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Martin Wiese y su grupo de fanáticos habían reunido 1,7 kilos de TNT y varias armas de fuego, y tenían en su poder un plan detallado de un acto que debía celebrarse el 9 de noviembre del año pasado en el centro de la capital bávara. Ese día, y ante la presencia del presidente de Alemania, Johannes Rau, el jefe del Gobierno regional, Edmund Stoiber, líderes de la comunidad judía y un selecto grupo de invitados, se llevaría a cabo una ceremonia para poner en marcha la construcción de un importante centro judío.
La operación policial que permitió el descubrimiento del arsenal y la desarticulación de la célula neonazi, desarrollada en septiembre de 2003, alertó al país de la potencialidad criminal de las armas intervenidas. Pero la noticia dio paso a una conmoción nacional cuando funcionarios de la Fiscalía General insinuaron que el grupo estaba preparando un ataque terrorista para una fecha clave en la historia nacional: el 9 de noviembre de 1938, los nazis iniciaron la persecución de la comunidad judía alemana con una ola de ataques contra sinagogas y comercios. Pasó a la historia como 'la noche de los cristales rotos'.
Las autoridades han llegado a la conclusión de que los detenidos estaban dispuestos a volar las instalaciones del centro judío y la tribuna de invitados durante la ceremonia, una acción que habría provocado un daño irreparable a la sociedad germana. ¿El presidente de Alemania y el ex candidato a canciller, víctimas de una bomba detonada por neonazis?
Las investigaciones e interrogatorios realizados en los últimos ocho meses han convencido a los aparatos de seguridad de dos hechos inéditos en la escena terrorista de la ultra derecha. Los sospechosos, que se hacían llamar 'Camaradas del Sur', constituían una célula independiente y aislada del resto de las organizaciones neonazis que aún siguen activas en el país. Peor aún, la Policía descubrió que Monika S., una joven de 18 años, se había ofrecido voluntariamente para convertirse en la primera 'bomba humana' de Alemania y acabar con las vidas del presidente Rau y Edmund Stoiber.
La revelación confirmó una antigua sospecha de los organismos policiales, que ya habían detectado en el pasado una nueva estrategia entre los grupos neonazis similar a la que utilizan los fundamentalistas al servicio de Osama bin Laden: comandos independientes, que llevan a cabo acciones planificadas por ellos mismos.
«En lugar de adoptar una jerarquía rígida tradicional de mando, ellos han ido desarrollando de forma constante el principio de la resistencia sin líderes», sostiene Thomas Grumke, uno de los mayores expertos sobre el movimiento neonazi. «El éxito de los terroristas de Al-Qaida les ha impulsado a revisar sus estrategias», añade el experto, persuadido de que puede haber nacido una nueva alianza terrorista entre integristas islámicos y neonazis alemanes.
Cita en Berlín
La sospecha no es nueva. Poco después del 11 de septiembre de 2001, las fuerzas de seguridad comenzaron a detectar una nueva ola de violencia protagonizada por grupos de ultraderecha, menos espectacular que la que azotó al país tras la unificación, pero regular y extraordinariamente efectiva. La república se acostumbró a una media de veinte incendios premeditados al año y dos actos violentos diarios, pero el nuevo 'modus operandi' confrontó a los agentes de la Oficina de Defensa de la Constitución (BfV), el organismo encargado de velar por la seguridad interna del país, a un problema: no saben cómo vigilar, ni tampoco infiltrar, a los nuevos grupos neonazis, porque carecen de organización y tampoco tienen un 'führer' visible.
En las semanas que siguieron a la cadena de atentados del 11-S, llegó a manos del BfV un panfleto aparecido en la ciudad de Neuestadt. «Hay que cubrir el país con una red de células independientes y de grupos de resistencia», señalaba. La posibilidad de que los neonazis adoptaran desde entonces las tácticas terroristas de Al-Qaida cobró una nueva perspectiva el 27 de octubre de 2002. Aquella mañana, los agentes del BfV recibieron una orden rutinaria para vigilar un encuentro de militantes iraquíes convocado en Berlín bajo el lema 'Irak, una nueva guerra y sus consecuencias'. La cita habría pasado casi desapercibida, si no hubiera contado con el concurso de Udo Voigt y Horst Mahler, los dos principales líderes del NPD, el partido nazi más famoso del país.
Un informe del BfV sobre la reunión de Berlín, fechado en agosto del año pasado, concluía que la presencia de Voigt y Mahler hizo posible varios intentos de acercamiento entre neonazis y militantes islamistas, además de constatar la existencia entre ambos núcleos de aspectos ideológicos comunes, como el antisemitismo, el antiamericanismo y una cultura antidemocrática.
(ENRIQUE MÜLLER/CORRESPONSAL. BERLÍN)
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