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HOMENAJE A MADRID

    Confieso que soy un enamorado de Madrid y que las líneas que siguen están cargadas de sentimiento y desde él escribo. A mi juicio, nadie duda en señalar el profundo carácter cosmopolita que engalana a una Comunidad asentada en la tolerancia solidaria de sus gentes pacíficas. Aquí nadie preguntará de donde vienes, ni a donde vas; no cuestionaran el Rh o los apellidos; si vives en Madrid no eres extraño y de aquí eres; es la forma peculiar de nuestros paisanos de entender el ius soli frente al imposible y racista ius sanguineus que algunos desean imponer en otros lugares ibéricos. Aunque esto no es de ahora, es de siempre, no se si por leyenda, por historia o simplemente por realidad.
Puede que la explicación se encuentre en la mitológica leyenda de su fundación que cuenta que Ocno, hijo de Tiberio rey de Toscana, descendido de familia superviviente de la Guerra de Troya, cuando viajaba hacia donde muere el sol fundó una ciudad por orden de Apolo, en la ladera de Guadarrama, en un terreno hermoso, apacible, rico en vegetación de encinas y madroños, con abundante agua donde pastoreaban gentes bondadosas y amables, con quienes creó Magerit, “la ciudad de los hombres sin patria”, que debía consagrarse a “Metragirta”, también llamada “Cibeles”, diosa de la tierra.
Quizás la explicación hay que encontrarla en su propia historia, desde su creación por el emir Muhamad Ibn Abd al-Rahman en el siglo IX con el nombre de Mayrit, “madre de aguas”, y árabe hasta 1083, a hoy vanguardia europea, crecida a lo ciudadano Kane; aquel humilde poblado de la Edad Media, construido en capital con los Austrias y Borbones, liberal e insurrecta en su mayo de 1808, republicana en la contienda civil, y pese al empeño de la dictadura en usarla como baluarte, devenida con la democracia en universalista ilustrada. Consecuente con su pasado, Madrid se hace así misma cosmopolita, abierta y nodriza de una ciudadanía que acepta por patria al mundo entero.
Podríamos bucear desde una perspectiva intercultural. Aquel Magerit receptor de tres culturas, como Toledo, de pocos miles habitantes evolucionó continuamente haciendo paisanos suyos a asturianos, gallegos, castellanos, extremeños, andaluces y otros migrados de los pueblos de España, entre los que construirían Madrid junto a los madrileños. Incluso hoy, la nueva realidad migratoria nos acerca a latinoamericanos, marroquíes, senegaleses o chinos, entre otros muchos, que nos ayudan, también, a construir un Madrid cargado de riqueza cultural y de sensibilidad universal.
En Madrid no sobra nadie, aquí si hay sitio para todos, y con ternura, todos tenemos que cuidarlo; aunque también tengamos nuestras zonas de penumbra, miserias y desventuras; pero, en verdad, ¿quizás, si sobren algunos?. Pensándolo bien, nos sobran los matones, rapados, atracadores y maltratadores, los que abusan de su poder...., delincuentes todos, sean de donde sean. Nos sobran quienes violan dignidad y derechos que corresponden a todos, y en erradicar estas conductas tenemos los ciudadanos un compromiso que desarrollar.
Esteban Ibarra.
Presidente del Movimiento contra la Intolerancia.