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Nueva querella a un vigilante de Metro acusado de pegar a un inmigrante. El último caso que ha llegado a los tribunales ocurrió el pasado 14 de febrero en la estación de Joaquín Vilumbrales, en Alcorcón, cuando Lilian I. I., de 27 años y nacionalidad nigeriana, fue agredida por un responsable de seguridad. La víctima está todavía de baja tras sufrir un fuerte esguince cervical. Un portavoz de Metro informó de que el supuesto agresor también ha denunciado a la mujer por causarle lesiones.
"Volvía con una amiga [Stella] de entregar unos papeles en Príncipe Pío, cuando vino un revisor y nos pidió el billete. Le enseñamos los abonos transporte. De repente nos dijeron que nos bajáramos", recordaba ayer Lilian con el collarín puesto. Las dos compatriotas estaban en la estación de Joaquín Vilumbrales. Ya en el andén, el revisor y otros tres vigilantes le pidieron a Stella que les enseñara alguna documentación. Creían que su abono era falso. Stella les dijo de memoria su número de documento de identidad. En ese momento intervino el vigilante de seguridad denunciado. Comenzó a gritar, según Lilian, que era falso. "Como las cosas se estaban poniendo muy mal, intentamos marcharnos y terminar con aquello", explicó ayer Stella.
Lilian les dijo a los vigilantes y al interventor que tenían prisa. Llegaban tarde al trabajo. "¿De qué trabajar? Si vosotras sois putas, venís a trabajar aquí de putas", les espetó el vigilante. A renglón seguido, les hizo un gesto que representaba una felación con sus manos y su boca. La respuesta de Lilian no se hizo esperar: "La puta lo será tu mujer".
A partir de ese momento, le llovieron golpes y puñetazos por parte del vigilante, según el testimonio de la víctima. "Me tiró del pelo, me rompió el abrigo y me lanzó el bolso al suelo. Lo que llevaba quedó desparramado en el suelo", añade Lilian, que lleva casi cinco años en España y es dependienta en una tienda de ropa.
La mujer intentó salir corriendo, pero su atacante le dio alcance. No paraba de insultarla y de amenazarla. "No paraba de gritarme que era racista y que me iba a matar, que nos teníamos que ir a nuestro país. También chillaba que iba a acabar con todos, que nos iba a cortar el cuello y que le daba igual ir a la cárcel".
Lilian intentó zafarse de su agresor. Mientras, Stella sacó su teléfono móvil para grabar la escena, pero los otros vigilantes y revisores se lo impidieron. "Me cogieron por los brazos y el teléfono se destrozó al caer al suelo", explicaba Stella. Su amiga no paraba de recibir golpes.
"Su obsesión era tirarme a las vías del metro. Pararon algunos trenes, pero la gente no se paró a ayudarme. Tan sólo preguntó una mujer que iba con su hijo. También la llamó puta. Yo me defendí clavándole las uñas en la cara", explica la agredida. Ésta describió al vigilante como un hombre de unos 40 años, de estatura media, delgado y con el pelo canoso corto.
Cuando terminó la agresión, Lilian pidió que llamaran a la policía. Cuando llegaron dos agentes, la mayoría de los vigilantes y revisores se habían marchado. Después fueron a denunciar a la comisaría de Alcorcón. "Estoy aterrorizada. No quiero volver al metro. Estoy segura de que, si me ve otra vez, me va a matar", susurra Liliana, que sufrió un esguince cervical y "muchos dolores" tras la agresión.
Esteban Ibarra, el presidente del Movimiento contra la Intolerancia (asociación que ejerce la acusación popular), ha pedido que el vigilante sea expulsado de manera inmediata de la empresa que lo contrató. También solicitó que el Ministerio del Interior apruebe un protocolo para impedir "la infección racista" que se da entre los vigilantes de seguridad. "Deben existir medidas para acabar de forma radical con tanta violencia hacia los inmigrantes", añadió Ibarra.
Un portavoz de Metro afirmó ayer por la tarde que las dos mujeres intentaron colarse en la estación con un abono transporte falso. Por ese motivo, el vigilante les pidió que se identificaran, a lo que ellas respondieron que eran unos racistas y que las hacían todo eso por ser mujeres. El vigilante de seguridad ha denunciado a Lilian, porque le clavó las uñas en la cara y le produjo heridas graves.
(El País. 2.3.07)
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