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INTOLERANCIA HACIA LOS VERDES

    No puedo salir de mi asombro. Durante toda la campaña electoral en Madrid he podido comprobar la intolerancia de la izquierda convencional (PSOE e IU) hacia el proyecto de Los Verdes y al liderazgo de José María Mendiluce. Que haya controversia, crítica u oposición es lo lógico en el marco de un debate democrático electoral. Pero que se vete explícitamente la presencia de los verdes en mesas redondas bajo amenaza de retirada , que se escuche a dirigentes de estos partidos tradicionales poner en duda públicamente sus posiciones progresistas e incluso pedir que la gente de izquierda no vote a Los Verdes porque es tirar el voto o regalarlo al PP, es practicar la estigmatización que precede a otras conductas mas agresivas.

Tampoco salgo del asombro al comprobar personalmente el hostigamiento realizado hacia la propaganda de Los Verdes en Madrid que incluye el arrancado de decenas de pancartas colocadas y la destrucción de sus carteles y pegatinas. Resulta difícil interpretar que la competitividad electoral pueda dar lugar a vulnerar los principios mas esenciales de la ética democrática.

En democracia el respeto a las minorías políticas resulta esencial hasta el punto que su ausencia no solo supone sectarismo sino que aboca a una peligrosa concepción totalizadora de la sociedad. La intolerancia política supone ausencia de respeto, de aceptación y de aprecio del pluralismo. Además, la exclusión de las minorías políticas democráticas supone una flagrante vulneración de los derechos humanos.

Nuestro sistema electoral de por sí es muy poco respetuoso con las minorías políticas democráticas dado que exige para estar representado un 5% de los votos, pudiendo condenar a la no representación institucional a muchas decenas de miles de votantes en una gran ciudad, que incluso pueden equivaler a poblaciones enteras que en otros lugares disponen de concejo propio.

Si a este grave déficit democrático, que va acompañado por la inexistencia de primarias, listas abiertas, no limitación de mandatos, poder omnímodo de los aparatos... le añadimos el bloqueo en los medios de comunicación a esas minorías y la estigmatización y conductas agresivas practicadas por miembros de partidos que compiten en las urnas, podemos confirmar que la practica democrática está siendo limitada desde una abyecta intolerancia.

Las izquierdas también pueden ser sectarias y totalizadoras, como igual sucede con las derechas, esperemos que entre todos podamos desterrar estas prácticas contrarias al avance y profundización de la democracia.

Esteban Ibarra
Presidente del Movimiento contra la Intolerancia