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VICTIMAS DEL ODIO

    En tiempos de condolencia y luto por la muerte de los siete agentes del servicio secreto español en una emboscada al sur de Bagdad, unos momentos que no deben de ser utilizados para la confrontación política y si por el contrario, para la solidaridad con las familias de las víctimas y con nuestros conciudadanos que están en Irak, resulta conveniente levantar nuestra mirada para que, transcendiendo del masivo y compartido rechazo a las guerras, fijemos nuestra vista en el odio que proyectan estos ataques y que se hace visible, por ejemplo, a través de esos transeúntes a quienes vimos pisotear con saña los cadáveres de las víctimas.

Hace unos días, la Unión Europea aprobaba una declaración relativa a los atentados terroristas contra dos sinagogas de Estambul, atroz matanza que dejó un balance de 23 muertos y centenares de heridos. También el Parlamento Europeo la semana pasada guardó un minuto de silencio por este bárbaro atentado, por el ataque terrorista que acabó con la vida de 19 italianos en Nasiriya (Irak) el día anterior, así como por el supuesto accidente de los astilleros de Saint Nazaire, en Francia, donde murieron 13 personas. El vicepresidente del Parlamento Europeo, David W. Martín, condenó los ataques y aseguró “que la intolerancia y el antisemitismo dañan los valores que representamos”.

Sin embargo, pese a las condenas y reacciones, este fin de semana conocíamos a través del diario “Le Monde” que un informe no publicado del Observatorio de la Unión Europea acerca de estas manifestaciones de Odio, alertaba de un fuerte crecimiento del antisemitismo en la mayoría de los países de la Unión, confirmando que Europa se reencuentra una vez mas con el fantasma antisemita como bien prueba el ejemplo francés donde los actos contra judíos encabezaron las estadísticas de la violencia racista, impulsados por integristas islámicos y neonazis continentales. El Ministro francés del Interior, Sarkozy, argumentó que no hay explicación alguna para el antisemitismo, ni islamista, ni de ultraderecha, pero es un hecho que anida entre nosotros.

Mientras tanto la comunidad judía en España manifiesta “estar asediada”, sus sinagogas pintadas con insultos y amenazadas con avisos de bomba, vive con preocupación el resurgir del fantasma de la intolerancia religiosa, 60 años después de la tragedia del Holocausto, sin olvidar que en nuestro país hay históricos prejuicios antisemitas que obligan a recordar como en el pasado, la primera gran matanza de judíos en Europa se produjo en Sevilla, allá por 1391, cuando en un solo día se asesinó a 4.000 personas en la judería de la ciudad.

Actualmente somos testigos en nuestras ciudades de muestras continuas de antisemitismo; eso sucedió el pasado junio con la destrucción a martillazos de la placa del Monumento a la Tolerancia de Chillida, donde se recogía un poema de Elie Wiesel, premio Nobel de la Paz y superviviente del campo de exterminio de Auschwitz. Ojalá Europa no cometa de nuevo su gran pecado, el crimen de la indiferencia, mientras tanto dirijamos nuestro pensamiento a la solidaridad con las víctimas del odio, trabajemos por la paz y la convivencia.

Esteban Ibarra
Presidente del Movimiento contra la Intolerancia