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En Sudáfrica, violadas y apaleadas hasta la muerte por ser lesbianas.

    El cuerpo medio desnudo de Eudy Simelane, la ex estrella del equipo nacional de fútbol femenino Banyana Banyana, apareció en un riachuelo de un parque de Kwa Thema, ciudad a las afueras de Johanesburgo. Había sido violada por varias personas y brutalmente apaleada, antes de recibir 25 puñaladas en la cara, pecho y piernas.Era conocida por su juego en el campo de fútbol, sí, pero también por su lucha feroz por los derechos de la mujer y por ser una de las primeras lesbianas en admitirlo abiertamente en Kwa Thema.

La mataron en abril y desde entonces, la violencia contra lesbianas en Sudáfrica no ha hecho más que crecer. «Violación correctiva», así dicen los defensores de derechos humanos que se llaman estos terribles delitos cometidos por hombres que pretenden «curar» a las lesbianas de su condición sexual.

Son, además, crímenes envueltos en un aura de impunidad. Lo denuncia ahora un informe de la ONG Ayuda en Acción que, apoyada por la Comisión de Derechos Humanos de Sudáfrica, afirma que el Estado ni reconoce el delito ni el sistema legal lo castiga.

El informe llama al sistema judicial sudafricano a reconocer los crímenes de odio, incluyendo los llamados correctivos, en una categoría distinta. Argumentan que así se forzará a la policía a actuar ante el crecimiento de la violencia y se asegurarán los recursos y el apoyo necesarios para llevar a los autores ante la Justicia.

La brutal ferocidad del asesinato de Simelane ha noqueado a la sociedad de Kwa Thema, donde era muy conocida y querida por dar fama al deporte de esta extensa ciudad. Su madre, Mally, aseguró que siempre había temido que le pasara algo a su hija, pero que nunca imaginó que esa inseguridad podría aparecer por ese camino. «Tengo miedo. No sé lo que sucedió.¿Por qué hicieron algo tan horrible? ¿Debido a quién era? Ella era dulce, nunca se peleó con nadie, ¿por qué la mataron?».

The Guardian ha hablado con mujeres lesbianas en Johanesburgo y Ciudad del Cabo y afirman que son elegidas deliberadamente para ser violadas, que la amenaza de la violencia se ha convertido en una dura prueba diaria. «Me dicen que me van a matar, que van a violarme y que cuando lo hagan me haré una mujer», se espanta Zakhe Sowello de Soweto. «Cuando violan a alguien dejan muchas pruebas en su cuerpo. Pero cuando intentamos divulgar estos crímenes no sucede nada y ves a quienes la han violado caminando libremente en la calle».
Una investigación llevada a cabo el año pasado por la organización Triangle, defensora de los derechos de los homosexuales, reveló que un 86% de las lesbianas de raza negra viven con miedo a una agresión sexual. El grupo se ocupa hasta de 10 nuevos casos de «violación correctiva» cada semana y culpa de este fenómeno al ambiente social, al creciente machismo político y a la falta de respuesta policial ante estos ataques. También ellos denuncian que la situación no es «una prioridad» para el Gobierno.

El caso de Simelane no ha sido el único, claro, pero sí el primero en tener culpable. Un hombre fue juzgado por violar a la famosa deportista y lleva ya un mes ingresado en una cárcel.

El MUNDO. 14.03.09