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La democracia no nos hará libres». La escalofriante frase fue blandida ayer en un cartel por parte de más de medio centenar de jóvenes antisistema contra la candidata de Unión Progreso y Democracia (UPyD), Rosa Díez, para impedir que tomara la palabra en la Facultad de Ciencias Políticas de la Universidad Complutense. Y trataron de hacerlo por la fuerza, aunque la actuación de la Policía Nacional consiguió que no tuvieran éxito. Sobre la frase, una terrorífica imagen en la que un político se descerraja un tiro en la boca bajo otro agresivo reclamo: «Políticos, hacednos el favor...»
Ayer y por tercera vez en una semana, jóvenes radicales antisistema de extrema izquierda trataron de boicotear un acto político, aunque esta vez no lo consiguieron.
Primero fue contra María San Gil (PP) en Santiago y el lunes, contra Dolors Nadal (también del PP) en Barcelona. Ayer, los violentos no pudieron acallar la voz de la dirigente de UPyD. Fueron los propios agresores los que vincularon este ataque con los que sufrieron las otras dos dirigentes en un panfleto que repartieron a los estudiantes.
Justifican la violencia
En la rocambolesca nota a la que tuvo acceso este periódico, los radicales justifican la violencia contra la candidata porque entienden que iba a «reeditar el mismo modelo de charla-provocación» que, según ellos, usaron las dos dirigentes populares. En el mismo escrito, acusan a UPyD de alentar la «represión» contra «cualquier movimiento social» que «escape a la lógica del partido único PP-PSOE-(UPyD)».
Los violentos critican también «la actual situación de excepción en el País Vasco» y terminan reivindicando que «el capitalismo no es y no puede ser democrático; sus partidos no nos representan; sus elecciones no son legítimas». La mayoría de los agresores estudiaban en la Facultad, según algunos de los presentes. Sin embargo, su estética e incluso los gritos que usaron recordaban a los jóvenes que protagonizan los ataques de kale borroka en el País Vasco. Entre otras lindezas, uno de los lemas más coreados fue «¡Rosa, kanpora!» («¡Rosa, fuera!» en vasco).
A pesar de que los atacantes pueden ser estudiantes de la Complutense, esta universidad condenó los hechos, pero informó de que no va a iniciar ninguna investigación sobre sus autores porque no le consta que se produjeran agresiones, según indicaron a Europa Press.
Todo comenzó poco antes de las 12.00 horas. Rosa Díez salió de un ascensor camino del salón de actos y un joven comenzó a gritar: «¡Fascistas, fuera de la Facultad!», «¡Rosa, kanpora!». Al instante, hasta 60 radicales se arremolinaron en torno a Díez y su equipo. Los ocho policías que la acompañaban formaron un cordón y ninguno pudo agredir a la dirigente, aunque desde ese momento y hasta que entraron en el salón de actos no pararon los empujones, los gritos, los insultos y las amenazas.
En conversación con EL MUNDO, Díez calificó de «bárbaros fascistas» a sus agresores y achacó estas actitudes a la ruptura de los consensos y a la crispación política actual. «Cuando se rompen todos los consensos básicos y los demócratas nos dividimos, salen los fascistas», aseguró. La política vasca ha vivido con anterioridad situaciones similares, pero siempre en su tierra y de la mano de radicales abertzales.
Según UPyD, los violentos parecían muy coordinados. Había dos o tres cabecillas, continuaron las mismas fuentes, y cuando indicaban a los demás que debían parar el acoso, lo hacían.
En el salón de actos se consiguieron meter unos ocho jóvenes que continuaron gritando hasta que la Policía les expulsó de uno en uno. Una vez fuera, siguieron insultando y llamando fascistas a los que no querían dejar hablar. Cuando el acto concluyó -pasadas las 14.00 horas-, el decano ofreció a Díez salir por la puerta de atrás. Pero ella se negó. Escoltada por 14 policías, todos vestidos de paisano, volvió a pasar junto a los violentos y salió de la Facultad. Tras los incidentes, Díez recibió las llamadas de solidaridad de San Gil y Nadal. Algo que ella misma hizo tras las agresiones que sufrieron.
El Foro Ermua responsabilizó al Gobierno de estas agresiones por haber creado «el caldo de cultivo» para esta situación.
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