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El Voto Verde. José María Mendiluce.

    El Voto Verde.
José María Mendiluce.

Llevo varios meses de acoso e intento de derribo por el hecho de haber decidido aceptar encabezar la lista de Los Verdes a la Alcaldía de Madrid. El grado de conservadurismo (creciente) de políticos y de muchos comentaristas, opinadores y articulistas no ha dejado de sorprenderme. Mientras el mundo cambia a toda velocidad y nuevos riesgos, retos y tragedias ensombrecen el panorama y las expectativas de muchos millones de hombres y mujeres en la aldea global, pareciera que las ofertas políticas sólo pueden ser las que llevan 25 años repartiéndose los espacios de poder. Que todo intento de hacer emerger un sujeto político nuevo en estas latitudes está condenado al fracaso. Y si no lo estuviere, hay que lograr que lo esté. Interesados y miopes pontifican desde las ondas y las imprentas, condenan de antemano, recurren a argumentos de dudoso talante democrático y, a veces, directamente al insulto. Se han equivocado y se equivocarán en sus predicciones y estrategias. Pero hacen daño, claro. Y lo que lesionan no es nuestra candidatura... sino la esencia de la democracia, que no puede ser otra que la que afirma que la última palabra, y voz, la tienen los ciudadanos.

Tener que defender en un país europeo el derecho a la existencia de Los Verdes y a que se presenten a las elecciones para estar en las instituciones resulta extraño. Los Verdes somos decisivos para formar mayorías progresistas en Europa. Garantizamos la fuerza ecopacifista de los gobiernos plurales de la izquierda en muchas ciudades, regiones y países europeos. Ciudades como Berna, Bruselas, París, Berlín, Londres o Barcelona se gobiernan también con Los Verdes. Y otras, como Lovaina, Lausana o Friburgo las gobiernan Los Verdes. Somos la cuarta fuerza del Parlamento Europeo. Y nuestro proyecto político pasa por un modelo también de organización a escala europea, la única escala posible hoy para hacer frente al unilateralismo de corte autoritario y hegemónico de la actual Administración norteamericana. Por ello, aspiramos a ser pronto un partido de escala continental y, como primer paso, presentaremos una lista electoral única en las elecciones europeas de 2004. Creemos en Europa, somos mundialistas en un mundo sin fronteras pero que sólo será seguro, sostenible y gobernable si es con derechos económicos, sociales y políticos globales.

Ahora, en España, Los Verdes nos presentamos en 32 capitales de provincia, con más de 700 candidaturas locales que representan el 75% de la población del Estado. Madrid, con 48 candidaturas para el 90% de la población, es, quizá, nuestra apuesta más importante y estratégica. Vamos a dar la sorpresa a la derecha prepotente y a la izquierda convencional, porque el espacio de la ecología política acabará emergiendo como sujeto político en el panorama español. Y frente al próximo ciclo electoral de elecciones municipales, autonómicas, generales y europeas, no podíamos estar ausentes de la primera etapa. Además, nuestro compromiso por pensar globalmente y actuar localmente nos obligaba a dar una respuesta política y electoral al reto de gobernar las ciudades, el auténtico escenario de los retos políticos más exigentes: desarrollo sostenible, planificación urbana, profundización de la democracia y la participación, de las libertades, desde una sociedad plural que se asuma y se construya.

Los Verdes queremos representar la política necesaria para otro modelo de ciudad. Las respuestas conocidas y las promesas reiteradas ya no sirven para afrontar los nuevos retos. La salud, la calidad medioambiental de nuestro entorno vital, el urbanismo a escala humana y la ecoeficiencia de los servicios públicos y privados no son hoy posibles sin las alternativas que aportamos Los Verdes. Nuestra creatividad política es una garantía de respuestas a esos cambios desde la radicalidad democrática.

Madrid es el ejemplo, político y social, del modelo de ciudad y del modelo de acción política de la derecha al que queremos plantar cara, frente a las izquierdas acomodadas. Queremos arrebatar Madrid a los especuladores y devolvérsela a sus ciudadanos. Una tarea enorme, pues Madrid, como otras capitales y ciudades, está gobernada hoy por los que no se sientan en el pleno municipal. Especuladores, negociantes de suelo, constructores de imposibles, manipuladores de lo necesario... tienen dominado al Gobierno municipal y acogotada a la oposición. Vamos a parar el negocio de unos pocos que se hace a costa de la vida de los madrileños. Se acabaron el chollo y el caos que han convertido Madrid en un monopoly sin comparación en toda Europa. Los índices de endeudamiento de los ciudadanos de Madrid, que rozan el 65% de la renta familiar, son debidos al coste, absolutamente desorbitado, del precio de la vivienda por la especulación del suelo hecha con un modelo de recalificación y de pacto entre los gobernantes locales y los que trucan las leyes del mercado, que han dejado de ser las de la competencia y la concurrencia, para ser la ley de muy poquitos que controlan el grueso de la oferta. Y no exagero. El muro de silencio, de complicidades, de voluntades complacidas o atemorizadas en esta ciudad es espectacular. No hay medio, servicio, proyecto que no esté cruzado, trufado y alterado por un club de avaros y especuladores que pretenden secuestrar la política democrática y a algunos políticos para convertirlos en meros notarios de su actividad.

Hay que hacer ver la cara de susto que se le ha puesto a la izquierda acogotada con la sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Madrid contra 28 operaciones urbanísticas especulativas y destructoras de entornos protegidos. Y el empeño que están poniendo en que hay que salvar la Operación Ciudad Deportiva, con el argumento de que «claro, han pasado seis años y hay que buscar soluciones» (sic), en vez de tomar como un triunfo tal varapalo al equipo de Manzano tan pocos días antes de las elecciones.

Madrid se ha convertido en 12 años de Gobierno del PP en una ciudad antigua y reaccionaria, con dificultades crecientes para vivir la libertad sin exclusiones. Necesitamos recuperar la ciudad de las libertades y los derechos humanos. La de las banderas violeta, arco iris, europea y de las Naciones Unidas. Una ciudad accesible, tolerante y solidaria. Una ciudad donde tu silla de ruedas o tu edad no sean una condena, donde tu libertad no sea una vida clandestina y tu color no sea una amenaza. No se trata únicamente de hacer frente con determinación a los retos sociales de una ciudad con demasiadas exclusiones y que crece con personas de muchas culturas y orígenes diversos. Se trata de devolverle un tono cultural y vital perdido, basado en la libertad creativa y en el impulso de iniciativas varias.

He asumido el reto de liderar a Los Verdes porque vamos a ser el voto decisivo para gobernar Madrid y otras ciudades. Porque hace falta un revulsivo democrático. Más votos y menos abstenciones para ganar a la derecha, a la de siempre y a la nueva, para renovar a las izquierdas conocidas, previsibles y repetitivas, y para poder optar por una alternativa que será decisiva. Ahora, sí. Recuperar Madrid después de 12 años es posible. Estamos decididos a luchar contra la aritmética del voto y a favor de la participación política para removilizar al electorado progresista. No se trata de adivinar unos resultados que dependen de lo que el día 25 cada cual vote; nadie sabe si su voto individual dará un escaño más a alguien o no, es imposible saberlo. Desde luego, el voto verde puede ser uno de los de mayor rentabilidad electoral y política. Se trata de que cada cual vote lo que prefiera: ésa es la democracia. Todos los proyectos políticos que han evitado asumir la confrontación electoral han terminado engullidos o marginados (por ejemplo, el Pasoc en IU o Nueva Izquierda en el PSOE). España tiene derecho a coger el tren europeo, en el que la alternativa verde es una opción sólida, de acción y de gobierno. Y además nuestro voto sólo sirve y servirá para formar mayorías alternativas a las del Partido Popular.

Apostamos por la pluralidad frente a las mayorías absolutas que favorecen la soberbia y la sordera de los gobernantes. Reivindicamos la cultura de Los Verdes, radicalmente democrática y radicalmente sensata. Y los valores libertarios, de oposición a todos los tiranos y dictadores (sea cual sea su color político o supuesta ideología), de repudio total a la violencia y al terrorismo, desde un pacifismo beligerante, cuando se trata de parar genocidios y crímenes contra la Humanidad. Nosotros no boicoteamos los actos del PP ni insultamos a sus militantes. Nuestro compromiso democrático se resume en el lema: «Se tiene que notar a la hora de votar».No hay comprensión con la violencia ni con los que anteponen, en un ejercicio imposible, la justicia a la libertad. Jamás ha existido justicia sin libertad. La justicia se construye desde la libertad.

En los últimos meses he asistido a la rutina de la consigna y, en algunos casos, de la difamación. Primero, que me iba a retirar porque en el fondo ya me convencerían o me comprarían o me chantajearían. Después, que estaba sólo jugando con la amenaza electoral para negociar mi futuro. Más tarde, que no íbamos a ser capaces de sumar voluntades y tradiciones para organizar de manera creíble y eficaz a Los Verdes como proyecto político y electoral. Que todo era el capricho de un caudillo absolutista y personalista. Y ahora, el colmo, que trabajo para el PP o, peor, que me tienen comprado.

Mientras, las izquierdas derrotadas han saboteado actos programados con las tres izquierdas porque estábamos nosotros, han ninguneado nuestras propuestas para después copiarlas descaradamente, y han presionado a todo el mundo para que se nos nieguen el pan y la sal mediáticos o sociales, con el argumento antidemocrático de que el voto es suyo y no de los ciudadanos. Que el voto les pertenece. Que no puede haber otra alternativa, otra oferta política, que todo el pescado está ya vendido, sin darse cuenta de que también existen fruterías y verdulerías en los mercados, ni de que parte del pescado canta a podrido. Para ellos somos una amenaza para sus poltronas, incapaces de ver la oportunidad de victoria progresista.

La política puede ser para los miopes o los mediocres. Incluso para los cobardes. Pero las victorias sólo son posibles para los que creen en ellas, se esfuerzan con determinación, trabajan desde la humildad y apuestan por otra mayoría. Por otra política. Nosotros no estamos de paso. Estamos para quedarnos porque esta ciudad también es nuestra ciudad. Y porque la democracia también es nuestra. Y no vamos a aceptar que desde la derecha, y mucho menos desde la izquierda, se actúe antidemocráticamente con una fuerza como la nuestra y contra los derechos de los electores. Que se vayan acostumbrando todos. Aquí estamos y vamos a ser determinantes para otras mayorías. En Madrid y en Baleares, en Cataluña y en Andalucía, como en tantos sitios. Les guste o no.

Creo que se equivocan algunos insistentes tertulianos. Vamos a llegar al 5%, a pasarlo, a dar la sorpresa. Con ese porcentaje sacamos más de un concejal, como todo el mundo sabe, según la aritmética electoral. Y nuestros regidores van a dar la mayoría a la izquierda, que dependerá de nosotros junto al resto de regidores progresistas. No nos vamos a retirar, porque no negociamos nuestra legitimidad política por un plato de lentejas, ni por dos; y porque para nosotros la política no está en venta. Lo siento, estrategas de la disuasión. Habrá gobierno progresista con Los Verdes, o no lo habrá sólo con las dos izquierdas, como ha venido sucediendo en las tres últimas citas electorales. Ya no suman.

Y, poco a poco, romperemos este bipartidismo imperfecto gestado en la Transición y que resulta obsoleto frente a la nueva cultura política de Porto Alegre y de Internet. Comprometidos, desde la autonomía personal, en trabajar por los cambios imprescindibles hacia ese otro mundo posible y urgente, Los Verdes seremos el injerto transformador para las viejas izquierdas de las nostalgias o de las encuestas. Nos vemos en las urnas.

José María Mendiluce es portavoz federal y candidato de Los Verdes a la Alcaldía de Madrid.