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LEPEN: DE FRANCIA A ESPAÑA, PASANDO POR EUROPA

    La conmoción en Francia y la alarma europea por los resultados electorales que han aupado a Lepen a disputar la segunda vuelta de las presidenciales no puede evitar una mayor preocupación si cabe, al añadir a esos millones de votantes los que apoyan a Haider en Austria, a Dewinter en Bélgica, a Bossi y otros en Italia, a Bloch en Suiza y a la constelación antieuropeísta y ultranacionalista que se extiende por todo el continente contra la democracia, con la bandera de la xenofobia, y que lógicamente también alcanza a España, aunque no quiera apreciarse el detalle de los numerosos actos xenófobos que se producen, aún dispersos, en nuestro país.

Diversos grupos ultranacionalistas y xenófobos en España han saludado eufóricamente los resultados electorales de Lepen, pujando por constituirse en referente del ultra francés en nuestro país. Organizaciones como Democracia Nacional y España 2000 han sido especialmente activas contra la inmigración, convocando manifestaciones y protagonizando un discurso radicalmente similar al realizado por el Frente Nacional en Francia. Todavía más, desde Euronet, red ultra que articula a grupos jóvenes, y tras los resultados que se obtienen en los diferentes países europeos se avanza en el diseño de una articulación continental que les posibilite un mayor impacto y calado. Mientras tanto en España, los partidarios de Lepen trabajan discreta pero intensamente con la mirada puesta sobre un horizonte próximo, las elecciones del 2003.

Se equivocan estrepitosamente quienes reducen el fenómeno a Francia y lo consideran un dato aislado, desoyendo la denuncia del Parlamento Europeo de la existencia de 1.300 grupos racistas y ultras en el continente. También se equivocan quienes consideran que en nuestro país no sería posible porque los resultados electorales hasta ahora han sido marginales; Lepen a finales de los 80 solo conseguía un 1% de apoyo electoral. Hay que verlo de otra manera, simplemente faltan las condiciones políticas que ahora están construyendo, y las vías de financiación oportunas. Por lo demás se estima una potencialidad de voto en torno a un 10% originado desde la derecha y la izquierda, de base joven y popular, y una rápida extensión y capilarización social del discurso xenófobo que cuenta con un apoyo inconsciente de propagación en medios de comunicación y de políticos demócratas que abordan incorrectamente los temas de la inmigración, inseguridad y diversidad religiosa o cultural.

El problema se extiende por Europa como una mancha de aceite, elegida como chivo expiatorio la inmigración, como antaño fueron los judíos, el discurso es simple y estigmatizador. Según los xenófobos, la “invasión tercermundista” provoca inseguridad laboral y precariedad, además de delincuencia y conflicto cultural, esta es la matriz de su discurso, junto a ello se añade un ultranacionalismo antieuropeo y antiglobalizador que configura un proyecto antisistema, antidemocrático, y que se beneficia de la crisis de participación democrática y la brecha entre partidos políticos y sociedad civil. En España simplemente vamos mas tarde pero obviamente llegará; la cuestión estriba en la capacidad de los demócratas en minorizar su impacto, aunque a la vista de la prepotencia absurda con que se considera la situación hay que sospechar que esa ventaja relativa del tiempo va a servir de muy poco.

Estigmatización racista
Los seguidores de Lepen en nuestro país se esfuerzan en repetir los prejuicios racistas y la estigmatización del inmigrante. Las plataformas ultras que quieren sacar partido a la xenofobia no dudan en calificar de invasión la presencia de una inmigración necesaria y presentar argumentos falsos como que nos quitan el trabajo y se aprovechan de nuestros impuestos, calentando a la ciudadanía con eslóganes tipo “los españoles, primero”. Obvian que en realidad sin la inmigración no es sostenible ni nuestra capacidad productiva , ni de crecimiento, ni el propio Estado de Bienestar. Se olvidan a propósito, que un inmigrante para el país de acogida conlleva un coste cero, en su formación y otros elemento esenciales en el desarrollo de una persona antes de ponerse a trabajar, que cotizan el triple de lo que reciben en gasto social, que trabajan en sectores esenciales abandonados por los autóctonos, y que su presencia además, crea empleo indirecto en educación, sanidad y otros sectores en dificultad de equilibrio.

Pero el discurso que mas atiza la xenofobia es el que vincula la inmigración con la delincuencia, y que está contando con la torpeza absoluta de significados políticos democráticos. Es evidente que hay problemas de delincuencia y que además de los autóctonos hay extranjeros delincuentes, unos diez mil de los 43.000 internos en cárceles, pero ni es justo ni se debe estigmatizar por ello como delincuentes, a millón y medio de inmigrantes que hay en nuestro país. Y la estigmatización, que es una conducta xenófoba y racista, es lo que hace Lepen al extender la responsabilidad del delito que comete un delincuente, a todo el colectivo étnico al que pertenece. Un dato a tener en cuenta es que el 80% de estos delincuentes tienen relación con mafias, probablemente ya eran delincuentes en su país, y aquí no vinieron a trabajar como realmente hacen los inmigrantes. Es de suponer que las expectativas delictivas, por nuestra deficiente legislación e ineficaz seguridad, junto a las condiciones económicas de nuestro país, les estimularon.

Con esta peligrosa lógica del estigma, que practica Lepen y sus amigos, se podrían construir discursos que llegaran al barbarismo de significar a todos los jóvenes de nuestro país por el hecho de existir varios millares de jóvenes delincuentes; también en un absurdo se podría estigmatizar a todos los varones por existir millares de maltratadores hacia la mujer que han causado centenares de asesinatos, o a todos los religiosos por existir curas pederastas..... y así indefinidamente hasta la locura final de triste memoria.



Otra didáctica, otro discurso
El tercer pilar fuerza de la matriz generadora del discurso xenófobo es el choque cultural y religioso que alcanza su paroxismo en las versiones mas agudas de islamofobia, insensatamente estimulado desde posiciones democráticas asimilacionistas incapaces de interpretar las posibilidades de progreso que abre una perspectiva intercultural. El falso planteamiento xenófobo descansa en asignar a las culturas diversas de los inmigrantes un estatus de inferioridad civilizatorio, ofertando como única perspectiva la asimilación por la sociedad de acogida o su contrario, la segregación porque “no se quieren integrar”,olvidando que nadie se integra si no le dejan y no respetan sus derechos, también el de identidad cultural o religiosa, sin que ello socabe los principios democráticos.
Necesitamos otra didáctica que humanice la inmigración, otros discursos que presenten sus aspectos positivos, pero sobre todo necesitamos que se evite el uso partidista y electoral de temas delicados como la seguridad y la inmigración, hablando claro a nuestros ciudadanos y diciendo abiertamente si a la inmigración y firmemente no a la delincuencia, evitando la fácil demagogia que enfrente, como siempre, a los más débiles e impida su fuerza en el requerimiento colectivo hacia quienes desde las instituciones deben de gestionar la realidad diversa, escuchando a una ciudadanía cansada de la distancia del político y en demasiadas ocasiones, de su falta de sentido común en temas con los que no se debe especular. Y ser conscientes que vivimos, como dijera Albert Einstein, “una triste época la nuestra, donde es mas fácil desintegrar un átomo que un prejuicio”.

Esteban Ibarra.
Presidente del Movimiento contra la Intolerancia.