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STOP DISCRIMINACION A LOS DISCAPACITADOS

    Hace pocos días el Congreso de los Diputados aprobó el proyecto de Ley de igualdad de oportunidades y no discriminación de las personas con discapacidad, una norma que afecta a casi 4 millones de personas en nuestro país que tienen en común alguna discapacidad. Son ciudadanos que precisan de unas garantías suplementarias para vivir con plenitud de derechos o participar en igualdad de condiciones que el resto en la siempre difícil vida económica y social del país.

Aunque el 99% de los españoles considera que se deba integrar a las personas con discapacidad, según el CIS, cuatro de cada diez mueve la cabeza diciendo que no son igual de productivos que los demás. Sin embargo abrumadoramente se reconoce que tienen muy difícil el acceso a los transportes público, a los lugares de ocio, hoteles e incluso circular por las aceras o cruzar las calles. Finalmente, la incomodidad de uno de cada dos de los encuestados por la presencia de personas con discapacidad revela la existencia de fuertes prejuicios.

Dijo Esintein que “es mas fácil dividir un átomo que neutralizar un prejuicio”, y aunque hay que felicitarse por los avances normativos a nivel internacional, se prepara una Directiva Europea para la igualdad de trato para personas con discapacidad y una Convención Internacional de protección de dignidad y derechos, la erradicación de los prejuicios es otro cantar, todavía hay gente que sin rubor afirma “me dan mucha pena, pero lo mejor es que se queden en casa tranquilamente” e incluso cruelmente, algunos consideran que son una carga social.

Son ciudadanos invisibles, las barreras y la dureza del medio urbano construido sin la mas mínima consideración les empuja a la reclusión, a una vida segregada. Aunque es el modelo social productivista, depredador, vertiginoso y ultracompetitivo, en el que crece con facilidad la semilla de la insolidaridad, quien lleva a amplios colectivos vulnerables a vivir en la discriminación perpetua. Y no digamos si además de ser discapacitado eres mujer, minoría étnica o inmigrante, la doble o triple discriminación es una vía directa a la exclusión social.

No existe un ser humano estandar, verdad que hay diferencias pero en el mundo de hoy tienen poca importancia. Puede haber problemas mecánicos, sensoriales, psíquicos, pero tenemos suficiente avance, conocimiento, para que todos puedan crear y superarse desde sus habilidades. Lo que hay que cambiar es la mentalidad; ni marginar ni considerarse marginado, perseverando por la senda de la conquista de la igualdad como están haciendo las mujeres desde hace años con resultados históricos.

Para que ese camino progrese necesitamos leyes, apoyo institucional y acción positiva, remover obstáculos que excluyan, impulsar la autoestima, hacer ver a los que aún no ven que es su deber trabajar por una sociedad y un país fuertemente humanizado. Es hora de conseguirlo porque todos tenemos alguna discapacidad o podemos serlo completamente. Lo que realicemos hoy en nombre de la discapacidad, tendrá significado para todos en el mañana. Juntos podemos acabar con la discriminación.

Esteban Ibarra
Presidente del Movimiento contra la Intolerancia