humanitaria y sabia con la leyes y proceso de integración.

En cuanto al multiculturalismo gangrenoso que denuncia Azurmendi, presidente del Foro de la Inmigración, es verdad que cualquier proceso segregacionista, de apartheid, acaba con las sociedades democráticas, pero no es correcto generar confusión con este tema y propiciar el rechazo al pluralismo y a la convivencia entre culturas por plantear inadecuadamente el debate. Europa es multicultural y plurilingüe y 320 millones de europeos se organizan democráticamente. La historia de España se podría escribir desde una perspectiva intercultural, desde las aportaciones de celtas, iberos, fenicios o griegos, pasando por romanos o visigodos, hasta árabes, judíos ó gitanos. De la convivencia cultural nace el arte mozárabe, la literatura medieval, la ciencia médica o la huerta de Valencia, por ejemplo.
Sin embargo, hoy la sociedad es intercultural como la globalización es un hecho, aunque aún se necesite mucha armonía, respeto y justicia para avanzar en unas relaciones entre culturas y grupos étnicos, de apertura, interacción y reconocimiento mutuo de sus respectivos valores y formas de vida. Como decía un mural, si tu Dios es judío y tu coche japonés; si tu pizza es italiana y tu gas es argelino; si tu café es brasileño y tus vacaciones marroquíes; si tus cifras son árabes y tus letras son latinas.¿cómo atreverte a decir que tu vecino es extranjero?. En fin, lo que realmente echamos en falta es la virtud de la tolerancia solidaria y mas respeto por la dignidad y los derechos humanos, que son de y para todos, en una sociedad que o es intercultural o simplemente no será sociedad.

Esteban Ibarra.
Presidente del Movimiento contra la Intolerancia