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CRISIS DE LOS REFUGIADOS, TERRORISMO Y AUGE DE LA ISLAMOFOBIA

    

La Islamofobia,  intolerancia al Islam y a los musulmanes, es una realidad en Europa que se ha mostrado con fuerza durante la crisis de los refugiados y más aún,  tras los atentados de Charli Hebdo, Dinamarca, Paris…, donde un ambiente de horror posibilitó a reacciones y manipulaciones orientadas a la expansión del odio y el rechazo a los musulmanes, a quienes el estigma de la invasión y terrorismo va agolpear con fuerza en todos los rincones europeos, en especial en las redes sociales e Internet.  Con una respuesta social e institucional de interés desigual, como evidenció  la masacre este mismo año del Daesh en Nigeria donde asesinaron a mas de 2.000 personas de una sola vez sin que se estremecieran ni los medios, ni gobiernos,  la esìral terrorismo-islamofobia amenaza a a la existencia misma de los sistemas democráticos.   (Daesh es el acrónimo de Al Dawla al-Islamyia Irak Wa'al Sham, y sus siglas a su vez significan “fanáticos”, lo que molesta a los terroristas)


La crisis de los refugiados centrada mediaticamente en Siria, olvidando obscenamente a poblaciones  vulnerables de lugares que azota la miseria , eternos desplazados y refugiados de guerra  de todo el Sahara y Sahel, ,desde El Aaioun a Sudán, desde Malí al Chad, desde Trípoli a la Curva del Niger -- donde las penurias,  el hambre y la guerra son endémicos y nunca aparecen en  noticias occidentales,  alimentó las soflamas islamófobas, en  diversos países europeos quebrando sus compromisos con los derechos humanos.


A su vez actual crisis económica está posibilitando la difusión de prejuicios y tópicos de quienes alimentan la xenofobia, difundiendo discursos de intolerancia racial y religiosa muy peligrosos en campañas electorales, que dañan la convivencia democrática, la cohesión social y la integración intercultural. Muchas de esas infamias  difundidas abiertamente en Internet alimentando el odio, además  desarrollan campañas contra los musulmanes, hostigamiento hacia las mezquitas, campañas que violan la dignidad y derechos de inmigrantes, minorías religiosas y del conjunto de la sociedad, cuando no nos vemos sorprendidos por ataques a sedes de asociaciones culturales y organizaciones sociales, sin olvidarnos de hostilidades reiteradas de algunos políticos y medios de comunicación hacia prácticas religiosas como el uso del velo o la estigmatización como peligro terrorista y para la seguridad nacional y a todo ello hay que añadir las agresiones a personas que en algunos casos han producido irreparables homicidios.


Estos hechos suceden en países democráticos como EEUU, Francia, Alemania, Holanda, Bélgica o España, entre otros. En todos ellos se han vivido ataques contra musulmanes por el simple hecho de serlo. Mas la situación se hace asfixiante cuando aparece la discriminación laboral o educativa, y más graves cuando, como hemos conocido en diferentes países, se cometen delitos por los cuerpos de seguridad del Estado y se vive  en la más absoluta indiferencia judicial, cuando hay vulneración de derechos constitucionales y de libertades fundamentales,…cuando la perspectiva antidemocrática se impone. Europa empieza  a asustar porque la convivencia y tolerancia peligran


Sobre los Refugiados: ¿solidaridad o xenofobia?


Los refugiados e inmigrantes, las gentes que huyen de la guerra o de la miseria, que buscan sobrevivir o vivir con esperanza, gentes a quienes se califica de diferente manera según el ordenamiento  jurídico internacional, pero siempre y en cualquiera de los casos, personas con dignidad y derechos que no se respetan, tiene un futuro incierto en todo el continente europeo.  Buscan asilo o  buscan salir de la miseria, mientras nuestros gobiernos, con apoyo de muchas de nuestras gentes,  olvidan obligaciones internacionales con los refugiados o se  niegan a firmar  la Convención Internacional para la protección de los derechos de todos los trabajadores migratorios y de sus familiares. Estamos ante una situación donde la Unión Europea muestra su clamorosa incapacidad e  incluso muestra su división social  entre quienes apuestan por la solidaridad humana y otros, para quienes  la xenofobia es la solución y de ella hacen bandera. ¿Pero mientras tanto qué?  Aunque desde una perspectiva humanitaria la respuesta no deje lugar a dudas, la dialéctica de salida  no será fácil porque encierra enormes conflictos de redistribución de recursos y poderes políticos, también en países sometidos a un duro castigo por la crisis,  un terrible pulso que hace emerger las dos Europas que siempre han estado enfrentadas, como en los años 30.


La denominada “crisis de los refugiados” no es sino una expresión más de la  crisis de “desorden global mundial” espoleada por una dinámica voraz de acumulación de riqueza y poder, donde todo está relacionado. Desde  la salida de refugiados y los flujos migratorios con la destrucción de los Estados en Irak, Afganistán, Libia y Siria,  responsabilidad de occidente, con  la presencia sanguinaria del terrorismo yihadista encarnado en el Daesh (IS), Alqaeda, o Boko Haram que en África está protagonizando terribles masacres. Y claro la gente huye de la guerra o de la miseria, mientras la verdadera solución está lejos, porque lejos está conseguir un orden mundial democrático basado en los derechos humanos y en la dignidad intrínseca de la persona, tal y como reza en la Declaración Universal.  ¿Se puede ser eficaz al abordar este problema sin plantear ir a las causas, entre ellas: las guerras y sus raíces?  No podemos obviar la necesidad de un movimiento pacifista mundial que ponga fin a la barbarie. Recordemos los años 80 en la respuesta pacifista a los bloques militares. Pero hay  más; es la lucha que se libra en el interior de nuestros países por el reparto de la miseria.


La mundialización, el desarrollo de las comunicaciones (Internet), el mercado económico y laboral planetario, y otros factores globales han generado un marco favorable a la xenofobia, buque insignia  de las distintas encarnaciones de  la intolerancia que tiene, para determinados escenarios, como referente principal la islamofobia, como muestra el movimiento PEGIDA (Patriotas Europeos contra la Islamización de Occidente) cuyo efecto perverso es hacer crecer el extremismo yihadista. La dualidad ambivalente de las migraciones, su necesidad y rechazo a la vez, han vuelto atrás la historia alimentando la “cosificación” de las personas; el inmigrante simplemente es mano de obra, un recurso productivo,  no es un ser humano con atributos radicados en la dignidad intrínseca de la persona. Sencillamente cuando se necesita se obtiene, ya sea regular o irregularmente, con control de flujos migratorios o sin ellos, con integración o marginación, con apoyo al desarrollo de su país de origen o con su abandono a la miseria. Y cuando no se necesita, pues que se vaya, se le anima o se le expulsa, deporta e incluso se le convierte en criminal, pero que no entren.  Ahí están las aguas del Mediterraneo como cementerio de miles de seres humanos, y si no es suficiente, como dijo el ultra Jean Mari Le Pen, “se soluciona el problema de la inmigración en tres meses con el virus del Ebola”.


No obstante, para los que apostamos por la Solidaridad no estaría mal recordar las palabras de Enzensberger  cuando sostiene que “los grandes conflictos sociales no pueden ser eliminados por medio de la prédica”, frente a quienes sostienen una política de inmigraciones sin fronteras, sin el menor cálculo de consecuencias, sin mediación política y económica, sin tener en cuenta las posibilidades de su realización por  quienes pierden toda  credibilidad y capacidad operativa. Hay que obrar desde la prudencia de reclamar una acción humanitaria racional, que no olvide que toda política de inmigración debe descansar en  la integración,  en el control de flujos migratorios, sin herramientas tipo “valla con cuchillas”, con cooperación al desarrollo y con una buena educación en derechos humanos y  una mayor sensibilización preventiva contra la xenofobia.


Mientras a quienes apuestan por “los europeos primero”, habrá que recordarles la corresponsabilidad colectiva de occidente en sus guerras del Mediterráneo, habrá recordarles que los muros “nacionales” ni fueron alternativa, ni lo serán, y que la neoesclavitud, internamiento o  bombardeo de las pateras, como alguno plantea abiertamente, solo suponen el agravamiento del problema porque la amenaza real  no son los 7.000 millones de seres que pueblan la Tierra, muchos en condiciones extremas, el problema evidente  son los 2.000 oligarcas financieros que con su decisiones esquilman recursos, hunden  a las gentes en la miseria, desestabilizan países, provocan enfrentamientos y nos lanzan a sus guerras.


El escenario nos muestra la consolidación y avance de la extrema-ultraderecha, a quienes la demagogia sobre esta “crisis migratoria” favorece y mucho. Hay que significar la vergüenza que supone o debería suponer para Europa la presencia de partidos neonazis como el griego Amanecer Dorado con fuerte representación en el Parlamento y con un activismo violento hacia inmigrantes y otras minorías;  o el húngaro Jobbik que desfila uniformado por las calles y las milicias que atacan a gitanos, además de defender en el parlamento que todas las personas de origen judío deben ser fichadas y registradas por “razones de seguridad”, y no digamos el NPD que nos recuerda la continuidad de esa Alemania de Hitler, un país donde, durante 2015, se han producido más de 400 ataques a centros de refugiados, sin menoscabo de la solidaridad de sus gentes. Y estos no son hechos aislados, obedecen a un patrón de intervención estratégica, alimentado por intereses poderosos, que influye y asusta a  partidos democráticos  de liderazgo débil que corren a modificar sus políticas aceptando los postulados xenófobos, ahondando el problema en esta Europa que vive una crisis sistémica.


 Condena inequívoca del terrorismo sin caer en la Islamofobia


 


Sin embargo, serán los atentados terroristas los que disparen la islamofobia y en ese contexto de horror  e islamofobia, los refugiados cargaran con el estigma. Los argumentos del discurso de la intolerancia se extienden:  "es por culpa del Islam", "es porque son moros", "es porque sus familias (padres, abuelos...) les han educado así para que odien el país donde viven" y demás prejuicios contrastan con la realidad. Tras hacerse público la identidad de los asesinos de la masacre de Paris, se reconocía que: eran franceses de nacimiento; sus padres, musulmanes, interrogados por la policía, no son gente radical; sus padres y abuelos tampoco proceden de ningún país donde en aquella época cuando emigraron a Francia el fundamentalismo islamista existiera (Marruecos, Argelia...); no han sidoeducados en madrasas integristas, sino en escuelas francesas; no han vivido en entornos tipo Arabia Saudí, con fundamentalismo y extremismo institucional, sino en la Europa “ilustrada”. Y además, educados en madrasas integristas, sino en escuelas francesas; no han vivido en entornos tipo Arabia Saudi, con fundamentalismo y extremismo institucional, sino en la Europa "ilustrada". Y ademas,ninguno de los terroristas que sembró la masacre de París era un refugiado sirio, todos eran europeos.


Una de las primeras informaciones que se hicieron públicas tras los atentados fue la presencia de un pasaporte sirio en la sala Bataclan. Pero aunque esta noticia despertó los recelos de muchos políticos, sobre todo norteamericanos, que se apresuraron a pedir la paralización de permisos de residencia a los inmigrantes procedentes de Siria, al final se ha confirmado que el pasaporte era una falsificación. Entre las primeras consecuencias políticos británicos han solicitado el cierre de las fronteras, en Polonia se ha pedido que se cancele el permiso de paso a los refugiados sirios que van de camino a Alemania y el Congreso de los EEUU ha votado a favor de paralizar el proceso de acogida a inmigrantes sirios.


A su vez el Consejo de Seguridad de la ONU, no sin disensiones, autorizó combatir al IS con “todas las medidas necesarias”, mediante la propuesta de resolución de Francia, en el territorio controlado por el IS en Siria'. El texto aprobado, decía:   "Condena en sus términos más fuertes los abusos continuos, extendidos y sistemáticos de los derechos humanos y las leyes humanitarias, así como los actos bárbaros de destrucción y saqueo del legado cultural llevado a cabo por el IS, también conocido como Daesh". "Llama a los Estados miembros que tienen capacidad a tomar todas las medidas necesarias, en cumplimiento con la legislación internacional, en particular con la humanitaria y de refugiados, en los territorios bajo el control del IS, en Siria e Irak, a redoblar y coordinar sus esfuerzos para prevenir y aplacar los actos terroristas cometidos específicamente por el IS, también conocido como Daesh, así como el Frente Al Nusra y todos los individuos, grupos y entidades asociadas a Al Qaeda y otros grupos terroristas, como los designa el Consejo de Seguridad de la ONU".


Mientras tanto emergían cientos de condenas y posicionamientos de las organizaciones musulmanas en toda Europa condenando los atentados terroristas de manera inequícoca, pero la estigmatización y criminalización seguía su camino. Merece la pena recordar la contundencia de la Fatwa contra el Terrorismo firmada por Mansur Escudero, cuando era Secretario General de la Comisión Islámica que expresaba en su resolución: 


1. Que el Islam rechaza el terrorismo en todas sus manifes­ta­ciones, ya se trate de la muerte o el daño a seres humanos inocentes o a sus propiedades.


2. Que el Islam es la principal víctima de los atentados terroristas realizados por algunos grupos que falsamente se autodenominan "islámicos", por cuanto que tales atentados no sólo se cobran la vida de numerosos musulmanes, sino que también dañan la imagen del Islam, hacen crecer los sentimientos de islamofobia y sirven a los intereses de sus enemigos.


3. Que estos grupos tratan de encubrir su extravío a través de interpretaciones falseadas y manipuladas de los textos sagrados, en un intento de ganarse apoyos entre los musulmanes o conseguir nuevos adeptos.


Este fraude tiene que ser denunciado con fuerza por los sabios y líderes islámicos de todo el mundo.


4. Que aquellos que cometen actos terroristas violan las ense­ñan­zas coránicas más básicas y se convierten así en apóstatas que han abandonado el Islam.


 


5. Que es deber de todo musulmán luchar activamente contra el terrorismo, en consonancia con el mandato coránico que establece la obligación de impedir que se extienda la corrupción en la tierra. (….)