Quienes Somos
Nuestras Actividades
Campañas
Publicaciones
Voluntarios
Hazte Socio
Contacta
Intolerancia
Derechos Humanos
Paz y Tolerancia
Ética y Justicia
Solidaridad y Desarrollo
Comunicación y Libertad
Inmigración y Refugiados
Pueblo Gitano
Racismo y Xenofobia
Antisemitismo
Homofobia
Terrorismo
Ultras y Neonazis
Integrismo
Pena de Muerte
Sexismo y violencia
Violencia Urbana
Maltrato Infantil
Seguridad Ciudadana
Memoria Víctimas
Editoriales
Noticias
Entrevistas
A por más
Informe RAXEN
Cuadernos de Análisis
Onda Verde
Teléfono de la Víctima
Aula Intercultural
Agenda
Foro
Chat
Hazte solidario
Tienda Solidaria

Cadena perpetua para el angel de la muerte de la dictadura argentina

    

Un tribunal de Buenos Aires condenó hoy al exmarino Alfredo Astiz a prisión perpetua por delitos de lesa humanidad cometidos en la antigua Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA), el mayor centro clandestino de detención de la dictadura argentina (1976-1983).

Cerca de 200 testigos han declarado durante 22 meses en este proceso histórico, en el que se juzgó a 18 acusados por 85 delitos de lesa humanidad, entre ellos los asesinatos de tres de las fundadoras de Madres de Plaza de Mayo, del periodista Rodolfo Walsh y de las monjas francesas Alice Domon y Leonie Duquet.

La justicia argentina condenó también a cadena perpetua a Jorge Eduardo Acosta, alias "El Tigre", ex capitán de fragata de la armada argentina, jefe de Inteligencia y jefe del Grupo de Tareas de la ESMA, y al ex capitán de corbeta Ricardo Miguel Cavallo, alias "Serpico", "Marcelo" o "Miguel Ángel",

Cavallo fue detenido en agosto de 2000 en México por orden del juez español Baltasar Garzón y, tras un lento y complejo proceso de extradición, fue entregado a la justicia argentina en marzo de 2008.

El tribunal condenó a perpetua Antonio Pernías, ex capitán de fragata, y Jorge Carlos Radice, ex teniente de fragata, ambos involucrados en la desaparición de Rodolfo Walsh.

Astiz fue apodado el "ángel de la muerte" por su aspecto de aparente inocencia. En 1977 era un joven rubio de ojos claros que se infiltró en la organización de las Madres de Plaza de Mayo como víctima, alegando tener un hermano desaparecido y con el falso nombre de Gustavo Niño. La táctica para señalar a las sospechosas era darlas un beso, tal y como hizo con las dos monjas francesas y las fundadoras de la asociación que, horas más tarde fueron secuestradas, torturadas y arrojadas aún vivas al río de la Plata desde uno de los vuelos de la muerte.

Varios cientos de personas convocadas por organizaciones humanitarias celebran en las puertas del tribunal el anuncio de las sentencias en esta causa, considerada histórica por víctimas y familiares.