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Rodolfo Freude fue amigo íntimo y secretario de Juan Perón, rival doméstico de su esposa Evita, compinche inseparable de su cuñado Juan Duarte. Durante la Segunda Guerra Mundial, Freude ayudó a su padre, el inmigrante alemán Ludwig, que administraba el espionaje nazi en Argentina y se hizo cargo de los fondos y las actividades diplomáticas cuando la embajada del Tercer Reich tuvo que cerrar, en 1944. Pero “Rudi”, como le decía Perón, tuvo su cuarto de hora a partir de 1946, cuando el flamante presidente lo llevó a la Rosada como su Director de Informaciones y lo puso a organizar la Odessa que le regalaría a la Argentina tesoros como Erich Priebke o Adolf Eichmann.
Para 1945, Rodolfo Freude era una de las manos derechas del ministro de Guerra, secretario de Trabajo y vicepresidente de la dictadura nacionalista Juan Perón. Cuando la derrota alemana hizo tambalear al gobierno militar filonazi y Perón tuvo que renunciar, papá Ludwig tuvo oportunidad de pagar tantos favores del coronel.
Perón lo había protegido dos veces de ser extraditado para ser interrogado en Alemania por los Aliados, que querían conocer mejor su rol como financista del espionaje nazi en Latinoamérica, y le había encontrado un juez provinciano que aceptara firmar un pedido de ciudadanía predatado en diez años. El súbitamente ciudadano protegió al derrocado militar, que se había refugiado con su novia Evita en el departamento de la calle Posadas, y le ofreció su casa de fin de semana en una apartada isla en el Tigre.
Perón fue quien manejó su Chevrolet rumbo a la isla, con Juan Duarte y Rudi en el asiento trasero. Siguieron tres días en soledad, que el anciano general recordaría en Madrid como su único período a solas con su primera mujer, en la casa Ostende, un chalet de madera que los Freude importaron de Alemania. Allí sería arrestado por sus colegas del gobierno militar, lo que dispararía el 17 de octubre.Perón candidato disfrutó de los servicios de Rudi como secretario privado y creativo de campaña, y de Ludwig como financista y recaudador de fondos entre los intereses alemanes. Con el triunfo de febrero de 1946, Freude hijo se instaló en el despacho vecino al presidencial como jefe de la División Informaciones, grupo dedicado al típico espionaje interno de la oposición pero también al monitoreo, vía embajadas, de las actividades comunistas en el continente. Desde ese puesto, Freude jugó un puesto clave en la formación de la red que trajo a los criminales de guerra nazi.
El periodista e historiador Uki Goñi descubrió los detalles de esta red en su libro La auténtica Odessa. Allí se relata cómo Freude se hizo amigo del director de Migraciones, Santiago Peralta, un antisemita tan desaforado que duraría un año en el puesto y sería reemplazado por un discípulo más discreto. Peralta y su continuador eran una pata de la Odessa, la que se encargaba de procesar a los criminales de guerra y, de igual importancia para ellos, se ocupaba de prevenir por todos los medios la llegada de judíos a la Argentina. Freude presidía las reuniones que Perón mantenía en la Casa Rosada con los nazis escapados que operaban la red Odessa. Por años, después del ‘55, fue un referente del “nacionalismo” argentino. Acaba de morir tranquilo, sin que nadie le pidiera cuentas.
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