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En términos generales, la delincuencia juvenil en España ha experimentado un aumento tan inconcebible como del 34,3 por ciento, en términos generales, en el decenio 1992-2002. Este dato ya fue dado a conocer hace unos días por el Sindicato Unificado de Policía (SUP), a través del Instituto de Estudios de Seguridad y Policía, pero lo más significativo es que, más allá del aumento de la delincuencia en general en lo que se refiere a hurtos y otros delitos de este tipo, los homicidios cometidos por menores han aumentado un 18,2 por ciento.
Como decíamos, los datos resultan escalofriantes y vienen a cuanto en mitad de la polémica sobre la necesidad de reformar la Ley del Menor después de conocerse la sentencia contra los sádicos torturadores y asesinos de la joven Sandra Palo.
En este sentido, la tasa de criminalidad juvenil en general ha pasado en el decenio considerado de 43,4 infracciones por cada 10.000 jóvenes a otra de 83,2 infracciones en 2002. Y, atendiendo a este indicador, el impacto de esa criminalidad durante 2002 ha sido un 91,8 por ciento mayor que diez años antes. Igualmente, las infracciones penales de tipo violento han pasado de una tasa de 8 infracciones por cada 10.000 jóvenes en 1992 a 20,4 el pasado año.
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