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En sus conclusiones definitivas, el fiscal ha considerado a los agentes coautores de un delito de lesiones con agravante de ensañamiento por los hechos ocurridos el 1 de septiembre de 2004, cuando L.H., que estaba vendiendo DVD y CD en una terraza, fue detenido por los policías tras una persecución.
A unos veinte metros del bar, los agentes le dieron alcance y uno de ellos supuestamente le golpeó en la cabeza con la defensa reglamentaria y, cogiéndolo del cinturón, lo dejó caer boca abajo sobre el pavimento varias veces.
Según el fiscal, los agentes realizaron una actuación "completamente desproporcionada" para la inmovilización del detenido, que había perdido el conocimiento instantes antes y que fue ingresado en el Hospital 12 de Octubre con traumatismo craneoencefálico, entre otras lesiones.
Los acusados han negado haber agredido al hombre y han señalado que, al localizar al magrebí vendiendo copias ilegales en una terraza, le pidieron la documentación y éste salió corriendo "a una velocidad tremenda".
Según los agentes, en su huida el marroquí tropezó con un pivote y "embistió" con violencia contra un coche aparcado en una calle próxima, por lo que, han señalado, pensaron que "se había matado".
Los acusados han asegurado que no tenían intención de lesionar al detenido, del que han dicho que estaba consciente y que sólo tenía un ojo hinchado cuando fue llevado al centro de salud Isabel II de Parla, desde donde -por decisión de los médicos- fue trasladado al hospital Doce de Octubre por los mismos agentes.
Un testigo que presenció la detención ha señalado que él mismo increpó a los policías al ver cómo trataban al magrebí y ha añadido que éste estaba inconsciente y no podía oponer ninguna resistencia.
Según el testigo, el marroquí corría tambaleándose y con la cara manchada de sangre y, al llegar al coche estacionado, se apoyó en él y cayó, pero "no se golpeó con el vehículo".
Esta persona ha agregado que el agente que lo alcanzó lo levantó a la altura de su rodilla y lo dejó caer "como un cuerpo muerto".
L.H., que no ha declarado en la vista porque ninguna de las partes lo ha solicitado, ha afirmado luego en declaraciones a los periodistas que cayó al ser golpeado con el pie por uno de lo agentes y que después sólo sintió "golpes con porras y patadas".
Como consecuencia de los hechos, el hombre sufre constantes cefaleas y presenta una cicatriz quirúrgica de ocho centímetros en el cráneo, por lo que no puede trabajar dado el miedo a sufrir mareos o pérdida de conciencia.
El fiscal pide la suspensión de empleo de los agentes durante el tiempo de la condena y que indemnicen al magrebí con 4.980 euros, mientras que la acusación particular reclama 65.000 euros por las secuelas sufridas.
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