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Una campaña de odio amenaza a Obama

    

Barack Obama recibe críticas por la derrota de Chicago para los Juegos Olímpicos de 2016. "No sólo fracasó en llevar el oro a casa, sino también la plata y el bronce", asegura The New York Times. "La derrota olímpica muestra que en los asuntos mundiales los intereses son más fuertes que el encanto o la popularidad. Es mejor aprender esta lección por un evento deportivo que por las armas atómicas", dice The Wall Street Journal.

Éstas son las críticas razonables, las que un presidente sufre cada día durante el ejercicio de su mandato. Las que exigen accountability -que se basa en la responsabilidad y en dar respuestas sobre su gestión a los ciudadanos-. Luego está la retórica anti-Obama de la extrema derecha de EE UU.

Unos ataques que van en aumento y en los que ya hay quien invita a un golpe de Estado. "Cada día gana más peso la posibilidad de que los militares tengan que intervenir como último recurso para solucionar el problema Obama", escribe el columnista del sitio digital Newsmax, foro de encuentro en Internet de los extremistas.

"La campaña de odio contra Obama" -como titula The New York Review of Books en su último número- tiene en pie de guerra a los locutores de radio, presentadores televisivos e internautas más vitriólicos de la más extrema de la derecha estadounidense. Rush Limbaugh desde su micrófono o Glen Beck -el nuevo hombre duro de los radicales- desde los estudios de la Fox llaman a la insurrección. "Nos están robando América y quizá ya sea muy tarde para salvarla", arengaba Beck a sus seguidores en una intervención radiofónica.

El fundamentalista Limbaugh ha llegado incluso a hablar de racismo invertido y ha usado de ejemplo para acabar con la Administración demócrata un incidente en el que dos estudiantes negros golpearon a un chico blanco en un autobús. Limbaugh reclama "autobuses segregados". "En los Estados Unidos de Obama, los chicos blancos son golpeados y los negritos aplauden", dijo el locutor.

Beck apoya la tesis e informa a su creciente audiencia de que Obama es un racista que profesa "un odio profundamente asentado a los blancos o a la cultura blanca". En la historia moderna de EE UU, nunca antes se había visto un movimiento de protesta de la extrema derecha como el vivido, que incluso llegó a tomar las calles que rodean el Congreso de Washington el mes pasado.

Algo peligroso está pasando y Thomas Friedman compara la actual situación que se vive en EE UU con los meses anteriores a que asesinaran a Isaac Rabin en Israel en 1995. "Ese paralelismo me revuelve el estómago. No tengo problema con las críticas razonables, vengan de la derecha o de la izquierda", escribe Friedman en The New York Times. "Pero la extrema derecha ha comenzado a volcarse en deslegitimar el poder y crear el mismo clima que existió en Israel antes del asesinato de Rabin".

Todo vale. Desde caricaturizar al presidente como el Joker interpretado por Heath Ledger en el último capítulo de la saga Batman; gritarle "mentiroso" en medio de una sesión del Congreso; o negar que haya nacido en EE UU y sea un ciudadano con derecho a la presidencia. ¿La última vuelta de tuerca? Una encuesta colocada en Facebook en la que se consultaba a los internautas si Obama debía "ser asesinado". Los servicios secretos tomaron cartas en el asunto y la apuesta fue retirada, lo que deja en suspenso la respuesta.


El Pais.es 5.09.09