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NIÑOS REFUGIADOS

    Todos los años el 20 de Junio se celebra el Día Mundial del Refugiado, en reconocimiento a las personas que sufren el desarraigo por estar perseguidas por motivos políticos, religiosos, étnicos o por pertenecer a un grupo social cuyos derechos fundamentales no son respetados. En torno a esa fecha se recuerda a la sociedad la importancia de su solidaridad y a las instituciones el deber de cumplir con el Convenio Internacional de Ginebra, aprobado en 1951, de protección de los derechos de los refugiados frente a la intolerancia criminal.
El asilado no es un inmigrante, si no escapa de su país puede perder la vida o la libertad en este mundo de brutales violencias. Son cerca de 50 millones de desarraigados, 22 de refugiados y 28 de desplazados en el propio país, la mayoría mujeres, ancianos y niños, las víctimas más débiles de las guerras y los conflictos. Todo ello sin referirnos a los que huyen de hambrunas y desastres ecológicos que doblarían estas trágicas cifras. Es un drama que lo soportan los propios países pobres, pues Europa solo acoge algo mas de dos millones y España no supera los tres millares en los últimos cinco años.
Los niños, acompañados de sus padres o solos, suponen alrededor de la mitad de todos los solicitantes de asilo, unos 10 millones de menores de 18 años. El drama de los pequeños nos recuerda que solo en la pasada década, dos millones de niños murieron en conflictos armados, seis millones fueron heridos y mas de un millón quedaron huérfanos. Las minas terrestres en 90 países se ceban en ellos, y no olvidemos que mas de 300.000 menores, muchos con menos de 10 años, sirven como niños soldados en todo el mundo y las niñas además, son obligadas a ejercer la esclavitud sexual.
Las condiciones de supervivencia de estos pequeños son inimaginables, la mayoría mutilados, heridos y huérfanos, sufriendo enfermedades y desnutrición. Naciones Unidas (ACNUR) ha lanzado un grito al mundo pidiendo ayuda para estos niños, previniendo su utilización militar o sexual, buscando a las familias de las que han sido separados, respondiendo a sus necesidades mas elementales de alimentación, salud y educación, y haciendo respetar sus derechos olvidados, pues a ellos ni se les otorga el estatuto de asilado.
Nuestra historia desgraciadamente está repleta de refugiados, algunos ilustres como Einstein, Freud, Isabel Allende, Rigoberta Menchú, María Zambrano, etc. otros humildes, pero siempre beneficiosos para la sociedad que les acoge. Ahora que los gobiernos europeos se ponen de acuerdo en medidas de endurecimiento frente a la inmigración irregular, sería moralmente decente que también acordaran mejorar su respuesta ante el drama del asilo, mejorando su contribución a un ACNUR en quiebra ante tantos millones de personas que atender que huyen de guerras, en su mayoría provocadas por oscuros intereses económicos.

Esteban Ibarra.
Presidente del Movimiento contra la Intolerancia.