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Estados Unidos. Los inmigrantes no agravan el crimen.

    Un estudio asegura que no existe relación entre inmigración y aumento de violencia

El problema de la criminalidad en Estados Unidos no es "ocasionado" o agravado por los inmigrantes, independientemente de su situación migratoria. Aunque desde 1994 la población indocumentada en Estados Unidos se ha duplicado, en ese mismo período el índice de crímenes violentos se redujo en 34%, reveló un estudio del Centro de Política Migratoria (IPC) para la Fundación Americana de Abogados de Inmigración (AILF).
Entre 1994 y 2005, por ejemplo, mientras la población indocumentada se duplicó, el índice de homicidios se redujo en 38%, el de robos en 41% y el de delitos contra la propiedad en 26%. Los índices de criminalidad se redujeron también en ciudades con altas concentraciones de inmigrantes como Los Ángeles, Nueva York, Chicago y Miami, según el análisis basado en cifras del censo de 2000.
El reporte se titula El mito de la criminalidad inmigrante y la paradoja de la asimilación: índices de encarcelación entre oriundos y extranjeros. Es de la coautoría de Rubén G. Rumbaut, profesor de sociología de UC Irvine, quien participó en una teleconferencia para discutir el reporte junto a Robert Sampson, director del Departamento de Sociología de la Universidad de Harvard.
Según el análisis, los estereotipos populares tienden a vincular la criminalidad con la inmigración y esto es especialmente palpable para los mexicanos y centroamericanos con bajos índices de educación que arriban a este país sin documentos o que permanecen más allá del tiempo autorizado por sus visados.
Ésta es una de las razones para la proliferación de medidas locales y estatales a través del país dirigidas en contra de los indocumentados.
Pero según el estudio, los inmigrantes poseen índices más bajos de encarcelación que los nacidos en Estados Unidos.
Según Rumbaut, las percepciones y los estereotipos están enraizados, "pero no se sustentan empíricamente hablando". De hecho, agregó, los datos contradicen los estereotipos.
Por ejemplo, en el año 2000 el índice de encarcelación de los extranjeros fue dos y media veces menor que el índice de 1.7% de los blancos no hispanos nacidos en Estados Unidos, y casi 17 veces menor que el índice de casi 12% de los afroamericanos nacidos en Estados Unidos.
Y entre los hombres de 18 a 39 años de edad —que componen la mayor parte de la población carcelaria en el país— en el año 2000 el índice de encarcelación para los nacidos en Estados Unidos fue de 3.5%, casi cinco veces mayor que el índice de encarcelación de 0.07% entre los extranjeros.
De hecho, en el año 2000 el índice de encarcelación de las personas nacidas en México fue de 0.07%, más de ocho veces menor que el índice de casi 6% entre los hombres nacidos en Estados Unidos de origen mexicano.
Los inmigrantes salvadoreños y guatemaltecos registraron un índice de encarcelación en el año 2000 de 0.05% comparado con el de 3% de los hombres nacidos en Estados Unidos de origen salvadoreño y guatemalteco.
En 2000 el índice de encarcelación de hispanos nacidos en Estados Unidos y sin diploma de escuela secundaria fue de 12%, casi 11 veces mayor que el índice de encarcelación de 1% entre los hispanos extranjeros que tampoco completaron la secundaria.
Según Rumbaut, la tendencia es pensar que los bajos niveles educativos y la pobreza de los inmigrantes aumentan la posibilidad de que se involucren en actividades criminales, "pero es lo contrario", reiteró.
Y eso lo sustentan no sólo este análisis sino los datos de censos previos y estudios independientes incluyendo análisis de tres comisiones gubernamentales en las primeras tres décadas del siglo XX.
Sampson, por su parte, señaló que las alzas en los niveles de inmigración generan la percepción de que hay un aumento en la criminalidad, "pero la percepción no puede explicarse simplemente por la presencia del desorden sino por estereotipos".
Ambos indicaron que por eso es importante presentar hechos basados en el análisis de cifras concretas ya que la percepción equivocada promovida por los encargados de la política pública o reforzada en la cobertura de algunos medios de comunicación minan el desarrollo de políticas públicas adecuadas para abordar tanto el tema migratorio como la criminalidad.
El estudio, incluso, concluye que mientras más tiempo vivan en Estados Unidos los inmigrantes, mayor es el riesgo de conducta criminal.
Esto es especialmente cierto para los hijos y nietos de los inmigrantes —o para los mismos inmigrantes— y se debe a factores económicos, sociales —como la desintegración familiar y las adicciones al alcohol y las drogas—, que también son un factor en la conducta criminal de los nacidos en Estados Unidos.
Empero, el estudio encontró que los inmigrantes que han residido en Estados Unidos por 16 años o más tenían menos probabilidades de ser encarcelados que sus contrapartes nacidos en Estados Unidos.

Maribel Hastings
Corresponsal de La Opinión
27 de febrero de 2007