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Vientos de Intolerancia en la Europa del Este

    

El extremismo político, la intolerancia social y el racismo están creciendo en la antigua Europa del socialisno real. Hungría, que cuenta con una extrema derecha parlamentaria potente (Jobbik) y grupos paramilitares muy violentos, encabeza la lista de los desmanes ultras. La derecha gobernante, el Fidesz del primer ministro, Viktor Orban, ha impulsado una campaña de estigmatización de los opositores, según denuncian medios críticos, como el periódico liberal de izquierda Népszabadság. Según este rotativo, Orban utiliza "la autoridad para estigmatizar legalmente a sus contrincantes políticos y meterlos entre rejas".

Las noticias sobre el avance de los extremistas se suceden casi a diario en el país magiar. Una de las polémicas más agrias la ha protagonizado el alcalde conservador de Budapest, István Tarlós, al nombrar director del teatro Új Színház uno de los más emblemáticos de la capital a un actor de ideología antisemita y xenófoba, György Dörner. El nuevo director designó como administrador y número dos del teatro al dramaturgo István Csurka, que también es conocido por sus ideas antisemitas y es el presidente del partido de extrema derecha MIEP.

"Circulen y cállense"

Los directores de teatro de Budapest y los partidos opositores MSZP (socialista) y LMP (ecologistas de izquierda) protestaron por estos nombramientos. Pero István Tarlós, que tiene pleno apoyo del primer ministro Orban, zanjó la polémica con unas declaraciones autoritarias, en las que dijo: "El debate está cerrado, circulen y cállense ciudadanos, porque aquí no hay nada que ver. Aquí decido yo".

Un estudio del Instituto de Investigación Tárki de Budapest reveló que en Hungría dos jóvenes de cada diez menores de 35 años (el 19% de la población juvenil) simpatizan con el partido ultra Jobbik.

Mientras Hungría se hunde en las pantanosas aguas del ultraderechismo, en la República de Chequia, una ola de racismo antigitano recorre Bohemia del norte y Moravia-Silesia. La Policía calcula que unos 600 ultras han participado en manifestaciones racistas contra los gitanos. El Partido Obrero de Justicia Social, sucesor del neonazi Partido Obrero, desempeña un papel de protagonista en los disturbios. Ante esta grave situación, un grupo de activistas gitanos ha anunciado su voluntad de crear un partido político, Adaj (Aquí estamos), para defender sus intereses.

La Policía checa asegura que la extrema derecha cobra fuerza. Según Robert Slachta, jefe del Departamento para la lucha contra el crimen organizado, "la ultraderecha vuelve a consolidarse después de cierta colisión de intereses entre los diferentes grupos. Registramos una creciente actividad, ya sea en los conciertos de rock y punk, así como en las redes sociales, donde los extremistas exhortan a la violencia y al odio frente a otras razas. Todo esto testimonia que los neonazis vuelven a cobrar fuerza".

El racismo antigitano también ha llegado a Bulgaria de la mano de grupos de ciudadanos exaltados y militantes del partido ultraderechista Ataka. Las manifestaciones antigitanas estallaron después de que un joven de 19 años muriera atropellado en el pueblo de Katunitsa, a 160 kilómetros al este de Sofía, por un microbús conducido por un gitano. Miles de personas se manifestaron contra esta etnia en Sofía y ciudades como Plovdiv.

En las marchas xenófobas también se descalificó a la importante minoría turca del país. Los racistas acusan a los gitanos de "delincuentes y parásitos sociales" y piden su expulsión de Bulgaria. El Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Derechos Humanos (HCDH, en sus siglas en inglés), Rupert Colville, condenó las marchas antigitanas, y consideró que "no es razonable castigar a toda una comunidad por un crimen cometido por uno de sus miembros".

Entretanto, en Eslovaquia, donde también existe una importante comunidad gitana marginada, el líder ultra Jan Slota ha planteado la creación de un Estado propio para los gitanos tras su expulsión de los países donde viven.

Acoso a los homosexuales

En la Europa balcánica, colectivos como los gitanos y los homosexuales suelen ser objetivo prioritario de la violencia de los grupos extremistas. Según los expertos, en Serbia existen unos treinta grupos extremistas que reúnen en total a unos 5.000 miembros.

El responsable del Parlamento europeo para Serbia, Jelko Kacin, condenó recientemente la prohibición de una manifestación de gays y lesbianas en Belgrado por parte de las autoridades serbias. El ministro de Interior serbio, Ivica Dacic, justificó la medida por razones de seguridad, porque diversos grupos de extrema derecha habían anunciado su intención de reventar la marcha.

Para el eurodiputado Kacin, "lo que estaba en juego era saber si las instituciones están en condiciones de hacer valer el Estado de derecho en el país" y "neutralizar eficazmente a las organizaciones extremistas".

Los desfiles y manifestaciones de la comunidad homosexual y de otras minorías sexuales suelen estar prohibidos en Serbia y los pocos ciudadanos que reivindican sus derechos en público en Belgrado son agredidos por los ultras, como ocurre habitualmente en Rumanía.