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El 27 de enero de 1945 fue liberado el campo de Exterminio de Auschwitz en el que fueron asesinadas entre un millón y dos millones de personas, la mayoría de ellas judías. Aquel día se abrieron las puertas del horror, y el mundo pudo contemplar las consecuencias del mal radical que encarnaba la esencia del nazismo. El germen ideológico de aquel régimen basado en la idea del supremacismo racial fue el antisemitismo, atizado desde todas las esferas del poder nacional socialista, que consiguió cuajar en una sociedad enferma de intolerancia. Auschwitz es la prueba irrefutable de que el discurso del odio siempre precede al exterminio sistemático de seres humanos.
El Código Penal de 1995 tipificaba como delito la negación del Holocausto, sin embargo una sentencia del Tribunal Constitucional en 2007, declaró inconstitucional ese tipo penal, lo que convirtió a España en una anomalía europea. La consecuencia inmediata fue la proliferación de actos negacionistas organizados por organizaciones neonazis y de extrema derecha que exponían sus tesis antisemitas y negacionistas sin que pudiera mediar la acción de la justicia.
Movimiento contra la Intolerancia pide que se aplique la Decisión marco 2008/913/JAI del Consejo, de 28 de noviembre de 2008 que propone un endurecimiento de la legislación relacionada con delitos de racismo, odio e Intolerancia, con el fin de homologar la normativa española a la de los países más avanzados en esta materia para dotar al Estado de Derecho de los instrumentos necesarios para combatir el antisemitismo, y la intolerancia en general, así como neutralizar el crecimiento de los grupos neonazis que suponen una amenaza para la seguridad de personas pertenecientes a colectivos vulnerables.
El testimonio imperecedero de Violeta Friedman, superviviente de Auschwitz, y presidenta de honor de Movimiento contra la Intolerancia, exige que la memoria perdure con el fin de quebrar toda forma de odio y racismo.
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